El jefe de Gobierno sufrió menos que el peronismo federal el impacto político de la muerte de Néstor Kirchner, pero su proyecto presidencial sigue relativizado por una serie de definiciones que recién se tomarán el año que viene. Los tres caminos posibles que visualiza, los cambios en su equipo político y el efecto Juliana Awada.
La onda expansiva que causó la muerte de Néstor Kirchner también alcanzó las elegantes oficinas del jefe de Gobierno. Si el peronismo federal perdió su razón de ser, en el macrismo todavía no termina de cristalizarse un diagnóstico.
Para muchos de los colaboradores de Macri, despejada la pelea peronista, el jefe de Gobierno queda como el único rival claro del oficialismo, una suerte de contracara programática y de estilos, que podría polarizar la elección con la Presidenta.
Pero también reconocen los macristas que el gobierno nacional está mejor que antes y si Cristina Kirchner conserva sus actuales niveles de adhesión, tiene una chance de imponerse en la primera vuelta.
Sin embargo, las dos acechanzas que amenazaban el proyecto presidencial de Macri están camino a despejarse. Estas eran, que el peronismo opositor presentara finalmente un candidato presidencial propio, y que Francisco de Narváez formara parte de ese entramado.
En el PRO creen que desarticulado y sin un candidato que mida, al peronismo federal no les quedará otra que negociar con su jefe. Y acaso esa negociación se dé en un “punto a punto” con cada uno de sus líderes, la opción que siempre privilegió el macrismo. El único que podría evitar esa diáspora es Carlos Reutemann.
Respecto a De Narváez no hay mucho para agregar. Su récord de torpezas políticas, permitió que en un año pasara de favorito para la gobernación a estar 14 puntos por debajo de Scioli, según la última medición de Julio Aurelio. “Tenemos que encontrar la manera de evitar que se siga pinchando”, se ufanan por estas horas en el macrismo.
Felipe Solá solía comentar meses atrás a quienes lo escuchaban que “Mauricio es mucho mejor persona que Francisco, pero no entiende de política, es demasiado tecnócrata, en cambio De Narváez es más vivo y se hace el peronista”.
Bueno, todo indica que habrá que ajustar el diagnóstico. Con sus ritmos y dificultades particulares, Macri comenzó a modelar un equipo político que está exhibiendo una coherencia que no se observa en su ex aliado de Las Cañitas.
La decisión más importante fue correr del centro de las decisiones a hombres como Jorge Macri y José Torello, que más allá de razones de parentesco y amistad no tienen mayores pergaminos en la materia para exhibir. La designación del misionero peronista Humberto Schiavonni, empezó a enderezar el rumbo de un barco que venía con rumbo de colisión, o peor, de intrascendencia.
Schiavonni está sumando de a uno, a gente con experiencia real en el tema, como su última adquisición, el diputado Emilio Monzó o el tucumano Pablo Walter. Gente a la que no hay que darle un Power Point con los “puntos salientes” de la historia del peronismo, por ejemplo.
La nueva doctrina en este grupo es hacer todo lo contrario de lo que fue la pésima experiencia “Orly Terranova” en Mendoza, experimento fallido que alentó Jorge Macri. Es decir, menos apuesta por el marketing frívolo y más trabajo político tradicional con fuerzas con despliegue en el territorio.
En esa línea, la primera experiencia serán las elecciones a gobernador de Salta en abril próximo, que anticipó Juan Manuel Urtubey. El PRO estrenará su rol de “articulador” en una alianza con Juan Carlos Romero del Peronismo Federal y el que será el candidato de ese espacio, el excéntrico diputado y multimillonario sojero Alfredo Olmedo, que saltó a la fama por propuestas como el regreso del servicio militar, el noviazgo con la vedette Rocío Marengo y su reflexión sobre el matrimonio gay: “tengo la mente abierta, pero el culo cerrado”.
Gabriela Michetti no ocultó sus reparos sobre la elección de Olmedo como aliado –estaba más cómoda con el mediático Orly Terranova, pese a que su padre y tío son denunciados concesionarios de la Ciudad-. Pero le hicieron entender que el país profundo acaso se parece más a Olmedo que a la veleidosa Buenos Aires.
Macri, creen en su entorno, tiene dos ventajas de las que carece los líderes del Peronismo Federal: su capacidad para atraer a sectores de la juventud y la popularidad que le sigue redituando su paso por Boca. Popularidad que crece en la medida que se aleja de la General Paz. Quienes lo acompañan por el interior notan con sorpresa que incluso cambió su habitual rechazo al contacto con la gente.
“Lo que pasa es que en Buenos Aires me pegan tanto, que necesito el cariño de la gente”, explica el jefe de Gobierno, que según comentan disminuyó de manera notable sus fobias, en un giro que muchos atribuyen al efecto desetresante que le imprime su futura esposa Juliana Awada.
En ese marco, la idea del PRO es intensificar las visitas al interior y aprovechar el verano para asistir a cuanto espectáculo público, festival, feria o torneo deportivo encuentren. “No tenemos estructura ni oficio para hacer grandes actos, así que vamos a ir a donde haya grandes aglomeraciones de gente y con Mauricio caminando y la atención mediática, suplimos esa falencia”, explicaron a LPO.
Los tres caminos de Macri
En una reciente cena con empresarios, durante un viaje al norte del país, un Macri muy relajado, estuvo inesperadamente sincero.
- Por qué no cierran una alianza con Duhalde?-, le preguntaron en la sobremesa.
- Yo tengo una excelente opinión de Eduardo, pero la mayoría de la sociedad no la comparte, hoy una foto con él, beneficia al Peronismo Federal y me perjudica a mí-, contestó.
De hecho en su entorno se debate, cuando sería el mejor momento para pagar el “costo” de anunciar una alianza que imaginan inevitable. Algunos sostienen que mejor cuanto antes para separarlo de las elecciones, otros proponen demorarlo. El más duro en ese sentido es Jaime Durán Barba. “Acuerdo sí, foto no”, es su slogan.
Pero lo más interesante vino después. Cuando le preguntaron que destino político imaginaba para sí.
- Tengo tres alternativas. Si Cristina o Alfonsín crecen y son imbatibles, yo me voy a mi casa. Quedarme otros cuatro años en la Ciudad para que me traben todos mis proyectos, otra vez no. La segunda posibilidad es que surja un candidato de síntesis con el que pueda trabajar (no hubo nombres, pero varios entendieron que la referencia era a Scioli o Reutemann) y entonces si buscaría mi reelección en la Ciudad, para concluir mi proyecto. Y la tercera es la actual, creo que tenemos chances de ganar y no hay alternativa competitiva, así que vamos por la Presidencia”, agregó, con la claridad esquemática que suele delatar a los ingenieros.
Hay una vieja máxima del Poker que dice que cuando en una partida no está claro quien está ganando, una cosa es segura: el que se lo pregunta está perdiendo.
Hoy el macrismo no termina de merituar cuanto ganó y cuanto perdió con la muerte de Kirchner, pero por las dudas, siguen jugando. “La primer pista seria sobre que rumbo tomará Mauricio la vamos a tener en febrero o marzo del año que viene, cuando decida si unifica o separa las elecciones. Si unifica es que va por la presidencial, si desdobla esta claro que se bajó”, concluyó la fuente consultada.
(Fuente: La Política OnLine).
La onda expansiva que causó la muerte de Néstor Kirchner también alcanzó las elegantes oficinas del jefe de Gobierno. Si el peronismo federal perdió su razón de ser, en el macrismo todavía no termina de cristalizarse un diagnóstico.
Para muchos de los colaboradores de Macri, despejada la pelea peronista, el jefe de Gobierno queda como el único rival claro del oficialismo, una suerte de contracara programática y de estilos, que podría polarizar la elección con la Presidenta.
Pero también reconocen los macristas que el gobierno nacional está mejor que antes y si Cristina Kirchner conserva sus actuales niveles de adhesión, tiene una chance de imponerse en la primera vuelta.
Sin embargo, las dos acechanzas que amenazaban el proyecto presidencial de Macri están camino a despejarse. Estas eran, que el peronismo opositor presentara finalmente un candidato presidencial propio, y que Francisco de Narváez formara parte de ese entramado.
En el PRO creen que desarticulado y sin un candidato que mida, al peronismo federal no les quedará otra que negociar con su jefe. Y acaso esa negociación se dé en un “punto a punto” con cada uno de sus líderes, la opción que siempre privilegió el macrismo. El único que podría evitar esa diáspora es Carlos Reutemann.
Respecto a De Narváez no hay mucho para agregar. Su récord de torpezas políticas, permitió que en un año pasara de favorito para la gobernación a estar 14 puntos por debajo de Scioli, según la última medición de Julio Aurelio. “Tenemos que encontrar la manera de evitar que se siga pinchando”, se ufanan por estas horas en el macrismo.
Felipe Solá solía comentar meses atrás a quienes lo escuchaban que “Mauricio es mucho mejor persona que Francisco, pero no entiende de política, es demasiado tecnócrata, en cambio De Narváez es más vivo y se hace el peronista”.
Bueno, todo indica que habrá que ajustar el diagnóstico. Con sus ritmos y dificultades particulares, Macri comenzó a modelar un equipo político que está exhibiendo una coherencia que no se observa en su ex aliado de Las Cañitas.
La decisión más importante fue correr del centro de las decisiones a hombres como Jorge Macri y José Torello, que más allá de razones de parentesco y amistad no tienen mayores pergaminos en la materia para exhibir. La designación del misionero peronista Humberto Schiavonni, empezó a enderezar el rumbo de un barco que venía con rumbo de colisión, o peor, de intrascendencia.
Schiavonni está sumando de a uno, a gente con experiencia real en el tema, como su última adquisición, el diputado Emilio Monzó o el tucumano Pablo Walter. Gente a la que no hay que darle un Power Point con los “puntos salientes” de la historia del peronismo, por ejemplo.
La nueva doctrina en este grupo es hacer todo lo contrario de lo que fue la pésima experiencia “Orly Terranova” en Mendoza, experimento fallido que alentó Jorge Macri. Es decir, menos apuesta por el marketing frívolo y más trabajo político tradicional con fuerzas con despliegue en el territorio.
En esa línea, la primera experiencia serán las elecciones a gobernador de Salta en abril próximo, que anticipó Juan Manuel Urtubey. El PRO estrenará su rol de “articulador” en una alianza con Juan Carlos Romero del Peronismo Federal y el que será el candidato de ese espacio, el excéntrico diputado y multimillonario sojero Alfredo Olmedo, que saltó a la fama por propuestas como el regreso del servicio militar, el noviazgo con la vedette Rocío Marengo y su reflexión sobre el matrimonio gay: “tengo la mente abierta, pero el culo cerrado”.
Gabriela Michetti no ocultó sus reparos sobre la elección de Olmedo como aliado –estaba más cómoda con el mediático Orly Terranova, pese a que su padre y tío son denunciados concesionarios de la Ciudad-. Pero le hicieron entender que el país profundo acaso se parece más a Olmedo que a la veleidosa Buenos Aires.
Macri, creen en su entorno, tiene dos ventajas de las que carece los líderes del Peronismo Federal: su capacidad para atraer a sectores de la juventud y la popularidad que le sigue redituando su paso por Boca. Popularidad que crece en la medida que se aleja de la General Paz. Quienes lo acompañan por el interior notan con sorpresa que incluso cambió su habitual rechazo al contacto con la gente.
“Lo que pasa es que en Buenos Aires me pegan tanto, que necesito el cariño de la gente”, explica el jefe de Gobierno, que según comentan disminuyó de manera notable sus fobias, en un giro que muchos atribuyen al efecto desetresante que le imprime su futura esposa Juliana Awada.
En ese marco, la idea del PRO es intensificar las visitas al interior y aprovechar el verano para asistir a cuanto espectáculo público, festival, feria o torneo deportivo encuentren. “No tenemos estructura ni oficio para hacer grandes actos, así que vamos a ir a donde haya grandes aglomeraciones de gente y con Mauricio caminando y la atención mediática, suplimos esa falencia”, explicaron a LPO.
Los tres caminos de Macri
En una reciente cena con empresarios, durante un viaje al norte del país, un Macri muy relajado, estuvo inesperadamente sincero.
- Por qué no cierran una alianza con Duhalde?-, le preguntaron en la sobremesa.
- Yo tengo una excelente opinión de Eduardo, pero la mayoría de la sociedad no la comparte, hoy una foto con él, beneficia al Peronismo Federal y me perjudica a mí-, contestó.
De hecho en su entorno se debate, cuando sería el mejor momento para pagar el “costo” de anunciar una alianza que imaginan inevitable. Algunos sostienen que mejor cuanto antes para separarlo de las elecciones, otros proponen demorarlo. El más duro en ese sentido es Jaime Durán Barba. “Acuerdo sí, foto no”, es su slogan.
Pero lo más interesante vino después. Cuando le preguntaron que destino político imaginaba para sí.
- Tengo tres alternativas. Si Cristina o Alfonsín crecen y son imbatibles, yo me voy a mi casa. Quedarme otros cuatro años en la Ciudad para que me traben todos mis proyectos, otra vez no. La segunda posibilidad es que surja un candidato de síntesis con el que pueda trabajar (no hubo nombres, pero varios entendieron que la referencia era a Scioli o Reutemann) y entonces si buscaría mi reelección en la Ciudad, para concluir mi proyecto. Y la tercera es la actual, creo que tenemos chances de ganar y no hay alternativa competitiva, así que vamos por la Presidencia”, agregó, con la claridad esquemática que suele delatar a los ingenieros.
Hay una vieja máxima del Poker que dice que cuando en una partida no está claro quien está ganando, una cosa es segura: el que se lo pregunta está perdiendo.
Hoy el macrismo no termina de merituar cuanto ganó y cuanto perdió con la muerte de Kirchner, pero por las dudas, siguen jugando. “La primer pista seria sobre que rumbo tomará Mauricio la vamos a tener en febrero o marzo del año que viene, cuando decida si unifica o separa las elecciones. Si unifica es que va por la presidencial, si desdobla esta claro que se bajó”, concluyó la fuente consultada.
(Fuente: La Política OnLine).
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