Aunque desde el Ministerio de Salud de Claudio Zin lo niegan, fuentes provinciales aseguraron a LPO que la producción de comprimidos se paró hace dos años y que sólo se siguen fabricando vacunas. Estaba bajo el ala de Alberto Costa, el viceministro que echaron por su vínculo con la mafia de los medicamentos. Por la misma causa tuvo que irse quien era su director. La falta de comprimidos abre el negocio a las droguerías.
En la carpeta de promesas que presentó asumió el cargo de ministro de Salud de la provincia de Buenos Aires, Claudio Zin incluía la reactivación del Laboratorio Central de Salud Pública bonaerense, dependiente de su cartera, el cual había sido desactivado en la gestión anterior. Al día de hoy, y con casi dos años al frente del Ministerio, fuentes provinciales aseguran que de allí no salió ni un solo comprimido durante todo ese tiempo.
El laboratorio Tomás Perón en un organismo estatal encargado de la producción de vacunas como la BCG, la doble o la antirrábica, y comprimidos de venta corriente, como ibuprofeno, paracetamol o amoxicilina. Pero informes provinciales aseguran que en julio de 2007 el entonces ministro de Felipe Solá, Claudio Matte, frenó la línea de producción por reparaciones y mantenimiento. Hasta hoy, todo seguiría parado.
El Laboratorio Central depende directamente de la Subsecretaría de Control Sanitaria, cargo que hasta hace pocos días ocupaba Alberto Costa, virtual viceministro de Zin, quien tuvo que dejar su cargo cuando apareció vinculado por el juez Norberto Oyarbide a la mafia de los medicamentos. Detrás de él también se fue Sebastián Marotz, quien oficiaba de director del laboratorio.
Desde el entorno de Zin niegan que esté parado. En la página del gobierno de Daniel Scioli, por caso, publicaron en octubre del año pasado una nota exclusivamente para salir a desmentir “los rumores que circularon en los medios de comunicación acerca de que la planta platense del Laboratorio había dejado de generar medicamentos”.
Allí informaban de la puesta en marcha de un “proceso de reformas estructurales que le permitirá contar con normas de calidad avaladas por el Anmat” lo que le permitiría a esa planta contar “con una producción de medicamentos que podrá venderse a todas las provincias del país y, además, tendrá la posibilidad de exportar”. La misma información, avalando el parate de la producción, aclaraba que “al asumir la nueva gestión las tres máquinas para producir comprimidos y las dos blisteadoras para envasarlos no funcionaban”.
Según los datos ofrecidos en esa gacetilla, efectivamente se continuó la fabricación de vacunas. Se produjeron –siempre según los datos oficiales- 302.600 dosis de vacuna antirrábica, 284.101 dosis de antirrábica canina, 79.900 dosis de antirrábica humana, 608.700 dosis de BCG, 716.000 dosis de Doble Adulto y 354.600 dosis de tuberculina.
Pero también, afirma el texto, hubo producción de comprimidos, aunque en cantidades mínimas: 213 mil comprimidos de Atenolol, 153 suspensiones pediátricas de amoxicilina 250 mg., 58.270 suspensiones pediátrica cefalexina 250 mg., 846.300 comprimidos de ciprofloxacina 500 mg., 7.212 jarabes de difenhidramina HCL, 46.700 comprimidos de enalapril de 10 mg., 42.100 comprimidos de floconazol de 100 mg., 3.290.360 comprimidos de glibenclamida de 5 mg., 5.856 jarabes ibuprofeno de 200 mg., 15.835 jarabes de mebendazol de 200 mg., 13.300 comprimidos de metformina de 500 mg, 20.588 jarabes paracetamol de 200 mg., 13.900 comprimidos de paracetamol de 500 mg., 32.800 lociones de parmetrina al 1 por ciento, 12.957 frascos de gotas de salbutamol, 11.784 frascos de gotas de sulfato ferroso y 235.300 comprimidos de teofilina de 200 mg.
Las fuentes consultadas, aunque no se animan a desmentir que se haya llegado a esa producción en 2008, afirman que no se hicieron en el Laboratorio Central sino en las otras plantas que tiene el Ministerio en Necochea, Bahía Blanca y Berazategui. “Estas producen jarabes líquidos, mientras que el Tomás Perón se encarga de comprimidos y vacunas. Esa es la estructura, pero no sería extraño que se haya derivado algo a los otros laboratorios”, comentó la fuente. Lo que sí es cierto es que la producción de inyectables, al día de hoy, es cero.
En la carpeta de promesas que presentó asumió el cargo de ministro de Salud de la provincia de Buenos Aires, Claudio Zin incluía la reactivación del Laboratorio Central de Salud Pública bonaerense, dependiente de su cartera, el cual había sido desactivado en la gestión anterior. Al día de hoy, y con casi dos años al frente del Ministerio, fuentes provinciales aseguran que de allí no salió ni un solo comprimido durante todo ese tiempo.
El laboratorio Tomás Perón en un organismo estatal encargado de la producción de vacunas como la BCG, la doble o la antirrábica, y comprimidos de venta corriente, como ibuprofeno, paracetamol o amoxicilina. Pero informes provinciales aseguran que en julio de 2007 el entonces ministro de Felipe Solá, Claudio Matte, frenó la línea de producción por reparaciones y mantenimiento. Hasta hoy, todo seguiría parado.
El Laboratorio Central depende directamente de la Subsecretaría de Control Sanitaria, cargo que hasta hace pocos días ocupaba Alberto Costa, virtual viceministro de Zin, quien tuvo que dejar su cargo cuando apareció vinculado por el juez Norberto Oyarbide a la mafia de los medicamentos. Detrás de él también se fue Sebastián Marotz, quien oficiaba de director del laboratorio.
Desde el entorno de Zin niegan que esté parado. En la página del gobierno de Daniel Scioli, por caso, publicaron en octubre del año pasado una nota exclusivamente para salir a desmentir “los rumores que circularon en los medios de comunicación acerca de que la planta platense del Laboratorio había dejado de generar medicamentos”.
Allí informaban de la puesta en marcha de un “proceso de reformas estructurales que le permitirá contar con normas de calidad avaladas por el Anmat” lo que le permitiría a esa planta contar “con una producción de medicamentos que podrá venderse a todas las provincias del país y, además, tendrá la posibilidad de exportar”. La misma información, avalando el parate de la producción, aclaraba que “al asumir la nueva gestión las tres máquinas para producir comprimidos y las dos blisteadoras para envasarlos no funcionaban”.
Según los datos ofrecidos en esa gacetilla, efectivamente se continuó la fabricación de vacunas. Se produjeron –siempre según los datos oficiales- 302.600 dosis de vacuna antirrábica, 284.101 dosis de antirrábica canina, 79.900 dosis de antirrábica humana, 608.700 dosis de BCG, 716.000 dosis de Doble Adulto y 354.600 dosis de tuberculina.
Pero también, afirma el texto, hubo producción de comprimidos, aunque en cantidades mínimas: 213 mil comprimidos de Atenolol, 153 suspensiones pediátricas de amoxicilina 250 mg., 58.270 suspensiones pediátrica cefalexina 250 mg., 846.300 comprimidos de ciprofloxacina 500 mg., 7.212 jarabes de difenhidramina HCL, 46.700 comprimidos de enalapril de 10 mg., 42.100 comprimidos de floconazol de 100 mg., 3.290.360 comprimidos de glibenclamida de 5 mg., 5.856 jarabes ibuprofeno de 200 mg., 15.835 jarabes de mebendazol de 200 mg., 13.300 comprimidos de metformina de 500 mg, 20.588 jarabes paracetamol de 200 mg., 13.900 comprimidos de paracetamol de 500 mg., 32.800 lociones de parmetrina al 1 por ciento, 12.957 frascos de gotas de salbutamol, 11.784 frascos de gotas de sulfato ferroso y 235.300 comprimidos de teofilina de 200 mg.
Las fuentes consultadas, aunque no se animan a desmentir que se haya llegado a esa producción en 2008, afirman que no se hicieron en el Laboratorio Central sino en las otras plantas que tiene el Ministerio en Necochea, Bahía Blanca y Berazategui. “Estas producen jarabes líquidos, mientras que el Tomás Perón se encarga de comprimidos y vacunas. Esa es la estructura, pero no sería extraño que se haya derivado algo a los otros laboratorios”, comentó la fuente. Lo que sí es cierto es que la producción de inyectables, al día de hoy, es cero.
El contacto Lorenzo
La no producción de comprimidos que denuncian en la provincia y que, con preocupación, desde el sciolismo vienen desmintiendo desde el año pasado, fue puesta en el ojo de la tormenta con la salida de Costa tras confirmarse sus vínculos con Néstor Lorenzo, “el Yabrán de la mafia de los medicamentos”, como la bautizó la ex ministra de Salud de la Nación, Graciela Ocaña.
Los especialistas, en primer lugar, descartan que se haya frenado la producción de estos comprimidos para abrirle el juego a los remedios adulterados. Explican que “son medicamentos de uso masivo y bajo costo”, por lo que “no conviene falsificarlos porque hacen muy poca diferencia y corren muchos riesgos”. “¿Para qué voy a adulterar con agua una aspirina si puedo hacer lo mismo con un comprimido, como existen algunos, de 10 mil pesos la pastilla?”, comentó un especialista que analizó el caso con este medio.
Sin embargo, hay otra lectura posible. Si se congela la producción de estos comprimidos hay menos genéricos en el mercado y se achica la competencia con los grandes laboratorios. Ahí apuntan las sospechas de quiénes conocen el mundo de los remedios. Incluso, hay quienes sostienen que ese pudo ser el primer paso en la relación de Costa y Lorenzo.
El antecesor de Marotz en la dirección del Laboratorio Central fue Alejandro Lozano, un funcionario a quien destacan por su conocimiento del trabajo y su buena labor como funcionario. Pero a su vez, a Lozano lo señalan como “pariente” de Fernando Burlando, el famoso abogado que representa a Zin y, por recomendación de este a su ex número dos, ahora también a Costa.
A su vez, Lozano es el sobrino de Floreal Ferrara, ex ministro de Salud de Antonio Cafiero. El hijo de Ferrara, Pedro, es ahora quien asumió como interventor en la Obra Social Bancaria Argentina (OSBA), la más implicada por la Justicia como parte del circuito de medicamentos truchos de Lorenzo. Un círculo cerrado y sin fin. (La Política OnLine).
La no producción de comprimidos que denuncian en la provincia y que, con preocupación, desde el sciolismo vienen desmintiendo desde el año pasado, fue puesta en el ojo de la tormenta con la salida de Costa tras confirmarse sus vínculos con Néstor Lorenzo, “el Yabrán de la mafia de los medicamentos”, como la bautizó la ex ministra de Salud de la Nación, Graciela Ocaña.
Los especialistas, en primer lugar, descartan que se haya frenado la producción de estos comprimidos para abrirle el juego a los remedios adulterados. Explican que “son medicamentos de uso masivo y bajo costo”, por lo que “no conviene falsificarlos porque hacen muy poca diferencia y corren muchos riesgos”. “¿Para qué voy a adulterar con agua una aspirina si puedo hacer lo mismo con un comprimido, como existen algunos, de 10 mil pesos la pastilla?”, comentó un especialista que analizó el caso con este medio.
Sin embargo, hay otra lectura posible. Si se congela la producción de estos comprimidos hay menos genéricos en el mercado y se achica la competencia con los grandes laboratorios. Ahí apuntan las sospechas de quiénes conocen el mundo de los remedios. Incluso, hay quienes sostienen que ese pudo ser el primer paso en la relación de Costa y Lorenzo.
El antecesor de Marotz en la dirección del Laboratorio Central fue Alejandro Lozano, un funcionario a quien destacan por su conocimiento del trabajo y su buena labor como funcionario. Pero a su vez, a Lozano lo señalan como “pariente” de Fernando Burlando, el famoso abogado que representa a Zin y, por recomendación de este a su ex número dos, ahora también a Costa.
A su vez, Lozano es el sobrino de Floreal Ferrara, ex ministro de Salud de Antonio Cafiero. El hijo de Ferrara, Pedro, es ahora quien asumió como interventor en la Obra Social Bancaria Argentina (OSBA), la más implicada por la Justicia como parte del circuito de medicamentos truchos de Lorenzo. Un círculo cerrado y sin fin. (La Política OnLine).
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