jueves, mayo 24, 2007

TAPALQUE. El papá del Quijote Azuleño pasó por Tapalqué y quiere volver. –


TAPALQUE, Mayo 24, (PUNTO CERO) Carlos Regazzoni, no es fácil de seguir, como no lo es la apreciación de su arte o seguirle el tren y su discurso, especialmente si uno se para en el lugar del “conocedor de arte” o, por ejemplo, comparar con alguien.
No es fácil porque el escultor es, primero, un “hombre libre” que se autodefine como “un artista popular” a quien hay que considerar desde lo subjetivo del arte y el artista.
En Tapalqué
De paso para Francia, vía Buenos Aires, viniendo de Azul, Carlos Regazzoni pasó por Tapalqué interesado en varios puntos concretos, referencia tomada en su estadía azuleña por intermedio de ¨un amigo de la casa¨; Miguel “Chule” Mugueta, que le contó del Cantón Tapalqué, de la historia, del museo y otras bondades y bellezas tapalquenses, todo lo que el escultor vino a conocer en un breve -y de alto impacto, acorde con estilo- paseo de unas tres horas durante las cuales se entrevistó con el intendente Cocconi, visitó el museo, apreció y elogió la diligencia y compartió un almuerzo con el director de Cultura, César Vera, y gente del museo.

Su palabra
Si Usted no sabe quien es Carlos Regazzoni y para ayudarlo a entender lo que se escribe antes, aquí va algo de su palabra: “Soy un artista popular, un escultor que trabaja todo el día con zánganos y vivo acá (N. del R. es un galpón del ferrocarril, en Retiro, ciudad de Buenos Aires), en el mismo lugar donde trabajo; eso es bueno porque uno no pierde relación con las cosas convencionales, y el arte tiene mucho de convencional, si no fuera así el hombre no lo entiende, y el arte es para los hombres”.
“El cerdo del director del Centro Cultural Recoleta de cierta época me trató (como el oj***, el hijo de mil p***, lo mandé a la mi****), y me fui. Iba a tirar todo al Riachuelo, justo paré acá, encontré al jefe de esta estación -un muy buen hombre-, y me quedé acá por 7 días. Ya llevó 23 años”.
“Poder trabajar en el ferrocarril es un valor agregado que me permite respirar el olor y las imágenes de la Revolución Industrial, eso no tiene precio, además tengo un taller en un castillo de Francia y la suerte de poder vivir de esto”.
“Tengo asistentes y alumnos, que son chicos que la sociedad desprecia y yo les doy una mano. La misión del arte no es tan solidaria, realmente el arte es un trabajo solitario, después depende del artista y de la obra si se transforma en popular, en ese aspecto, yo tengo la chancha, los 20 y todos los chanchitos”.
“En una obra puedo trabajar un día, un mes o un año, es relativo (…) vienen turistas de todo el mundo a verme porque soy una persona reconocida, pero igual veo televisión, leo los diarios, escucho la radio como todos y me parece que todo es caótico. Una vez un alemán me dijo que los argentinos somos “fieras perfumadas” y tiene razón”.
“En Argentina a nadie le importa, saben que hay un chorro y lo dejan afanar, las situaciones fueron un poco mejor o un poco peor, antes también era difícil, con el proceso o con Menem, si alguno de estos idiotas se para frente a una escultura mía, yo se la tiro encima”.
(fuente: revista H, edición digital)

La Propuesta
“…podrían ser unos veinticinco metros por diez …, unos diez personajes; tres soldados y siete indios…, veo las fotos y hago el dibujo de cómo quedaría y se los paso para que vea de que estamos hablando (…) una obra mía de estas características se vende en Europa en 500 mil dólares…, yo mi laburo te lo regalo…”

En esencia, eso es una reducción del monólogo con que Regazzoni presentó su propuesta al intendente Cocconi, a lo que el jefe comuna mencionó que sería necesario tratar de conseguir financiamiento desde fuera de la Municipal, pensando en el Instituto Cultural de la provincia o la Secretaría de Cultura de la Nación, pero sin descartar la propuesta, la que dijo le “interesa mucho”. (PUNTO CERO).

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