La presidenta retó al viceministro de Economía delante de Guillermo Moreno. Le recriminó los nulos resultados de su gestión en temas sensibles como YPF, el combate contra la inflación y la crisis energética. “Ahora es como el ajedrez. Te prendo el reloj y el tiempo empieza a correr”, le advirtió.
A Cristina Kirchner se le terminó la paciencia con Axel Kicillof, a quien le confió las principales políticas económicas de su Gobierno, pero la semana pasada lo convocó para recriminarle sus pobres resultados. “Nada de lo que me prometiste se cumplió”, lo acusó.
Cristina, que sabe hacerle pasar un mal momento a sus funcionarios cuando quiere, lo recibió junto a Guillermo Moreno, para que ele scarnio fuera completo. Es que en la intimidad, Kicillof suele burlarse del secretario de Comercio Interior, quien a su vez le devuelve gentilezas etiquetándolo de "comunista" en sus reuniones.
En su reprimenda, Cristina hizo un puntilloso repaso de los fracasos de Kicillof en todas las áreas que concentró. Desde la política energética con especial eje en las eléctricas, hasta la autosuficiencia de combustible que iba a proveer la nacionalización de YPF, pasando por la contención de la inflación, entre otro menú de promesas del economista de la UBA, que hasta ahora están muy lejos de cumplirse.
Pero Cristina no se quedó en la descripción del fracaso del joven -en realidad cuarentón- camporista, sino que le lanzó una ultimatum. “Ahora como en el ajedrez (profesional), te prendo el reloj y el tiempo empieza a correr, para que cumplas lo que dijiste”, le advirtió y lo despidió de mala manera, según pudo reconstruir LPO.
"Se puso todo colorado", festejaban en el Gobierno sus adversarios, que no son pocos. Es que Kicillof logró sumar enemigos con la misma rapidez que acumuló poder. Un extenso arco que va desde Julio de Vido hasta Guillermo Moreno, pasando por Hernán Lorenzino y Amado Boudou.
Los fracasos de Axel
Desde sus inicios en el kirchnerismo como cerebro financiero de Aerolíneas Argentinas -que pierde cerca de tres millones de dólares por día hace varios años-; Kicillof fue sumando poder pese a que no contaba con un historial de éxitos que justificaran su creciente influencia.
Fue el operador en jefe de la estatización de YPF, supuesto eje de una recuperación del autoabastecimiento energético. Esto hasta ahora no ocurrió, pero acaso el pecado de Kicillof más grosero en esta materia fue paralizar la gestión de un experto en la materia como el CEO de la petrolera MIguel Galuccio.
A través de su gente en la compañía Kicillof logró trabar las decisiones de Galuccio y peor aún, hizo firmar a Cristina un decreto super regulador del sector, que en la práctica detonó las laboriosas gestiones del CEO de la petrolera para sumar socios internacionales de peso para explotar el yacimiento de Vaca Muerta.
En su récord de políticas desacertadas, la semana pasada acaso fue de las más difíciles: un apagón dejó sin luz a casi todo Capital Federal, justo cuando Kicillof se hizo cargo de la política energética con promesas de rever el esquema de trabajo con las eléctricas, para instaurar un "revolucionario" modelo que hace meses no logra definir y que según expertos del sector por lo poco que insinuó, no es más que un regreso a las fracasadas recetas de la Segba alfonsinista.
Una de las señales mas fuertes de su caída en desgracia, fue la rehabilitación que hizo Cristina del subsecretario de Coordinación de Planificación, Roberto Baratta, como bombero para solucionar la crisis. Barrata era el encargado de la relación con las eléctricas antes de la irrupción del economista de La Cámpora y cuando Kicillof tomó control del área, dejó trascender su intención de hacer pagar el costo político y judicial a Baratta de lo que sin mucho disimulo dice que fue una monumental corrupción montada en torno a las importaciones de combustibles y otros desaguisados de Enarsa, em buena parte de los gobiernos de Néstor y Cristina Kirchner.
En rigor, lo de Baratta -como el reto frente a Moreno- fueron los correctivos más gravosos, pero no los únicos que recibió Kicillof. Como había anticipado LPO, Cristina ya venía dándoles lugar a varios funcionarios de Julio de Vido, otro de los desplazados por Kicillof. Uno de ellos fue el secretario de Energía David Cameron, a quien Cristina le pidió que se metiera a ver de cerca de que se trataba ese nuevo esquema que el viceministro maquinaba para el sector eléctrico y que sigue sin dar a luz.
Kicillof también fue desautorizado directamente por la Presidenta, como cuando aumentó las retenciones a los biocombustibles pero luego debió echarse atrás porque varias PyMes cerraron sus puertas. La propia Cristina tuvo que poner la cara por ese desacierto que hundió a uno de los pocos sectores del agro en los que el kirchnerismo realmente había conseguido sumar valor industrial a la cadena.
En fin, el ocaso del viceministro no es una entera novedad en la Casa Rosada, donde se han convertido en expertos en leer la evolución de la interna del Palacio según las señales que envía Cristina -ya que son pocos los que logran hablar francamente con ella a nivel político-. Allí se comenta hace semanas que es notable como el antes favorito Axel, ha sido paulatinamente relegado de la mesa y el atril en los actos que encabeza la Presidenta. (La Política OnLine).
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