LUJAN, Julio 03, (PUNTO CERO-El Civismo) Lo más relevante en las audiencias que se realizaron el miércoles y el jueves fueron los testimonios del ex comisario Raúl Lescano, el policía Carlos Maffía, su esposa, y la línea investigativa que llevaba la División Homicidios de Banfield.
Para la semana que viene se espera terminar con las declaraciones de los testigos y que el tribunal fije día y hora para los alegatos y la sentencia.
Con la declaración de otros 30 testigos continuó el miércoles y el jueves el juicio oral y público que desde el lunes se lleva a cabo en el Tribunal en lo Criminal 1 de Mercedes contra Sergio Santillán por el cuádruple homicidio de la familia Zarnic, hecho acontecido en diciembre de 1999.
Hasta ahora, pasaron por la Sala de Audiencias 42 de las más de 70 personas que fueron citadas tanto por la defensa del único imputado de cometer la masacre, como por el fiscal, aunque muchas de ellas fueron desestimadas por las partes al considerar que sus declaraciones no aportarían nada relevante en relación al caso.
No obstante, el jueves, y cuando se creía cerrada esta etapa del juicio, el defensor Dr. Agustín Muga y el fiscal Dr. Guillermo Altube acordaron llamar a personal de la División Homicidios de Banfield que halló los cuerpos y que aún no fue citado. Entre ellos, se destaca el ex comisario inspector Andrés Onorato (por ese entonces al frente de este cuerpo policial) quien hasta ahora no pudo ser localizado por la Justicia. Al mismo tiempo, aún no decidieron si convocan a Zulema Fernández, madre de Santillán, y quien tiene el derecho de no prestar declaración ya que podría incriminar a su propio hijo.
De todos modos, su versión no deja de resultar de interés ya que se trata de la mujer que vivió varios días en la casa de las víctimas mientras los cuerpos se encontraban en el pozo ciego de la vivienda de Dr. Real al 200. De esta manera, el martes se estima que finalizarían las audiencias quedando en manos del tribunal fijar el día de los alegatos, el veredicto y finalmente la sentencia, para cerrar así una etapa en el más grave hecho de sangre de la historia que se recuerde en Luján.
Este miércoles, desde las 10.30, los jueces Ricardo Ameigeiras, Carlos Gallaso y Roberto Bocacci escucharon a las personas que le efectuaron la mudanza a Zulema Fernández, a un conocido comerciante que contrató el flete, al dueño de la gomería donde estuvo Santillán la tarde en que aparecieron los cuerpos, y a un empleado de este negocio. También pasaron por el tribunal el "pai" brasileño que conocía a las víctimas, una maestra y una asistente social de la Escuela 14 donde estudiaban los hijos del matrimonio asesinado, varios allegados a Santillán y a las víctimas, quedando para el final de esa larga jornada algunos de los testimonios más esperados en lo que va del juicio.
A última hora de la tarde, fue el turno del ex comisario Raúl Lescano. Apenas pisó la sala, Sergio Santillán cambió de actitud. Se dio vuelta de la silla y en lugar de mirar a los jueces agachó la cabeza, clavó su vista en la pared más cercana y en ocasiones miraba el piso.
Por momentos, Lescano fue sometido a un duro interrogatorio. A pesar de la experiencia que dijo tener en investigaciones, el tribunal le recriminó no haberse percatado de que los cuerpos podían estar en el pozo ciego de la casa, sobretodo teniendo en cuenta la presencia de una persona ajena a la familia que ocupaba la vivienda, la falta de muebles, las habitaciones recién pintadas, los objetos de cultos hallados en un lote lindero, las sospechas que le habían manifestado los familiares de las víctimas y las características que presentaba el lugar. "Yo creo que el pozo no era fácil de encontrar a simple vista", se defendió el ex "investigador".
El policía retirado volvió a contar las diligencias efectuadas cuando era titular de la comisaría Luján Primera desde el momento en que fue hallada con vida la beba -el 2 de diciembre- y su identificación como hija de los Zarnic, diez días después. Confesó que se enteró que la División Homicidios estaba también investigando el caso recién la mañana del 5 de enero de 2000, cuando fueron encontrados los cuatro cadáveres. "Para mí, con 33 años de policía y 20 años en Investigaciones, llegaron por una información", estimó.
Luego, Gonzalo Tedesco, actual capitán de Policía y jefe del Gabinete de Homicidios en La Plata, diría que los cuerpos fueron encontrados de "casualidad" cuando uno de sus compañeros en la División Homicidios de Banfield vio desde el techo de la casa que la tonalidad de la tierra difería con el resto del terreno. Al remover esa tierra, encontraron chapas, maderas y una reja que tapaban el pozo ciego donde estaban los cuatro cuerpos masacrados desde hacía un mes y cuatro días.
Según declararon algunos testigos en el juicio, en su oportunidad Lescano también se subió al techo de la casa pero en lugar de observar el piso encontró documentos de las víctimas.
"EL POZO NO PASABA DESAPERCIBIDO"De acuerdo a los testimonios (de los integrantes de Homicidios) que hay en el acta, me parece que el pozo no pasaba desapercibido. Y la verdad, cuando hay cuerpos que desaparecen, una de las primeras cosas que hay que hacer es ver si hay un pozo.
- "Ni pensábamos que estaban ahí, (...) Santillán declaró que la familia se había ido, mandamos notas a Migraciones, hicimos rastrillajes por donde apareció la beba porque los padres podrían estar cerca -presumió-. En ese primer momento, no nos imaginamos que podían estar ahí", insistió Lescano.
Por otra parte, dijo no tener ninguna relación con Carlos Maffía ya que no trabajaban juntos.
- ¿Usted lo conocía a Maffía?, le preguntó el fiscal.
- "...no sé... porque en la comisaría no estaba. No sé si vive en Luján...", respondió en forma dubitativa el ex comisario y al fiscal le bastó para decir: "No tengo más preguntas".
En tanto, uno de los jueces señaló que hay escuchas telefónicas que ponen en una situación delicada al ex comisario por no haber orientado su "olfato" de policía en dirección a Maffía, un personal de Infantería que desde un principio aparece vinculado con el caso.
Sin embargo, el jueves, saldría a la luz que Lescano y Maffía no sólo se conocían sino que ambos sabían desde un primer momento que la beba hallada por cazadores de pájaros en forma circunstancial era Marianella Zarnic, aunque "oficialmente" seguían buscándola.
Fue la mujer de Maffía quien el jueves declaró que a su esposo "lo mandó a buscar Lescano" porque "habían encontrado la beba de los Zarnic" y que la criatura estaba en la comisaría.
Tras una declaración que duró una hora y cinco minutos, Lescano se pudo retirar de la sala. El ex comisario acababa de dar muchas respuestas que en lugar de dejar clara su situación en torno al caso no hicieron más que ponerla en duda y reforzar la hipótesis de que Santillán sabe pero no habla porque desde entonces está bajo amenazas. Además, la situación de Maffía quedó más complicada y dejó en evidencia que hizo poco (y nada) para dar con los cuerpos, no pudiendo despejar las sospechas de que desde el mismo día en que se encontró la beba conocían de quién se trataba.
"LA INVESTIGACIÓN NO ESTÁ TERMINADA"
La tercera jornada de debate también tuvo como protagonistas a varios policías que trabajaban para la División Homicidios, entre ellos el capitán Gonzalo Tedesco. "Para mí la investigación no está terminada", dijo en un momento de su declaración. Y agregó que fue el fiscal Pablo Merola quien tras el hallazgo de los cuerpos no los convocó para que siguieran investigando la pista que vinculaba al cuádruple crimen con el robo al camión blindando interceptado al llegar a la UNLu y la presunta participación en ese golpe de una banda mixta compuesta por delincuentes policías y civiles.
En este plano, los pesquisas expertos en resolver crímenes habían puesto la lupa en Sergio Santillán, en su madre Zulema Fernández, dieron con las personas que hicieron la mudanza y determinaron quién había contratado este trabajo. Luego, enfocaron la investigación hacia Maffía y nunca descartaron que los Zarnic hayan sido asesinados por haber empezado a gastar una parte del botín adquiriendo muebles, electrodomésticos y hasta por tener la intención de comprar la casa que habitaban. Sin embargo, esa línea investigativa quedó inconclusa en abril de 2000 porque el fiscal Merola dejó a un lado a la División Homicidios y siguió confiando en Lescano, quien nunca logró resultados que pudieran conducir al esclarecimiento del hecho.
Si bien el próximo martes un perito y un forense podrían confirmar que en la matanza no habría actuado una sola persona ya que para mover el cuerpo de Viviana Zarnic (pesaba cerca de 150 kilos) es casi imposible hacerlo sin ayuda, el testimonio de uno de los policías de Homicidios dedujo que un individuo tampoco pudo matar a otras cuatro dentro de una pequeña casa sin que ningún vecino escuche gritos de auxilio. En tal sentido, a Tedesco le volvió a la mente una frase que pronunciaban en ese verano: "Santillán era un pancho que estuvo en el momento del hecho, pero ese pancho no estuvo solo", le dijo a los jueces que siguieron con mucha atención el pormenorizado relato que brindó.
Y si los Zarnic eran los depositarios del botín, o de una parte de él, otro de los investigadores cree que esa plata la guardaban en el cielorraso de la cocina ya que al hacer una segunda inspección de la casa notaron que faltaba una madera cuando en una primera visita eso no había ocurrido. Esto los llevó a pensar que alguien había ingresado a la escena del crimen a buscar el dinero, incluso con la familia ya asesinada y los cuerpos descubiertos en el fondo de la cámara séptica. Por eso, para Tedesco "la investigación no está terminada".
CUESTIÓN DE DÍAS
El jueves fue el turno de varios vecinos que dijeron no haber visto ni escuchado nada raro en la casa en la fecha que fueron asesinados los Zarnic. Y de un señor mayor que aseguró que por esos días un hombre fue de noche a su casa para saber si sabía algo de la familia presuntamente de viaje al Uruguay. Ese hombre resultó ser Maffía, quien en su testimonio luego diría que efectivamente anduvo por el barrio averiguando entre los vecinos, pero repitió que lo hizo en horas de la tarde: "Estaba de día", aseveró, y la defensa, el fiscal y los jueces tomaron nota de este dato.
Precisamente su declaración, como también la de una de sus mujeres, fue de las más interesantes de esta audiencia. En primer lugar declaró Mónica Lauberge, quien reconstruyó su vida durante los días previos a la desaparición de los Zarnic y en los posteriores al hallazgo de la beba. Entre otras cosas, dijo haberse enterado de la aparición de Marianella el mismo día que fue encontrada. "A mi esposo lo vinieron a buscar de la comisaría Luján Primera pero no le dijeron lo que había pasado. Le dijeron que el comisario Lescano quería hablar con él, se cambió y fue".
- ¿Entonces el comisario Lescano y su esposo sabían que era la hija de los Zarnic?, interrogó el juez Gallaso.
- "A mi esposo, cuando llega a la comisaría, le muestran la nena y le dicen que era la hija de los Zarnic. Como no llegaba, me llamó por teléfono y me dijo que encontraron la nena de Viviana y Luis".
- ¿Ustedes se enteraron inmediatamente que habían encontrado la nena?, insistió el magistrado.
- "Sí, porque mi marido me dijo que Lescano quería hablar con él, le hicieron ver la nena y era la beba de los Zarnic".
Luego, señaló que tanto ella como su marido no sabían quién era esa nena hasta que la reconocieron los familiares de las víctimas en el Hospital e intentó desdecirse: "Ni siquiera sabíamos que había aparecido una nena. Nos enteramos cinco días o una semana después cuando Lescano lo mandó a llamar a mi marido". Y añadió que ese sábado 2 de diciembre en realidad fue Santillán hasta su casa a comunicarle que la vivienda de los Zarnic estaba abierta y que la familia se había ido.
- Si Lescano y su esposo trabajaban en dependencias distintas, ¿por qué cree que lo mandó expresamente a buscar?, buscó saber el Dr. Gallaso. Y Lauberge no pudo encontrarle una explicación a ese interrogante.
El policía Carlos Maffía fue el último en declarar esta semana. Admitió haber ido a la casa de los Zarnic, cerrar la puerta y las ventanas, observar papeles desordenados y algunas ropas en el piso, pedirle agua a una vecina para darle a un perro e irse. A pesar de ser policía desde hace 23 años y haber prestado servicio varios años en el área de Investigaciones, dijo con tono suave ante una pregunta obvia de los jueces: "No se me ocurrió hacer la denuncia". El presidente del Tribunal no le creyó y se lo hizo saber. A su vez, Maffía afirmó que cuando lo fueron a buscar a su casa por orden de Lescano "la Policía ya sabía quién era la nena", y que eso ocurrió "siete días después" de la aparición de la beba. Y prosiguió con su declaración contando que regresó a la casa de los Zarnic en otra oportunidad para mantener una relación sexual con Zulema Fernández.
Llamativamente, cuando el policía Maffía había ingresado a la Sala de Audiencias, Santillán adoptó la misma actitud temerosa que cuando lo hizo Lescano el día anterior. A diferencia del miércoles, esta vez a uno de los jueces este gesto no le pasó inadvertido. "Usted, ¿tiene algún problema en particular?", quiso saber el juez Gallaso, pero el imputado siguió eligiendo el silencio.
Apuntes para tener en cuenta
- A uno de los jueces le llamó la atención la sonrisa esbozada por la testigo Irene del Carmen Olmos cuando le nombraron a Carlos Maffía, persona mencionada en reiteradas oportunidades a lo largo de la causa y del juicio. La actitud de Olmos hizo que el Dr. Gallaso dijera que a Maffía "si bien no lo estamos incriminando, no lo vemos con una absoluta ingenuidad en la causa".
- Uno de los fleteros que efectuó la mudanza dijo que Zulema Fernández (madre del imputado) comentó que se mudaba a la casa de Dr. Real en forma "definitiva" y que en el trayecto del viaje de Las Malvinas a Luján la mujer contó que días antes un hombre había estado limpiando la casa. Ese hombre, al que describió como una persona "morocha, grandota, de gruesas cadenas de oro", que andaba en una "cupé japonesa", era el comerciante Héctor Assad, quien reconoció haber pagado el flete para que pudiera mudarse su "amiga".
- Raúl Noguera, dueño de la gomería donde estaba Santillán al momento en que fueron encontrados los cuerpos y padrastro de la mujer de Santillán, calificó al imputado como "una persona tranquila" e "inteligente" que "se daba muchísimas mañas para el trabajo", aunque nunca tuvo buena relación "porque no me caía simpático".
- El pai y candomblesista Antonio Carlos Da Silva conoció a los Zarnic en 1992 y posteriormente los vio en el 2000. Declaró que el matrimonio se hacía pasar por "pai" y "mai" pero no habían alcanzado esta categoría dentro del culto.
- La docente Esther Monasterio tuvo como alumno a Esteban Zarnic, el mayor de los tres hijos; destacó que los chicos siempre iban a la escuela acompañados por sus padres y en auto. Y cuando no concurrían era porque el auto estaba roto. Este dato algunos lo interpretaron como la posibilidad de que el matrimonio estuviese siendo amenazado, eligiendo siempre movilizarse todos juntos. La maestra agregó que uno de los chicos dijo que a la casa iban personas a buscar dinero. En el comienzo del ciclo lectivo de 1999, los Zarnic no atravesaban una buena situación económica pero a los pocos meses eso había cambiado y ya le habían comprado los libros de texto. "Son irregularidades que uno notaba en la familia", dedujo la docente.
- La trabajadora social de la EGB 14, Analía de Sauco, recordó que al llegar a la casa de los Zarnic para hacer un informe ante la inasistencia a clase de los chicos, había una mujer que estaba haciendo limpieza y quemando cosas. Esta mujer tuvo un trato "muy cortante", dijo la trabajadora social.
El hombre que calla
Como recluso, Sergio Santillán tiene "10" en conducta. En la cárcel es un hábil cerrajero y goza del aprecio de muchos guardiacárceles, a quienes les hace los juegos de llaves de las esposas que utilizan incluso para colocarle en sus manos. Una fuente del servicio penitenciario le contó a EL CIVISMO que el imputado suele decir que a la familia Zarnic no los mató pero que algo tuvo que ver con el caso.
De acuerdo a lo que contaron dos familiares directos del imputado, Santillán teme que le puedan hacer algo a los dos hijos que tuvo con Mariana Aranda, y por eso no va a hablar. El mismo temor tienen algunos de los testigos que pasaron por el juicio.
Una de las pocas personas que lo visita a la cárcel, le dijo a este medio que el día que ocurrió el crimen Santillán fue citado a la casa de los Zarnic. Cuando llegó se encontró con cuatro integrantes de la familia muertos y varios hombres con las manos con guantes. Al ver eso, se orinó encima.
Luego, fue obligado a conducir el Taunus con la beba y con la orden de matarla en otro lugar. Pero no lo hizo y la dejó con vida debajo de un árbol. En tal sentido, algunas versiones sostienen que Santillán manejaba mientras otra persona lo apuntaba con un revólver en la cabeza.
Después, le entregaron un boleto de compra y venta del vehículo que era falso, muebles, electrodomésticos que depositó en su casa, y buscó a su madre para que ocupara la vivienda.
Atrapado en esta situación, no tuvo más remedio que callarse la boca y asumir hasta ahora ser el único responsable de haber matado a cuatro personas, tejiendo un complicado y misterioso entramado para quedarse con un viejo Taunus, una playstation, una heladera, una cocina y una línea telefónica.
AclaraciónLa testigo Elisa Massolo solicitó que se aclare que nunca dijo que Maffía quería ser "hijo de religión" de los Zarnic y estimó que el matrimonio pudo haber chantajeado a los Maffía como Viviana Repossi lo hizo con ella. También, aseguró que no utilizó la expresión "trucha" para referirse a la documentación que estaba reuniendo el matrimonio asesinado a los efectos de obtener un crédito y que el fiscal Altube tomó declaraciones de otros testigos durante su indagatoria y se las adjudicó a ella cuando no lo eran. Además, dijo haberlo visto sólo dos veces a Sergio Santillán. (PUNTO CERO-El Civismo).
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