LA PLATA, Diciembre 16, (PUNTO CERO) La mayor parte de los que sufren lesiones medulares dejan de caminar. El shock suele desbordar a los afectados y sus familias. Un grupo de especialistas del hospital San Martín de La Plata se unió para ofrecer un tratamiento integral, que ayude a los pacientes a aceptar la nueva condición, rehabilitarse y descubrir nuevas habilidades.
Los accidentes de tránsito, las caídas de altura y las zambullidas son las principales causas de daños irreversibles en la médula espinal, una parte crucial del sistema nervioso central cuyas lesiones marcan, en la mayor parte de los casos, un antes y un después en la vida de los afectados.
Según datos del Instituto de Seguridad y Educación Vial, en Argentina los choques y atropellos en la vía pública dejan 33 discapacitados por día, casi 12 mil por año. Y buena parte de los heridos se ven afectados por daños en la médula que van a provocarles parálisis en las piernas, brazos o en los cuatro miembros al mismo tiempo.
En todos estos casos, se produce un corte en la conexión entre la médula y el cerebro, el gran controlador de todas las funciones corporales. Esta suerte de “desconexión” deriva en que desde el lugar de la lesión hacia abajo el cuerpo quede “dormido”, sin sensibilidad ni posibilidades de movimiento voluntario.
Una vez que la persona se entera de que la lesión que sufrió es irreversible y que deberá movilizarse en silla de ruedas o con algún otro tipo de sostén ortopédico, la reacción más frecuente es el shock y la negación. Los especialistas señalan que por lo general creen que van a volver a caminar, que los médicos se equivocan o que un milagro divino les devolverá el andar. “Luego vendrá la conciencia real de la situación, el duelo y, si este proceso se resuelve favorablemente, llegará la búsqueda de un nuevo sentido para la vida”, señaló Graciela Francinelli, psicóloga del Equipo interdisciplinario para pacientes con Daños Medulares del hospital San Martín de La Plata.
En los últimos cuatro años el equipo del San Martín atendió alrededor de 50 pacientes afectados por estos daños de los cuales el 70 por ciento tuvo su origen en accidentes de tránsito; el 20, en accidentes laborales como caídas de altura y un 4 por ciento en zambullidas en ríos o piletas.
“Lo más notable es que en la mayor parte de los pacientes la lesión se podría haber evitado tomando medidas de prevención”, enfatiza Pedro Bazán, traumatólogo del San Martín. Y hace hincapié en la falta de recaudos de “motociclistas sin casco, conductores sin cinturón, pasajeros sin apoya-cabezas, albañiles sin andamios o sujeción, a lo que se suman hechos de violencia, donde aparecen daños medulares por heridas con armas de fuego”.
Reducir incertidumbres
Un grupo de profesionales del San Martín integrado por traumatólogos, enfermeros, cirujanos, psicólogos, clínicos, fisiatras, neurólogos, urólogos y terapistas ocupacionales decidieron conformar un equipo para trabajar sobre estos casos con un horizonte claro: unificar el discurso médico para ahorrar sufrimiento al paciente y a sus familias.
“Antes trabajábamos en forma fragmentada y cada profesional le daba al pacientes visiones diferentes del problema, de modo que se creaban expectativas imposibles o confusiones acerca del diagnóstico. Hoy todos sabemos que hay lesiones que no se van a revertir, se lo hacemos saber al paciente y tratamos de ayudar para que sea lo más independiente posible”, explicó Bazán.
El cuadro en estos casos suele ser tan complejo que el paciente que no se asiste adecuadamente tiene riesgo hasta de morir por complicaciones respiratorias, insuficiencia renal e infecciones, entre otras posibles derivaciones de la lesión medular. “Y para poder prever todas las consecuencias quienes trabajamos con el paciente debemos estar en sintonía, conocer los riesgos y tomar medidas al respecto”, indicó Víctor Szmidt, jefe de ortopedia y traumatología.
Hacia adelante
Los especialistas señalan que la mayor parte de los pacientes que perdieron movilidad por daños medulares son hombres jóvenes y que el episodio que los dejó con alguna parálisis conmociona a todo el grupo familiar. “No es nada fácil para un varón que venía siendo sostén de familia aceptar que ya no podrá serlo, se produce toda una redefinición de los roles que suele comenzar como mucha angustia”, comentó Bazán.
Sin embargo, a la hora de estar en sintonía, los médicos del equipo establecieron como lema que “la vida es hacia adelante”, y es cuestión de tiempo y trabajo redescubrir nuevas capacidades y proyectar una nueva realidad.
En este sentido, la psicóloga contó: “la pregunta que más me hacen es ‘por qué a mi’, y yo la devuelvo con un ‘y por qué no’, si no hay nada más cierto que el hecho de que nadie está exento de sufrir un accidente discapacitante”.
El caso Christian
Como todos los años desde que era chico Christian se subió a un árbol para tirarse al río de San Pedro. Era enero de 2005 y con sólo 16 años no pudo prever el riesgo. La caída contra una piedra cambió el curso de su vida para siempre. Quedó en silla de ruedas.
“Costó mucho dolor y esfuerzo que él comprenda que ya no volvería a caminar, sin embargo trabajó duro y logró reinventarse una vida llena de proyectos y sentido”, cuenta Graciela Francinelli, psicóloga del hospital San Martín.
Hoy cumplió el sueño de trabajar en una radio, se independizó de sus padres, tiene novia, amigos y se muestra contento con sus logros.
Cómo actuar ante un accidentado
El equipo que trabaja sobre daños medulares en el hospital San Martín señala en que muchos daños irreversibles en la médula son producto de una mala manipulación de los accidentados. Explican que a veces un choque o una caída pueda haber generado un daño parcial que se torna irreversible porque la gente, en el afán de ayudar, mueve a la persona de un modo indebido y provoca un daño mayor en la médula.
“El collar en el cuello, la tabla para traslados y la forma de levantar a un accidentado es algo que conocen muy bien los bomberos y los médicos, sin embargo, hace falta que todas las personas se eduquen para saber cómo actuar en estos casos y evitar males mayores”, detalló Víctor Szmidt, jefe de ortopedia y traumatología.
En este sentido, explicó que lo ideal es no mover al afectado pero, si indefectiblemente hay que hacerlo porque, por caso, el auto en el que se accidentó se incendia, hay que:
- pedirle que mueva piernas y brazos
- Tratar de sostenerle el cuello con las manos como si tuviera un collar ortopédico
- Mantener rígida la columna de modo que no se arquee.
Los accidentes de tránsito, las caídas de altura y las zambullidas son las principales causas de daños irreversibles en la médula espinal, una parte crucial del sistema nervioso central cuyas lesiones marcan, en la mayor parte de los casos, un antes y un después en la vida de los afectados.
Según datos del Instituto de Seguridad y Educación Vial, en Argentina los choques y atropellos en la vía pública dejan 33 discapacitados por día, casi 12 mil por año. Y buena parte de los heridos se ven afectados por daños en la médula que van a provocarles parálisis en las piernas, brazos o en los cuatro miembros al mismo tiempo.
En todos estos casos, se produce un corte en la conexión entre la médula y el cerebro, el gran controlador de todas las funciones corporales. Esta suerte de “desconexión” deriva en que desde el lugar de la lesión hacia abajo el cuerpo quede “dormido”, sin sensibilidad ni posibilidades de movimiento voluntario.
Una vez que la persona se entera de que la lesión que sufrió es irreversible y que deberá movilizarse en silla de ruedas o con algún otro tipo de sostén ortopédico, la reacción más frecuente es el shock y la negación. Los especialistas señalan que por lo general creen que van a volver a caminar, que los médicos se equivocan o que un milagro divino les devolverá el andar. “Luego vendrá la conciencia real de la situación, el duelo y, si este proceso se resuelve favorablemente, llegará la búsqueda de un nuevo sentido para la vida”, señaló Graciela Francinelli, psicóloga del Equipo interdisciplinario para pacientes con Daños Medulares del hospital San Martín de La Plata.
En los últimos cuatro años el equipo del San Martín atendió alrededor de 50 pacientes afectados por estos daños de los cuales el 70 por ciento tuvo su origen en accidentes de tránsito; el 20, en accidentes laborales como caídas de altura y un 4 por ciento en zambullidas en ríos o piletas.
“Lo más notable es que en la mayor parte de los pacientes la lesión se podría haber evitado tomando medidas de prevención”, enfatiza Pedro Bazán, traumatólogo del San Martín. Y hace hincapié en la falta de recaudos de “motociclistas sin casco, conductores sin cinturón, pasajeros sin apoya-cabezas, albañiles sin andamios o sujeción, a lo que se suman hechos de violencia, donde aparecen daños medulares por heridas con armas de fuego”.
Reducir incertidumbres
Un grupo de profesionales del San Martín integrado por traumatólogos, enfermeros, cirujanos, psicólogos, clínicos, fisiatras, neurólogos, urólogos y terapistas ocupacionales decidieron conformar un equipo para trabajar sobre estos casos con un horizonte claro: unificar el discurso médico para ahorrar sufrimiento al paciente y a sus familias.
“Antes trabajábamos en forma fragmentada y cada profesional le daba al pacientes visiones diferentes del problema, de modo que se creaban expectativas imposibles o confusiones acerca del diagnóstico. Hoy todos sabemos que hay lesiones que no se van a revertir, se lo hacemos saber al paciente y tratamos de ayudar para que sea lo más independiente posible”, explicó Bazán.
El cuadro en estos casos suele ser tan complejo que el paciente que no se asiste adecuadamente tiene riesgo hasta de morir por complicaciones respiratorias, insuficiencia renal e infecciones, entre otras posibles derivaciones de la lesión medular. “Y para poder prever todas las consecuencias quienes trabajamos con el paciente debemos estar en sintonía, conocer los riesgos y tomar medidas al respecto”, indicó Víctor Szmidt, jefe de ortopedia y traumatología.
Hacia adelante
Los especialistas señalan que la mayor parte de los pacientes que perdieron movilidad por daños medulares son hombres jóvenes y que el episodio que los dejó con alguna parálisis conmociona a todo el grupo familiar. “No es nada fácil para un varón que venía siendo sostén de familia aceptar que ya no podrá serlo, se produce toda una redefinición de los roles que suele comenzar como mucha angustia”, comentó Bazán.
Sin embargo, a la hora de estar en sintonía, los médicos del equipo establecieron como lema que “la vida es hacia adelante”, y es cuestión de tiempo y trabajo redescubrir nuevas capacidades y proyectar una nueva realidad.
En este sentido, la psicóloga contó: “la pregunta que más me hacen es ‘por qué a mi’, y yo la devuelvo con un ‘y por qué no’, si no hay nada más cierto que el hecho de que nadie está exento de sufrir un accidente discapacitante”.
El caso Christian
Como todos los años desde que era chico Christian se subió a un árbol para tirarse al río de San Pedro. Era enero de 2005 y con sólo 16 años no pudo prever el riesgo. La caída contra una piedra cambió el curso de su vida para siempre. Quedó en silla de ruedas.
“Costó mucho dolor y esfuerzo que él comprenda que ya no volvería a caminar, sin embargo trabajó duro y logró reinventarse una vida llena de proyectos y sentido”, cuenta Graciela Francinelli, psicóloga del hospital San Martín.
Hoy cumplió el sueño de trabajar en una radio, se independizó de sus padres, tiene novia, amigos y se muestra contento con sus logros.
Cómo actuar ante un accidentado
El equipo que trabaja sobre daños medulares en el hospital San Martín señala en que muchos daños irreversibles en la médula son producto de una mala manipulación de los accidentados. Explican que a veces un choque o una caída pueda haber generado un daño parcial que se torna irreversible porque la gente, en el afán de ayudar, mueve a la persona de un modo indebido y provoca un daño mayor en la médula.
“El collar en el cuello, la tabla para traslados y la forma de levantar a un accidentado es algo que conocen muy bien los bomberos y los médicos, sin embargo, hace falta que todas las personas se eduquen para saber cómo actuar en estos casos y evitar males mayores”, detalló Víctor Szmidt, jefe de ortopedia y traumatología.
En este sentido, explicó que lo ideal es no mover al afectado pero, si indefectiblemente hay que hacerlo porque, por caso, el auto en el que se accidentó se incendia, hay que:
- pedirle que mueva piernas y brazos
- Tratar de sostenerle el cuello con las manos como si tuviera un collar ortopédico
- Mantener rígida la columna de modo que no se arquee.
- Levantarlo entre dos personas “en bloque” (PUNTO CERO).
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