BUENOS AIRES, Mayo 08, (PUNTO CERO) "Muchas cosas están pasando en los últimas semanas: huelgas docentes, problemas en la provincia del presidente, conflicto con el campo, percepción de una inflación mayor a la oficial, acusaciones de campaña, críticas de la Iglesia , etc. ¿Acaso hay algo que no está funcionando bien y amenaza electoralmente al gobierno?
Por el momento, los indicadores clásicos de imagen del gobierno nacional, popularidad del presidente e intención de voto no se han movido y parecen bastante consolidados. ¿Qué es lo pasa entonces? ¿la mayoría es inmune a las cuestiones mencionadas? ¿el gobierno es de teflón? ¿la gente a veces no quiere ver?
Al respecto siempre cito en mis clases una escena final de la película “Nixon”, de Oliver Stone. Cuando el presidente americano se ve obligado a renunciar por el caso “Watergate”, transita por los pasillos de la Casa Blanca por donde están los cuadros de los ex mandatarios. Cuando llega al cuadro de Kennedy, se para y dice: “¿por qué cuando te ven a ti, ven lo mejor de ellos, y cuando me ven a mí, ven lo peor de ellos?. Los seres humanos tenemos una memoria selectiva, dependiendo del contexto histórico.
Los electorados votan con un doble comando: haciendo balances globales y mirando para adelante. No es que nieguen los problemas, ni que todo les guste acerca de un liderazgo. Pero el promedio social es más realista y menos exigente que los informados, los analistas y la propia dirigencia política.
¿Cómo se aplica eso a Kirchner? La mayoría ve que existen problemas, que todavía hay mucha pobreza, mucha inseguridad, que se disparan algunos precios, que el presidente a veces tiene actitudes autoritarias, etc. Pero al mismo tiempo cree que 1) las cosas están mejor que hace 4 años; 2) que los problemas son de larga data y no se los puede resolver en poco tiempo; y sobre todo 3) tienen confianza sistemáticamente en que las cosas van a ir mejor. En síntesis: hace un balance favorable –y marcan asignaturas pendientes- y son optimistas (la mayoría, no todos). Claro, estos criterios de tolerancia / comprensión no se mantendrán eternamente: si existe un segundo mandato, harán las cuentas mucho más finas.
Pero también ocurren otros fenómenos interesantes para comprender la dinámica de la opinión pública respecto a cómo evalúan la coyuntura:
1) los hechos mediáticos no influyen de la misma manera en todo el país: cuando uno se para desde la gran metrópoli Buenos Aires parece que todo impacta a nivel nacional, y la verdad es que a medida que uno se aleja de los grandes centros urbanos, la intensidad se diluye notablemente, y empiezan a primar otros factores. No debe olvidarse que, según el último censo, aproximadamente un tercio de los argentinos viven en poblaciones menores a los 100.000 habitantes.
2) hay áreas de gestión que se las califica mejor a medida que va pasando el tiempo: hace un par de años atrás casi todas las áreas del gobierno nacional estaban bastante alejadas de la aprobación global, siendo lo más destacado la política económica, derechos humanos y política exterior. Pero en los últimos tiempos, crecieron mucho dos ítems: creación de empleos y obras públicas, más cercanos al cotidiano popular.
3) empieza a haber cierta familiaridad con el estilo: el hecho de que la imagen del gobierno se haya vuelto más estable en el último año, menos sujeta a las variaciones de los dos primeros años, tiene que ver también con una decodificación que la sociedad hace del modo de gobernar de Kirchner. Una especie de “y … es así”, que relativiza los aspectos menos agradables en el balance global que se mencionaba antes.
Por el momento, los indicadores clásicos de imagen del gobierno nacional, popularidad del presidente e intención de voto no se han movido y parecen bastante consolidados. ¿Qué es lo pasa entonces? ¿la mayoría es inmune a las cuestiones mencionadas? ¿el gobierno es de teflón? ¿la gente a veces no quiere ver?
Al respecto siempre cito en mis clases una escena final de la película “Nixon”, de Oliver Stone. Cuando el presidente americano se ve obligado a renunciar por el caso “Watergate”, transita por los pasillos de la Casa Blanca por donde están los cuadros de los ex mandatarios. Cuando llega al cuadro de Kennedy, se para y dice: “¿por qué cuando te ven a ti, ven lo mejor de ellos, y cuando me ven a mí, ven lo peor de ellos?. Los seres humanos tenemos una memoria selectiva, dependiendo del contexto histórico.
Los electorados votan con un doble comando: haciendo balances globales y mirando para adelante. No es que nieguen los problemas, ni que todo les guste acerca de un liderazgo. Pero el promedio social es más realista y menos exigente que los informados, los analistas y la propia dirigencia política.
¿Cómo se aplica eso a Kirchner? La mayoría ve que existen problemas, que todavía hay mucha pobreza, mucha inseguridad, que se disparan algunos precios, que el presidente a veces tiene actitudes autoritarias, etc. Pero al mismo tiempo cree que 1) las cosas están mejor que hace 4 años; 2) que los problemas son de larga data y no se los puede resolver en poco tiempo; y sobre todo 3) tienen confianza sistemáticamente en que las cosas van a ir mejor. En síntesis: hace un balance favorable –y marcan asignaturas pendientes- y son optimistas (la mayoría, no todos). Claro, estos criterios de tolerancia / comprensión no se mantendrán eternamente: si existe un segundo mandato, harán las cuentas mucho más finas.
Pero también ocurren otros fenómenos interesantes para comprender la dinámica de la opinión pública respecto a cómo evalúan la coyuntura:
1) los hechos mediáticos no influyen de la misma manera en todo el país: cuando uno se para desde la gran metrópoli Buenos Aires parece que todo impacta a nivel nacional, y la verdad es que a medida que uno se aleja de los grandes centros urbanos, la intensidad se diluye notablemente, y empiezan a primar otros factores. No debe olvidarse que, según el último censo, aproximadamente un tercio de los argentinos viven en poblaciones menores a los 100.000 habitantes.
2) hay áreas de gestión que se las califica mejor a medida que va pasando el tiempo: hace un par de años atrás casi todas las áreas del gobierno nacional estaban bastante alejadas de la aprobación global, siendo lo más destacado la política económica, derechos humanos y política exterior. Pero en los últimos tiempos, crecieron mucho dos ítems: creación de empleos y obras públicas, más cercanos al cotidiano popular.
3) empieza a haber cierta familiaridad con el estilo: el hecho de que la imagen del gobierno se haya vuelto más estable en el último año, menos sujeta a las variaciones de los dos primeros años, tiene que ver también con una decodificación que la sociedad hace del modo de gobernar de Kirchner. Una especie de “y … es así”, que relativiza los aspectos menos agradables en el balance global que se mencionaba antes.
Lo que se quiere resaltar es que un gobierno no empieza a tener problemas electorales por el acumulado de algunas semanas de conflictos. Un tema tiene que estar varios días seguidos en un alto nivel de presencia mediática, sobre todo la electrónica, para que la gente lo empiece a registrar. Si una cuestión está relegada a los medios escritos, es más difícil que termine siendo un tema de opinión pública”. (PUNTO CERO).
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