MERCEDES, Noviembre 27, (PUNTO CERO-254 La Posta) A horas de la más interesante sesión del Honorable Concejo Deliberante de los últimos años el aire está tan espeso como el clima en la playa de las Palmeras Salvajes de Foulkner. Enrarecido al punto que pareciera que lo único que sostiene a los protagonistas es el viento, el remolino, en él se apoyan.
La imagen intenta graficar el clima convulsionado que se vive. El viernes a la mañana era una de idas y vueltas: sindicalistas, políticos de medio pelo, fanáticos, periodistas y más. Todos hablando de lo mismo: la plaza por Selva.
La plaza no será plaza, sino que sería, algo así como: “Al Concejo por Selva”. La idea es llenar el recinto del Concejo Deliberante para ejercer presión. Sí, esa es la verdad, no se irá por curiosidad, democratización o similar, se irá (si es que van, claro) para ver quién levanta la mano y qué tipo de tensión se crea ante la posibilidad que el ejecutivo sea convocado a dar explicaciones al Cuerpo Deliberativo.
Un poco brillante funcionario de Selva decía en el Cabildo el viernes por la mañana que con esta medida “lo levantamos a Carlos”, pero no quedó claro adónde lo van a levantar.
El hecho es que Selva vuelve a demostrar la poca capacidad de maniobra y conducción que posee. Primero pierde la mayoría en el Concejo Deliberante y se le descarrila la tropa que jamás vuelve a encasillar. La oposición crece en forma desmedida y no por mérito propio, sino por errores de la gestión, como ser el mantenimiento de funcionarios más allá de lo debido, caso ejemplar es Bozzini que con pésima imagen, con errores de función, se da el gusto de renunciar y salir de la actividad pública sin decir palabra y Selva, en lugar de capitalizar la acción se va al mazo por completo.La lista podría ser larga.
La idea de la “plaza por Carlos” es dejar como víctima al intendente y presentar a los opositores como los demonios. Pésima estrategia y repetida acción dado que a principio de año cuando se separa el valerguismo del oficialismo el propio intendente declara en estos términos, en clave de victima, diciendo que él ganó y ahora debe ser minoría. La respuesta sería: falta de conducción. Sus concejales no saben defenderlo, todo el año recibieron cachetazo tras cachetazo en el Cuerpo Deliberativo. Escándalos por renuncias, actuaciones judiciales y pedidos de informes por doquier fueron las actividades más trascendentes durante el 2006 y no la gestión ni la conducción al punto que debieron reconocer que desde “arriba” veían con preocupación la situación local, la desunión.
Selva no ha logrado conducir. Esto se ve en los hechos, no en las palabras. Hechos: la oposición crece gracias a él. Los funcionarios que renunciaron son ahora opositores y lo critican. Los concejales propios pasan desapercibidos. Su servicio de prensa ausente. Las voluntades están malhumoradas y el clima en el radio céntrico está abonado con la semilla que concentra la idea del desgobierno. Palabras: por lo bajo los funcionarios se quejan que Selva no sabe capitalizar, que todo el tiempo debe dar explicaciones en conferencias de prensa. Es real, pocos saben trasmitir el ideario selvista, aunque a esta altura conviene preguntarse: ¿Hay ideario selvista o sólo intenciones?
Arribamos a un punto en que ahora se parangona a Selva con De la Rúa, ¿Por qué? Por que se acusa que maneja más el entorno que él y las decisiones son equivocadas llevando al crecimiento de la oposición y a la falta de capitalización de los actos positivos. Selva nunca supo mostrase como conductor, pero sí como oposición.
Una vieja frase de la política vernácula dice que es más simple ser opositor que conductor. En Selva se constata.
Si hoy Selva se presentara a elección gana. Mañana también, pero la está pasando mal, muy mal.
Dicen que él se presentaría a la sesión, adelantándose a los concejales como alguna vez supo hacerlo Gioscio, pero hay una diferencia, Gioscio tenía un porte de conductor innegable. A Selva le escapa.
Hoy Selva está en su peor momento, todavía posee fuerza, pero queda claro que la conducción de las voluntades siendo gestión no es lo que mejor le sienta y, encima, ahora intenta utilizar la idea de victimización y ejercer presión vía el pueblo.
Qué pena hemos perdido el arte de la fina política y caímos en lo más vulgar: hacer sonar los bombos y no las ideas. ¿Por qué tal aseveración? Porque sabemos es un acto armado por el aparato político, no es la voluntad de la mayoría. Se trata de una acción propia de la movilización partidaria, con chorizos y gaseosa, no de un acto popular genuino en apoyo a un mandatario.
La idea de “la plaza por Carlos” es triste y victimizarlo genera una imagen de debilidad dado que jamás un guerrero se presenta débil, por el contrario, siempre va al frente. Selva, en este caso, se escuda y pide apoyo, no sale a pelearla como guerrero valiente.
Veremos en las próximas horas qué sucede. La plaza puede o no darle resultado positivo, pero el sólo hecho de haber llegado a este punto demuestra, una vez más, la falta de conducción de Selva y lo mal que lo representan sus funcionarios que hoy hablan de intento de destitución como única arma contra la oposición. Es decir: falta de estrategia. No se pelea desde lo propio, sino desde lo ajeno. No se pone fuerza en lo propio, sino en las acciones ajenas.
No es buena señal.
Las próximas horas son decisivas. (PUNTO CERO-254 La Posta).
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