Un informe demuestra que la medicación que se utiliza en tratamientos de fertilización asistida no conlleva un incremento del riesgo de enfermedades cardiovasculares a largo plazo.
Un informe, novedoso y alentador, que fue publicado en el Journal of the American College of Cardiology, demuestra que la medicación que se utiliza en los tratamientos de fertilización asistida no conlleva un incremento del riesgo de enfermedades cardiovasculares a largo plazo.
Así lo destacó el doctor R. Sergio Pasqualini, Director de Halitus Instituto Médico y presidente de Fundación REPRO, quien indicó que esta conjetura "se relaciona con que cada vez se pospone más el momento de ser madres, y se acerca a aquel en el que se tiene más riesgo de presentar cardiopatías".
Pasqualini indicó que en el estudio, "los Dres. Udell, Hong Lu y Redelmeier valoraron el riesgo a largo plazo de presentar accidente cerebrovascular, infarto de miocardio e insuficiencia cardíaca después del tratamiento para la fertilidad en 1,1 millones de mujeres".
"La medicación hormonal –gonadotrofinas- que sirven para la estimulación ovárica, provocan una respuesta del ovario que es la que incide sobre el cuerpo. De esta manera, se produce el desarrollo de más o menos folículos, dependiendo de la dosis suministrada y de la reserva ovárica. Si el ovario responde poco a esa estimulación habrá una correspondiente menor cantidad de estrógenos que son quienes, en definitiva, ejercen los efectos sobre el organismo. Si en cambio la mujer responde mucho y produce muchos folículos, los niveles de estrógeno serán más elevados", explicó el especialista.
El médico comentó que en ciertas ocasiones "se pensó que el aumento de los estrógenos hasta niveles altos podía afectar el corazón, o ejercer complicaciones del tipo de una trombofilia".
"Este estudio da cuenta de que no influye en el largo plazo ya que la medicación hormonal que utilizamos para la estimulación ovárica ejerce su efecto sobre el cuerpo pero a través de las hormonas -estrógenos y progesterona- producidas por el tejido ovárico en ese ciclo en particular; no tienen efecto residual que pueda producir algún tipo de daño", comentó.
Además, Pasqualini dijo que en las mujeres que realizan tratamientos con estimulación ovárica "tampoco se ha visto mayor incidencia de tumores de cáncer de ovario o de mamas, con frecuencia relacionados con receptores hormonales y en teoría podrían llegar a verse modificados por los niveles estrogénicos".
Por otra parte, manifestó que "es realidad que aquellas mujeres que reciben tratamiento para la fertilidad mantienen un estilo de vida saludable durante un periodo prolongado, al tratar de estar mejor para conseguir el embarazo".
"Estas pacientes suelen estar más estudiadas, evaluadas y con un seguimiento estricto, ya sea por la edad en la que consultan, por diversos factores de riesgo que pueden padecer o por patologías de base: por ejemplo, una mujer obesa o extremadamente delgada puede tener más inconvenientes para quedar embarazada, e incluso este puede ser un factor de su imposibilidad de lograr el embarazo. Es por eso, que los médicos especialistas trabajamos sobre estas variables para contar con mujeres más sanas que potencien las posibilidades de éxito del tratamiento", añadió.
Otras conclusiones a las que arribaron:
Las mujeres que dieron a luz después de recibir tratamiento tuvieron casi la mitad del riesgo de muerte subsiguiente en comparación con las mujeres que no lo recibieron.
Las mujeres que dieron a luz después del tratamiento tuvieron casi la mitad del riesgo de complicaciones cardiovasculares graves como accidente cerebrovascular, infarto de miocardio e insuficiencia cardiaca.
Los investigadores informaron que no ocurrió ningún incremento del riesgo futuro de cáncer de mama o de ovario en mujeres que dieron a luz después de recibir tratamiento para la fecundidad.
Presentaron menos problemas de salud mental, lo que representa un tercio de la frecuencia de depresión y una sexta parte de la frecuencia de conducta autonociva.
Este tipo de investigaciones son sumamente importantes porque nos permiten evaluar cómo afecta una práctica relativamente nueva en la salud. Comprender que los efectos a largo plazo son alentadores, nos ayuda a tomar las mejores decisiones para nuestras pacientes. (Asteriscos TV).
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