domingo, febrero 24, 2008

El efecto Duhalde sobre Cristina y Julio de Vido. Por Ignacio Fidanza.

BUENOS AIRES, Febrero 24, (PUNTO CERO-La Política OnLine) La Presidenta reaccionó ante las declaraciones de Eduardo Duhalde sobre su incapacidad para gobernar el país. Las discusiones con Néstor Kirchner y la feroz interna del Ministerio de Planificación con Martín Lousteau.
“Duhalde lo hizo”, fue la frase entre jocosa y dolida de un amigo del Ministerio de Planificación. ¿Qué fue lo que hizo el ex presidente? Provocó un nuevo cortocircuito entre Cristina Kirchner y su marido. La Presidenta, según fuentes del oficialismo, habría tomado muy mal que los medios del país amplificaran las declaraciones del bonaerense señalando que el poder real del gobierno lo ejerce Néstor Kirchner, y que con mal disimulado cinismo celebrara que existe un “doble comando” en la conducción de la Argentina.
Como no hay forma posible en dirimir de manera definitiva un entredicho en el matrimonio presidencial –salvo el improbable divorcio-, el pato de la boda, como siempre sucede en las peleas de pareja, fue un tercero. En este caso, el ministro de Planificación Julio de Vido.
Con cierta lógica, Cristina habría argumentado ante su marido que la permanencia del ministro de Planificación y los suyos –Ricardo Jaime, Guillermo Moreno, etc-, es leída por la política, el mundo de los negocios, el sindicalismo y la sociedad en general, como la prueba de la influencia directa de Néstor Kirchner en los asuntos del gobierno.
Más allá que en términos concretos esto en gran medida es así, a la Presidenta parece preocuparle más la dolorosa transparencia del doble comando, que su realidad. Visibilidad de poder intervenido, que la permanencia de hombres que ella resiste, expone.
De hecho, Daniel Muñoz, el secretario privado de Néstor Kirchner, se reúne habitualmente con Roberto Baratta, secretario de Coordinación de Planificación y mano derecha de De Vido, en distintos hoteles porteños. Se entiende que existe allí un circuito para-administrativo que indica que Planificación reporta a Puerto Madero.
Hablaron entonces los Kirchner de la salida de Julio de Vido, aunque es prudente recordar que se trata esta de una defunción tantas veces anticipada que más vale tomar con largas pinzas.
“Esta vez nos vamos”, dicen muy cerca del ministro. “Ya está, le ganamos la interna a Lousteau, no hay dudas: Julio de Vido es el ministro más fuerte del gabinete”, afirma por su lado Guillermo Moreno. Pero no siempre el que grita más fuerte es el que gana, más bien algunos desborden expresan la incomodidad que causa percibir la inminencia de la caída.
Sin embargo, no se trata de una cuestión sencilla. Más allá de la sensatez del argumento de la Presidenta, el andamiaje construido por Néstor Kirchner en el Ministerio de Planificación, no es sencillo de reemplazar. Por caso, ante una eventual salida de Julio de Vido, ¿Quién negociará con los gremios? ¿Los grandes empresarios? ¿Hugo Chávez? ¿ Quién se ocupará de la crisis energética, el combate con los precios? Y otras tareas ásperas, pero necesarias.
Ya no es un secreto que el secretario de Obras Públicas José López, sería el remplazo natural de Julio de Vido, dada la confianza que le tiene la Presidenta -el otro hombre de Planificación que goza de ese vínculo es el secretario de Energía Daniel Camerón-. Esta semana, López mantuvo importantes reuniones políticas que solía encabezar el actual ministro. Pero con los Kirchner nunca se sabe.

Alberto y Lousteau
Con paciencia Alberto Fernández ha ido acumulando economistas: Lousteau, Martín Redrado, Mercedes Marcó del Pont, Beatriz Nofal, y algunos otros. Gente preparada y de modales sofisticados. De aspecto agradable y lecturas variadas. ¿Pero es ese un equipo para la indomable Argentina?
La mencionada bravuconada de Moreno tiene un sentido. El ministro de Economía, viene sufriendo una intensa lluvia ácida que se expresa en cotidianas desautorizaciones, reflejadas de manera impiadosa por la prensa especializada, tal vez aquella que más le duele a este economista acostumbrado a ser la estrella mimada, la “promesa”, el centro de mesa de todas las reuniones.
Su paso al costado en cuestiones centrales para la marcha de la economía, como la crisis energética, la discusión salarial, la inflación o el destino de las inversiones, lleva a preguntarse cuantos sapos más aceptará digerir el ego de Lousteau, bajo la promesa de una próxima salida de los muchachos de Planificación, que no termina de concretarse.
O dicho de otra manera: ¿Qué tanto prestigio le quedará, qué resto político y profesional conservará, cuando esa salida se produzca, si se produce? Por eso, no sería raro que una mañana, mientras desayuda y hojea los diarios decida que esa es la última tapa ignominiosa que castigará su dignidad –y la de su equipo-. No sería la primera vez que una decisión personal, desbarate los más elaborados planes políticos. Aunque de igual manera es posible pensar que sólo una victoria final restañará el prestigio final y lo único que le queda es resistir.
Es una realidad que en el peronismo, pero no únicamente, suelen triunfar no los más razonables, los más honestos o los mejor preparados. No, los que se imponen suelen ser los de estómago más duro, aquellos capaces de soportar humillaciones muy por encima de lo que haría un ciudadano sensato.
Como sea, la simplificada o interesada lectura mediática, repite de manera más o menos obvia que el jefe de Gabinete Alberto Fernández, y su protegido ministro de Economía Martín Lousteau, son a diferencia de los muchachos de Planificación, “de Cristina”. Y en ese sentido, no se puede negar que la salida de Julio de Vido, marcaría desde lo simbólico el inicio real de la gestión “de” Cristina Kirchner. El único problema es que a veces en política, la pasión por embellecer las formas puede llevar a desbaratar el fondo, que feo y rudo, garantizaba cierto control, que una vez perdido es muy difícil recuperar. (PUNTO CERO-La Política OnLine).


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