Los más de 10 millones de votos que Cristina Fernández recibió en las primarias le vendrán bien al gobierno para hacer frente al temporal que amaga llegar por la recesión en Estados Unidos y Europa.
Semejante respaldo, que ahora debería ser ratificado en las elecciones del 23 de octubre, le permitirá a la Presidenta iniciar un segundo mandato con volumen político para adoptar decisiones que no serán del todo agradables, ante un mundo que se hunde.
El aluvión de subsidios -80.000 millones de pesos este año- destinados a sostener el consumo comenzará seguramente a mermar después de octubre, porque se tornarán insostenibles en un marco global donde los principales países del mundo entrarán en una parálisis de impacto mundial.
La Argentina, como viene machacando el equipo económico, está preparada para afrontar lo que se viene, pero no tan bien
equipada como pretenden hacer creer el ascendente Amado Boudou y su equipo. El gasto público está sobregirado, porque con el objetivo de mostrar un mercado interno pujante el gobierno se pasó de la raya con los subsidios multimillonarios, planes sociales a discreción y emisión de moneda a niveles desaconsejables.
A esto se suma el centro del problema que viene: Estados Unidos y Europa dejarán de aspirar manufacturas de esa inmensa factoría de mano de obra barata en que se convirtió la militarizada China comunista, y otros países como la India. Esto tendrá impacto en las compras de soja y derivados que esas naciones realizan a Brasil y la Argentina.
En qué magnitud caerán esas compras, es difícil saberlo, más teniendo en cuenta las fabulosas reservas acumuladas por los
chinos, pero dependerá de hasta qué punto el gobierno comunista se muestre dispuesto a sostener el crecimiento económico de su población.
Para la Argentina, la soja garantiza divisas abundantes e ingresos fiscales cuantiosos, arrastra demanda, inversiones y, al
fin, sostiene actividad productiva. Representa buena parte del "viento de cola" que beneficia al país y cuya mención enoja a la Presidenta, que cuando suele recordar el ajuste salvaje aplicado por el errático gobierno trunco de Fernando de la Rúa olvida decir que al radical le tocó gobernar con el precio de los commodities es su nivel histórico más bajo, lo cual se agravó por la inoperancia de su administración.
La importancia del complejo sojero es decisiva para el país: este año sus exportaciones rondarán los 24.000 millones de dólares millones, un 36 % más que en 2010, por el alza del precio de los alimentos, lo cual equivaldrá al 30 por ciento de las exportaciones. Así, en cuatro años le dejará al país divisas por 70.000 millones de dólares.
Esto permitirá que, por retenciones, el gobierno tenga ingresos por 32.000 millones de pesos y acumule más de 90.000 millones en los últimos cuatro años. La conclusión es clara: sin el complejo sojero, el festival de subsidios sería inviable, y la Argentina se convertiría rápido en un país con cuentas públicas a la deriva y reservas diezmadas, y no superiores a los 50.000 millones de dólares como en la actualidad.
A pesar de semejante sostén, la Argentina sigue padeciendo problemas de país periférico: la calificadora Fitch acaba de decir
que no le podrá subir la nota al país mientras se mantenga la "manipulación" de estadísticas del INDEC. La fuga de capitales se aceleró este año, con más de 12.000 millones de dólares entre enero y julio, y una salida de casi 70.000 millones desde que Cristina se hizo cargo del gobierno.
No es el único punto que mete ruido en el "modelo": entre 2007 y 2011, el Banco Central y la ANSeS financiarán al Tesoro Nacional con 58.000 millones de dólares. Así, Cristina echa mano de estrategias controversiales para sostener el superávit primario, aunque el problema de fondo es la fuerte disparada del gasto.
Ante este escenario, con los países centrales convertidos en un polvorín y Brasil devaluando el real, el capital político contundente que las elecciones le dejaron al gobierno es la principal herramienta que deberá aprovechar para encarar la sintonía fina que viene demandando el "modelo".
Parte de la fiesta se termina, llega el tiempo de tomar algunas decisiones amargas.
Semejante respaldo, que ahora debería ser ratificado en las elecciones del 23 de octubre, le permitirá a la Presidenta iniciar un segundo mandato con volumen político para adoptar decisiones que no serán del todo agradables, ante un mundo que se hunde.
El aluvión de subsidios -80.000 millones de pesos este año- destinados a sostener el consumo comenzará seguramente a mermar después de octubre, porque se tornarán insostenibles en un marco global donde los principales países del mundo entrarán en una parálisis de impacto mundial.
La Argentina, como viene machacando el equipo económico, está preparada para afrontar lo que se viene, pero no tan bien
equipada como pretenden hacer creer el ascendente Amado Boudou y su equipo. El gasto público está sobregirado, porque con el objetivo de mostrar un mercado interno pujante el gobierno se pasó de la raya con los subsidios multimillonarios, planes sociales a discreción y emisión de moneda a niveles desaconsejables.
A esto se suma el centro del problema que viene: Estados Unidos y Europa dejarán de aspirar manufacturas de esa inmensa factoría de mano de obra barata en que se convirtió la militarizada China comunista, y otros países como la India. Esto tendrá impacto en las compras de soja y derivados que esas naciones realizan a Brasil y la Argentina.
En qué magnitud caerán esas compras, es difícil saberlo, más teniendo en cuenta las fabulosas reservas acumuladas por los
chinos, pero dependerá de hasta qué punto el gobierno comunista se muestre dispuesto a sostener el crecimiento económico de su población.
Para la Argentina, la soja garantiza divisas abundantes e ingresos fiscales cuantiosos, arrastra demanda, inversiones y, al
fin, sostiene actividad productiva. Representa buena parte del "viento de cola" que beneficia al país y cuya mención enoja a la Presidenta, que cuando suele recordar el ajuste salvaje aplicado por el errático gobierno trunco de Fernando de la Rúa olvida decir que al radical le tocó gobernar con el precio de los commodities es su nivel histórico más bajo, lo cual se agravó por la inoperancia de su administración.
La importancia del complejo sojero es decisiva para el país: este año sus exportaciones rondarán los 24.000 millones de dólares millones, un 36 % más que en 2010, por el alza del precio de los alimentos, lo cual equivaldrá al 30 por ciento de las exportaciones. Así, en cuatro años le dejará al país divisas por 70.000 millones de dólares.
Esto permitirá que, por retenciones, el gobierno tenga ingresos por 32.000 millones de pesos y acumule más de 90.000 millones en los últimos cuatro años. La conclusión es clara: sin el complejo sojero, el festival de subsidios sería inviable, y la Argentina se convertiría rápido en un país con cuentas públicas a la deriva y reservas diezmadas, y no superiores a los 50.000 millones de dólares como en la actualidad.
A pesar de semejante sostén, la Argentina sigue padeciendo problemas de país periférico: la calificadora Fitch acaba de decir
que no le podrá subir la nota al país mientras se mantenga la "manipulación" de estadísticas del INDEC. La fuga de capitales se aceleró este año, con más de 12.000 millones de dólares entre enero y julio, y una salida de casi 70.000 millones desde que Cristina se hizo cargo del gobierno.
No es el único punto que mete ruido en el "modelo": entre 2007 y 2011, el Banco Central y la ANSeS financiarán al Tesoro Nacional con 58.000 millones de dólares. Así, Cristina echa mano de estrategias controversiales para sostener el superávit primario, aunque el problema de fondo es la fuerte disparada del gasto.
Ante este escenario, con los países centrales convertidos en un polvorín y Brasil devaluando el real, el capital político contundente que las elecciones le dejaron al gobierno es la principal herramienta que deberá aprovechar para encarar la sintonía fina que viene demandando el "modelo".
Parte de la fiesta se termina, llega el tiempo de tomar algunas decisiones amargas.
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