Un trabajó del equipo económico del Banco Ciudad subraya que contra la mayoría de los pronósticos la inflación no escaló al 40% y se amesetó en torno al 20%, permitiendo que la superen los sueldos en blanco y alimentando una ola de consumo que pudo ser decisiva en la victoria de Cristina. La pregunta es por cuánto tiempo puede sostenerse una devaluación del 5-10% anual con una inflación del 20-25%.
- El pronóstico de la oposición más cerril al gobierno para el segundo semestre de este año vaticinaba que Cristina iba a estar sumida en un infierno inflacionario con tasas superiores al 40%, alimentadas por la puja distributiva y los reclamos salariales fuera de todo control.
Sin embargo, ese pronóstico como tantos otros no se cumplió y acaso los efectos de la actual tasa de inflación hayan contribuido de manera importante al triunfo aplastante de la Presidenta en las primarias.
Un trabajo del equipo de economistas del Banco Ciudad que conduce Santiago Laspina pone ahonda sobre esa hipótesis.
“La tasa de inflación amagó con convertirse, desde hace tiempo, en el verdugo electoral del gobierno nacional. Los pronósticos más agoreros llegaron a proyectar un aumento de precios del 40% para 2011. Nada de eso ocurrió y, muy por el contrario, la mayoría de los analistas ubican a la bonanza económica entre las principales razones del éxito electoral del kirchnerismo”, comienza el análisis.
El trabajo señala que “los datos muestran que: 1) la inflación ha venido navegando algo por encima del 20% anualizado; 2) el aumento de los ingresos nominales (salarios y jubilaciones) ha superado holgadamente esas cifras de manera sistemática en el último año; 3) la tasa de pobreza (bien medida) no ha disminuido sustancialmente pero tampoco se ha incrementado y hoy promedia el 20-25% de la población total según las mejores estimaciones privadas; 4) el consumo ha seguido en constante aumento, incentivado por una tasa de inflación que castiga el ahorro, por salarios reales en ascenso y ayudado por la fuerte expansión del crédito. Este escenario económico fue suficiente para barrer la cuestión económica del debate electoral”, subraya.
Sin embargo, detrás de este aparente “equilibrio virtuoso” que se estaría dando con una tasa de inflación del 20% se esconderían no pocas inconsistencias que acaso vaticinan un futuro más complicado, según estima este trabajo, que además señala que la situación actual plantea un desafiante enigma académico.
“Conviene decir que la brecha que mantienen las principales variables nominales de la economía con la inflación oficial y privada es sorprendentemente elevada. La expansión monetaria ronda el 40% anual, los salarios el 30% y la recaudación tributaria el 35%. Son cifras enormes si se las compara con una inflación del 22% anual. En particular, la brecha entre inflación y expansión monetaria es uno de los enigmas teóricos más interesantes de la actual coyuntura”, apunta.
“No son pocos quienes creen que el actual 22% de inflación refleja, con los rezagos propios de la política monetaria, la tasa de expansión monetaria de 2010 (28%) neta del crecimiento real actual (6-7%) y que el actual 40% de crecimiento de la emisión monetaria anticipa la inflación de 2012-13. Es una discusión que todavía no tiene respuestas contundentes”, advierte el trabajo.
El largo plazo
Pese a los notables beneficios políticos que hoy recibe el gobierno por el actual escenario económico, hacia adelante plantearía riesgos de importancia, según este trabajo. “La inflación es un proceso que apenas entorpece el corto plazo pero que promete convertirse en un dolor de cabeza a largo plazo. En los últimos años, la estabilidad del tipo de cambio ha permitido sostener bajas las tasas de interés (incluso siguen siendo fuertemente negativas en términos reales) y doblegar cualquier atisbo de aceleración inflacionaria. La pregunta del millón sigue siendo por cuánto tiempo puede sostenerse una devaluación del 5-10% anual con una inflación del 20-25%” apunta.
“Los costos en dólares han seguido en aumento aquí y -por suerte- en toda la región y en prácticamente la mayoría de nuestros socios comerciales. Pero en los últimos años Argentina ha aventajado largamente al resto de los países con una inflación en dólares de las más altas de Latinoamérica. En algún momento, se sabe, habrá que bajar la inflación y/o comenzar a depreciar más rápidamente el peso para compensar la inflación pasada. Es una verdad de Perogrullo que esto sucederá tarde o temprano. Cuándo llegará ese día y cómo será la dinámica del tipo de cambio y la inflación son preguntas a las que nadie tiene hoy una respuesta cierta. Sólo sabemos que, en ese momento, la cuestión inflacionaria volverá al centro de la escena”, concluye. (La Política OnLine)
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