SAN FERNANDO, Noviembre 07, (PUNTO CERO) “Son espacios de juego y aprendizaje que se construyen con los vecinos y con el aporte de donantes particulares”, cuenta Adriana Mettler, refiriéndose a las ludotecas. Y explica los motivos que llevaron a Potencialidades, la ONG que preside, a crear tres de ellas en barrios marginados: “La idea es que los niños descubran, desarrollen y apliquen sus habilidades, porque todos las tienen, pero muchas veces la situación familiar y la falta de recursos les impide disfrutar de la niñez”, cuenta.
Para lograr este objetivo, Potencialidades contacta a madres de los barrios, les explica el proyecto y las entrena para la instalación de las ludotecas. La última que se abrió fue la del barrio San Jorge Nuevo, en el kilómetro 5,5 de la Ruta 202 en San Fernando.
“La idea nos encantó inmediatamente”, asegura María Benítez, quien abrió el living de su propia casa para que unos 70 chicos se acerquen todas las tardes. “Por ahora, trabajamos acá, porque una propiedad en San Jorge --uno de los barrios más carenciados del distrito-- está entre 12 y 16 mil pesos, una suma muy difícil de alcanzar para nosotras por ahora”, explica Benítez, que trabaja junto a sus cuñadas Stella Maris, Graciela y Roxana Giménez.
El living de la casa de María Benitez rebalsa de juegos de mesa: ajedrez, rompecabezas, juegos de ingenio, y de libros. “Aprendimos a jugar junto a los chicos y también les enseñamos a leer”, sostiene María.
“Yo desafío al ajedrez a cualquiera –grita Braian, de 8 años— aunque prefiero jugar a la pelota los días lindos”. Es que en las ludotecas, también se practican deportes como el fútbol y saltar la soga. “La ludoteca es un lugar para compartir y estar juntos”, sonríe Ayelén, de 9.
“Los días de lluvia pueden resultar más complicados porque los niños siempre prefieren el aire libre, sin embargo vienen igual y eso nos enorgullece porque nuestro objetivo es que puedan disfrutar de ser niños y así alejarlos de la calle y las malas influencias”, asegura María Benítez.
Entre las cuatro, organizan todas las tareas. Graciela se ocupa de los juegos con los más chiquitos: “Este es el sector de los que tienen entre tres y cinco años. Recortamos figuras en papel o cartón con moldes para luego armar móviles”, dice, mientras señala unos 20 móviles que cuelgan del techo.
Por su parte, Stella Maris se dedica al crochet con retazos de tela: “Tejemos mantas, alfombras, carteras y otras artesanías con recortes que nos donaron o que fuimos juntando de los talleres textiles que los tiran en la calle. El problema es que la mayoría de esos lugares están en Capital Federal y nos cuesta mucho llegar hasta allá”, cuenta y agrega: “Podríamos hacer mucho más, pero no tenemos suficiente material, estaría bueno que aquellos fabricantes de ropa nos hagan llegar sus desperdicios, porque en esta ludoteca nada se tira”.
“Nada, pero nada se tira, todo se recrea”, se suman María y Roxana, y muestran unas muñecas de trapo a las que les agregaron unos ojitos de plástico que recogieron de un basural. “Todos colaboran con nosotras, no sólo nuestras familias, sino también los vecinos del barrio”, comentan y dicen que la gente les lleva mucho material para trabajar, por ejemplo latas o botellas de gaseosas con las que hacen floreros para celebraciones especiales como el día del niño o de la madre.
En distintos países, las ludotecas están en auge. En su libro “Las ludotecas”, la pedagoga española María de Borja i Solé explica que esto se debe a una revalorización del juego que, a partir de la industrialización, había perdido terreno frente al concepto del trabajo. En su libro, explica esta tendencia: “Hoy en día, el juego está perdiendo las connotaciones negativas y está siendo revalorizado por su sentido de necesidad y posibilidad humana, y de actividad y actitud de diversión sana y saludable”, escribe. En nuestro país, sin embargo, el desafío está en que los niños de menores recursos tengan las mismas posibilidades de juego, recreación y estimulación que el resto.
En este contexto, las ludotecas de Potencialidades realizan un importante aporte. Graciela, María, Stella Maris y Roxana están entusiasmadas con los logros obtenidos en estos cinco meses, aunque confiesan que mantener la ludoteca no es sencillo y que les gustaría ampliar el servicio. “Para pagar el gas que usamos para la merienda, organizamos ferias dos veces por mes. Los vecinos nos apoyan y parte del dinero recaudado lo estamos ahorrando para comprar un lugar que sea destinado únicamente a la ludoteca”, cuenta María Benítez, pensando en el futuro de su ludoteca.
Para lograr este objetivo, Potencialidades contacta a madres de los barrios, les explica el proyecto y las entrena para la instalación de las ludotecas. La última que se abrió fue la del barrio San Jorge Nuevo, en el kilómetro 5,5 de la Ruta 202 en San Fernando.
“La idea nos encantó inmediatamente”, asegura María Benítez, quien abrió el living de su propia casa para que unos 70 chicos se acerquen todas las tardes. “Por ahora, trabajamos acá, porque una propiedad en San Jorge --uno de los barrios más carenciados del distrito-- está entre 12 y 16 mil pesos, una suma muy difícil de alcanzar para nosotras por ahora”, explica Benítez, que trabaja junto a sus cuñadas Stella Maris, Graciela y Roxana Giménez.
El living de la casa de María Benitez rebalsa de juegos de mesa: ajedrez, rompecabezas, juegos de ingenio, y de libros. “Aprendimos a jugar junto a los chicos y también les enseñamos a leer”, sostiene María.
“Yo desafío al ajedrez a cualquiera –grita Braian, de 8 años— aunque prefiero jugar a la pelota los días lindos”. Es que en las ludotecas, también se practican deportes como el fútbol y saltar la soga. “La ludoteca es un lugar para compartir y estar juntos”, sonríe Ayelén, de 9.
“Los días de lluvia pueden resultar más complicados porque los niños siempre prefieren el aire libre, sin embargo vienen igual y eso nos enorgullece porque nuestro objetivo es que puedan disfrutar de ser niños y así alejarlos de la calle y las malas influencias”, asegura María Benítez.
Entre las cuatro, organizan todas las tareas. Graciela se ocupa de los juegos con los más chiquitos: “Este es el sector de los que tienen entre tres y cinco años. Recortamos figuras en papel o cartón con moldes para luego armar móviles”, dice, mientras señala unos 20 móviles que cuelgan del techo.
Por su parte, Stella Maris se dedica al crochet con retazos de tela: “Tejemos mantas, alfombras, carteras y otras artesanías con recortes que nos donaron o que fuimos juntando de los talleres textiles que los tiran en la calle. El problema es que la mayoría de esos lugares están en Capital Federal y nos cuesta mucho llegar hasta allá”, cuenta y agrega: “Podríamos hacer mucho más, pero no tenemos suficiente material, estaría bueno que aquellos fabricantes de ropa nos hagan llegar sus desperdicios, porque en esta ludoteca nada se tira”.
“Nada, pero nada se tira, todo se recrea”, se suman María y Roxana, y muestran unas muñecas de trapo a las que les agregaron unos ojitos de plástico que recogieron de un basural. “Todos colaboran con nosotras, no sólo nuestras familias, sino también los vecinos del barrio”, comentan y dicen que la gente les lleva mucho material para trabajar, por ejemplo latas o botellas de gaseosas con las que hacen floreros para celebraciones especiales como el día del niño o de la madre.
En distintos países, las ludotecas están en auge. En su libro “Las ludotecas”, la pedagoga española María de Borja i Solé explica que esto se debe a una revalorización del juego que, a partir de la industrialización, había perdido terreno frente al concepto del trabajo. En su libro, explica esta tendencia: “Hoy en día, el juego está perdiendo las connotaciones negativas y está siendo revalorizado por su sentido de necesidad y posibilidad humana, y de actividad y actitud de diversión sana y saludable”, escribe. En nuestro país, sin embargo, el desafío está en que los niños de menores recursos tengan las mismas posibilidades de juego, recreación y estimulación que el resto.
En este contexto, las ludotecas de Potencialidades realizan un importante aporte. Graciela, María, Stella Maris y Roxana están entusiasmadas con los logros obtenidos en estos cinco meses, aunque confiesan que mantener la ludoteca no es sencillo y que les gustaría ampliar el servicio. “Para pagar el gas que usamos para la merienda, organizamos ferias dos veces por mes. Los vecinos nos apoyan y parte del dinero recaudado lo estamos ahorrando para comprar un lugar que sea destinado únicamente a la ludoteca”, cuenta María Benítez, pensando en el futuro de su ludoteca.
Para mayor información, comunicarse con la Ludoteca Madre Teresa al 4714-6336. (PUNTO CERO).
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