(La Política OnLine). El ex presidente intercedió para que avance en la Legislatura bonaerense un proyecto que habilita al club Morón a ceder los terrenos de su estadio situados en el centro de distrito, donde se construirían edificios para comercializar. Una reconocida firma española estaría atrás del negocio. El vicegobernador Alberto Balestrini pidió los avales para habilitar la obra, pero Kirchner le bajó el pulgar. Y el proyecto fue aprobado en las dos Cámaras.
La sesión preparatoria de la Cámara de Diputados blanqueó la sintonía que el por diez años intendente de Morón, Martín Sabbatella, mantiene con Néstor Kirchner, pese a haberlo enfrentado en las pasadas elecciones legislativas. Pero no fue la única muestra de armonía: un millonario negocio en la ciudad del ex jefe comunal logró ser habilitado por gestiones del ex presidente.
El aval final lo obtuvo en la Legislatura bonaerense, donde se hace sentir el peso de los intendentes peronistas del conurbano bonaerense, de quienes Sabbatella fue siempre uno de sus principales críticos. Sugestivo por donde se lo mire.
Desde hace dos años Sabbatella difunde gustoso la licitación ganada por el estudio Vila-Sebastián-Vila y Asociados, que incluyó en el también difundido “Plan de Desarrollo Estratégico urbano” que lanzó el distrito en 2005.
Consiste en trasladar diez cuadras la cancha de Morón, situada hoy en el centro del distrito, y usar esos terrenos para levantar un fastuoso proyecto inmobiliario con departamentos, oficinas y locales comerciales para vender a valores exorbitantes.
Lo que Sabbatella evita contar es que, en realidad, la obra está en manos del poderoso empresario inmobiliario de Barcelona Jordi Pujol, de extrema influencia en el circuito de poder catalán, y hasta en el club de fútbol de esa ciudad, reciente campeón del mundo.
El negocio tendría escasos riesgos, ya que con una porción del dinero recaudado por la venta de inmuebles se construiría, ya con la plata en mano, el nuevo y promocionado estadio del Club Morón.
Pero el proyecto no podía saltear el trámite legislativo necesario para liberar al club del cargo que tiene sobre el terreno del estadio, que la provincia le cedió hace cuarenta años para el uso exclusivo de actividades deportivas.
Además, para que el negocio avance, la Legislatura bonaerense, y luego el gobernador Daniel Scioli, debían cederle al club los terrenos donde quiere construir el nuevo estadio.
Eran ambas demasiadas concesiones para un dirigente opositor que, por ejemplo, le robó varios concejales a los intendentes kirchneristas del Gran Buenos Aires. Durante el año pasado los legisladores del oficialismo se negaban una y otra vez a aprobarlo.
El último en plantarse fue el vicegobernador Alberto Balestrini, poco deseoso a ser garante de un negocio de un intendente rival. Avezado en estos temas, pidió avales que garanticen la construcción del estadio de Morón. La empresa triunfante en la licitación no tuvo respuesta.
Pero la contestación llegó del lugar menos pensado: fue Néstor Kirchner quien llamó al vicegobernador para pedirle que no frene la obra. La obediencia fue inmediata. El 26 de noviembre el Senado aprobó en el recinto un proyecto con las dos autorizaciones ansiadas por Sabbatella, y dos semanas después Diputados la convirtió en ley.
La intervención de Kirchner pareció ser una jugada al límite a favor del ex intendente de Morón: de haberse retrasado sólo una semana más en cualquiera de las Cámaras, la habilitación hubiera requerido del apoyo de al menos una de las bancadas opositoras. Y Sabbatella no tiene siquiera un legislador aliado.
El proyecto tiene sólo dos artículos, y es un traje a medida para que la obra promovida por Sabbatella avance sin filtros. El primero libera al club del cargo impuesto en la ley que hace cuatro décadas le dio los terrenos, o sea, le permite venderlo para usos no deportivos.
Y el restante sólo obliga al club a adquirir en un año a partir de la promulgación de la ley el inmueble cercano en el que los españoles levantarían su estadio. Esos terrenos pertenecen a la provincia de Buenos Aires, y, con esta norma, se los cederían generosamente al club. Todo sea por el desarrollo inmobiliario.
La sesión preparatoria de la Cámara de Diputados blanqueó la sintonía que el por diez años intendente de Morón, Martín Sabbatella, mantiene con Néstor Kirchner, pese a haberlo enfrentado en las pasadas elecciones legislativas. Pero no fue la única muestra de armonía: un millonario negocio en la ciudad del ex jefe comunal logró ser habilitado por gestiones del ex presidente.
El aval final lo obtuvo en la Legislatura bonaerense, donde se hace sentir el peso de los intendentes peronistas del conurbano bonaerense, de quienes Sabbatella fue siempre uno de sus principales críticos. Sugestivo por donde se lo mire.
Desde hace dos años Sabbatella difunde gustoso la licitación ganada por el estudio Vila-Sebastián-Vila y Asociados, que incluyó en el también difundido “Plan de Desarrollo Estratégico urbano” que lanzó el distrito en 2005.
Consiste en trasladar diez cuadras la cancha de Morón, situada hoy en el centro del distrito, y usar esos terrenos para levantar un fastuoso proyecto inmobiliario con departamentos, oficinas y locales comerciales para vender a valores exorbitantes.
Lo que Sabbatella evita contar es que, en realidad, la obra está en manos del poderoso empresario inmobiliario de Barcelona Jordi Pujol, de extrema influencia en el circuito de poder catalán, y hasta en el club de fútbol de esa ciudad, reciente campeón del mundo.
El negocio tendría escasos riesgos, ya que con una porción del dinero recaudado por la venta de inmuebles se construiría, ya con la plata en mano, el nuevo y promocionado estadio del Club Morón.
Pero el proyecto no podía saltear el trámite legislativo necesario para liberar al club del cargo que tiene sobre el terreno del estadio, que la provincia le cedió hace cuarenta años para el uso exclusivo de actividades deportivas.
Además, para que el negocio avance, la Legislatura bonaerense, y luego el gobernador Daniel Scioli, debían cederle al club los terrenos donde quiere construir el nuevo estadio.
Eran ambas demasiadas concesiones para un dirigente opositor que, por ejemplo, le robó varios concejales a los intendentes kirchneristas del Gran Buenos Aires. Durante el año pasado los legisladores del oficialismo se negaban una y otra vez a aprobarlo.
El último en plantarse fue el vicegobernador Alberto Balestrini, poco deseoso a ser garante de un negocio de un intendente rival. Avezado en estos temas, pidió avales que garanticen la construcción del estadio de Morón. La empresa triunfante en la licitación no tuvo respuesta.
Pero la contestación llegó del lugar menos pensado: fue Néstor Kirchner quien llamó al vicegobernador para pedirle que no frene la obra. La obediencia fue inmediata. El 26 de noviembre el Senado aprobó en el recinto un proyecto con las dos autorizaciones ansiadas por Sabbatella, y dos semanas después Diputados la convirtió en ley.
La intervención de Kirchner pareció ser una jugada al límite a favor del ex intendente de Morón: de haberse retrasado sólo una semana más en cualquiera de las Cámaras, la habilitación hubiera requerido del apoyo de al menos una de las bancadas opositoras. Y Sabbatella no tiene siquiera un legislador aliado.
El proyecto tiene sólo dos artículos, y es un traje a medida para que la obra promovida por Sabbatella avance sin filtros. El primero libera al club del cargo impuesto en la ley que hace cuatro décadas le dio los terrenos, o sea, le permite venderlo para usos no deportivos.
Y el restante sólo obliga al club a adquirir en un año a partir de la promulgación de la ley el inmueble cercano en el que los españoles levantarían su estadio. Esos terrenos pertenecen a la provincia de Buenos Aires, y, con esta norma, se los cederían generosamente al club. Todo sea por el desarrollo inmobiliario.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario