(La Política OnLine). Frenó el estudio de los contratos de televisión. Aníbal, el escudo de Grondona.
Alejandro Burzaco, el CEO de TyC buscado por la justicia de Estados Unidos por el escándalo de las coimas en la FIFA, pudo convertirse en una figura conocida hace una década, cuando la Cámara de Diputados estuvo a un paso de investigar los contratos televisivos de la AFA. Pero una gestión personal suya y varias de Julio Grondona lo impidieron.
La Comisión Especial para el Análisis, Evaluación e Investigación de la Violencia en el Fútbol fue creada por idea de Alberto Balestrini, ni bien llegó a presidir la Cámara de Diputados, en diciembre de 2005.
Balestrini arrastraba una bronca personal con Julio Grondona desde su época de directivo de Vélez, cuando lo acusaba de discriminar en su club en el primer reparto de contratos televisivos firmados entre la AFA y TyC.
Furioso, el ex intendente de La Matanza creó la comisión con una hipótesis algo forzada, pero que buscaba golpear en el corazón financiero de la AFA: que parte del dinero de la televisación es derivado por los presidentes de los clubes a las barras bravas.
Cuando los diputados consiguieron los primeros papeles supieron que podían llegar más lejos. “Vimos que la totalidad del dinero de la televisión no llegaba a los clubes. Lo cobraban en una financiera que estaba cerca de la AFA y no se llevaban el 100%”, relató a LPO uno de los miembros de la comisión, que aún conserva los documentos.
Pero para ese entonces, Burzaco ya se había cubierto las espaldas. Por una gestión de su hermano Eugenio, diputado del PRO en esos años, les pidió a las autoridades del bloque Frente para la Victoria excluir de las atribuciones de la Comisión la investigación de los contratos televisivos de los clubes.
Su gestión fue auspiciosa, como también la de Julio Grondona, que llegó a Néstor Kirchner a través de Aníbal Fernández, entonces ministro de Justicia y Seguridad.
Balestrini recibió el llamado de Kirchner y tuvo que ceder: en pleno recinto, el proyecto de creación de la comisión, presentado por el kirchnerista Luis Illaregui, excluyó del texto el artículo que facultaba a los diputados a solicitar los “contratos por la televisación del fútbol local, sus montos, su distribución, período de vigencia, etc”.
Sólo se permitió analizar “los contratos por la televisación de encuentros amistosos de las selecciones nacionales, sus montos, su distribución, período de vigencia o cualquier otra información sustancial para el cumplimiento de los objetivos de la comisión”.
Extraño criterio, por tratarse de una investigación sobre la relación de los clubes y las barras bravas. Balestrini ya veía complicaciones. La Auditoría General de la Nación, que ya estaba presidida por el radical Leandro Despouy, le había negado asistencia para peritar los números de la AFA.
Por su lobby, el CEO de Torneos -actualmente prófugo y con pedido de captura de la justicia-se anotó una cucarda ante Don Julio, que tal vez le haya permitido escalar a la FIFA.
“Burzaco estaba muy preocupado. No quería que por nada del mundo que mostremos los números de TyC con la AFA. Y lo logró”, relataron a LPO los diputados que lo recibieron. A las reuniones asistían lobbistas de las principales empresas de comunicaciones del país.
Eran épocas en las que Kirchner gozaba de un pleno idilio de la opinión pública que le permitía tensar las cuerdas con sectores del poder permanente.
Pero su estilo era negociar al final del camino. Y así fue. La comisión comenzó a disiparse y ni siquiera fue a fondo con la sangrienta interna de la barra brava de River, por la que fue asesinado Gonzalo Acro.
Sólo Juan Carlos Bonacorsi, diputado del Paufe, presentó un informe individual sobre la investigación. Nadie lo acompañó.
Paso a paso, Grondona empezó a entenderse con los Kirchner y a un año de olvidada aquella peligrosa comisión llegó Fútbol Para Todos, la sociedad que une a la AFA con la Casa Rosada hasta hoy.
Vargas Aignasse, la última víctima
“Tal vez mi pelea con Grondona me sacó de la lista de diputados”, sugirió a LPO en junio de 2011 Guillermo Vargas Aignasse, el tucumano que había sido un disciplinado diputado kirchnerista durante dos mandatos, hasta que poco antes de irse se le ocurrió cuestionar a la AFA.
Vargas Aignasse sufrió el mismo destierro de quienes se atrevían a mezclar la política con el fútbol: relegado a legislador provincial, fue perdiendo lugar en el kirchnerismo y ahora es candidato por el Frente Renovador.
Como relató LPO, a fines de 2010, el tucumano presentó un proyecto para modificar la constitución del Consejo Ejecutivo de la AFA, que ampliaba la base de clubes habilitados a votar.
En medio de una sesión, encontró a varios de sus compañeros de bloque distraídos y los hizo firmar. Consultó a la Casa Rosada a través de Oscar Parrilli y lo dejaron seguir.
El escenario fue la Comisión de Deportes, por entonces presidida por la puntana Ivana Bianchi, esposa del fallecido futbolista de River Juan Gilberto “Búfalo” Funes. Eran tiempos del Grupo A, como se llamó a la alianza opositora creada para dominar todas las comisiones.
Grondona sabía esperar para dar el golpe de gracia, con un modus operandi que bien puede explicar el escándalo de la FIFA que conmueve al mundo por estos días.
Quienes se acercaban a poner el cuerpo no eran dirigentes conocidos, sino presidentes de pequeñas federaciones del interior.
Decenas de representantes de esas ligas irrumpieron en la comisión y a fuerza de gritos y empujones enterraron la idea de cambiar el estatuto de AFA. Grondona se pegó una vuelta para ver si todo salía como esperaba.
“Lo mismo pasó con la comisión de violencia en el fútbol. Vino el presidente de la Federación de Entre Ríos y nos dijo que Grondona le había dado mucho dinero. Así de una”, recuerda un diputado.
Un dato: el proyecto comenzó a ver un final más abrupto cuando Kirchner ya no estaba y a Cristina no le interesada ensuciar a la AFA. Su estilo, se sabe, es bastante más lineal al que tenía su esposo cuando se trata de identificar amigos y enemigos.
Aníbal Fernández volvió a ser clave. Obligó a los diputados del FpV a quitar las firmas del proyecto de Vargas Aignasse y mandó a varios a apretarlo para que lo retire. Carlos Kunkel lo cruzó duro y casi terminan a las trompadas. Fue un aviso de que su vida en el kirchnerismo estaba terminada. Y para siempre. (La Politica Online).
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