(Asteriscos Tv). En Argentina “una de cada tres muertes es de origen cardiovascular y el infarto agudo de miocardio es una de sus presentaciones más agresivas y frecuentes”, afirma un estudio publicado recientemente en la revista Medicina.
“Si bien los datos epidemiológicos con que contamos son escasos, estimaciones recientes informan que en nuestro país ocurren aproximadamente 30.000 infartos por año, aproximadamente entre unos 3 y 4 infartos por hora” dice el Dr. Jorge Allín, uno de los autores del trabajo.
La edad media a la que se presenta es de 60 años y predomina el sexo masculino en relación de 3,5 a 1 con respecto a la mujer. Más de los dos tercios de los pacientes que sufren estos episodios tienen hipertensión arterial, y la mitad de ellos tienen colesterol elevado y el hábito de fumar.
La tercera parte de los pacientes que ingresan a un centro de salud con un infarto lo hace después de las 6 horas de iniciado el dolor; de esta forma se pierde el mayor beneficio aportado por los tratamientos para reabrir la arteria obstruida que es el hecho de hacerlo dentro del período inicial de tiempo en el cual se puede salvar gran parte del músculo cardíaco que, de otra forma, termina transformándose en una cicatriz.
Relevamientos del National Institute for Health and Clinical Excellence de Gran Bretaña (NICE Technology Appraisal - 2002) sugieren que de los pacientes que llegan a ser diagnosticados y tratados adecuadamente entre el 12% y el 15% fallece dentro de los 6 meses de producido el infarto; sin embargo cuando se considera el total de infartos (los que reciben y los que no reciben tratamiento adecuado de repercusión) el 50% fallece dentro del primer mes y más de la mitad de éstos antes de llegar al hospital.
En nuestro país, en diferentes encuestas de la Sociedad Argentina de Cardiología, la mortalidad de los pacientes que logran ser internados oscila entre el 9,9% y el 12,6%, cifra similar a la de Gran Bretaña.
“En Argentina las redes de asistencia primaria al infarto deberían mejorarse para que disminuya la demora, tal como sucede en algunos países de Europa del Este. Los hospitales son conscientes que deberían trabajar en el mecanismo de transferencia. Además sería muy ventajoso que existiera un diagnóstico pre-hospitalario que permitiera que el médico esté llegando casi junto con el paciente al hospital para ser transferido directo a la sala de cateterismo, ahorrando tiempo, lo que representa una cuota importante para salvar mayor cantidad de músculo cardíaco y por consecuencia, vidas” explica el Dr. Mendiz, Presidente del Congreso SOLACI – CACI 2010, el congreso de la Sociedad Latinoamericana de Cardiología Intervencionista a realizarse del 11 al 13 de agosto, en el Hilton Puerto Madero de la ciudad de Buenos Aires.
El infarto de miocardio sucede cuando una de las arterias coronarias -que son las que alimentan al músculo cardíaco para que éste pueda bombear sangre a todo el organismo- se ocluye por un coágulo formado sobre una placa de ateroma y se interrumpe así la irrigación de una parte del corazón. En el caso de que la arteria ocluida sea pequeña, el infarto será chico y si la arteria es grande, el infarto será mayor.
De cualquier modo, “aún en vasos pequeños, los infartos son siempre una enfermedad grave, entre otras cosas, por la posibilidad de que en las primeras horas se produzcan arritmias fatales”, comenta el Dr. José Álvarez, miembro del comité organizador de SOLACI 2010.
Cuando el paciente ingresa precozmente a un centro asistencial, uno de los pilares del tratamiento, además de controlar la aparición de estas arritmias, es intentar reabrir la arteria ocluida, ya sea mediante un tipo de droga llamada fibrinolítico, que en un porcentaje variable de casos logra disolver el coágulo, o mediante la utilización de catéteres y stents en un procedimiento de angioplastia. En cualquiera de los dos casos lo importante es lograr la reapertura del vaso lo antes posible para salvar una mayor cantidad de músculo, agrega el Dr. Álvarez.
Sin embargo, “lograr la reapertura del vaso es importante pero el problema no termina allí; en muchas ocasiones a pesar de tratar precoz y adecuadamente al paciente, el músculo cardíaco sufre un daño de gran magnitud, por lo que se están utilizando nuevos stents, dispositivos y medicamentos para ayudar a la mejor recuperación del músculo una vez abierta la arteria”, expresa Álvarez. Algunos de estos dispositivos, entre otros temas, serán presentados durante el Congreso SOLACI-CACI 2010.
“Si bien los datos epidemiológicos con que contamos son escasos, estimaciones recientes informan que en nuestro país ocurren aproximadamente 30.000 infartos por año, aproximadamente entre unos 3 y 4 infartos por hora” dice el Dr. Jorge Allín, uno de los autores del trabajo.
La edad media a la que se presenta es de 60 años y predomina el sexo masculino en relación de 3,5 a 1 con respecto a la mujer. Más de los dos tercios de los pacientes que sufren estos episodios tienen hipertensión arterial, y la mitad de ellos tienen colesterol elevado y el hábito de fumar.
La tercera parte de los pacientes que ingresan a un centro de salud con un infarto lo hace después de las 6 horas de iniciado el dolor; de esta forma se pierde el mayor beneficio aportado por los tratamientos para reabrir la arteria obstruida que es el hecho de hacerlo dentro del período inicial de tiempo en el cual se puede salvar gran parte del músculo cardíaco que, de otra forma, termina transformándose en una cicatriz.
Relevamientos del National Institute for Health and Clinical Excellence de Gran Bretaña (NICE Technology Appraisal - 2002) sugieren que de los pacientes que llegan a ser diagnosticados y tratados adecuadamente entre el 12% y el 15% fallece dentro de los 6 meses de producido el infarto; sin embargo cuando se considera el total de infartos (los que reciben y los que no reciben tratamiento adecuado de repercusión) el 50% fallece dentro del primer mes y más de la mitad de éstos antes de llegar al hospital.
En nuestro país, en diferentes encuestas de la Sociedad Argentina de Cardiología, la mortalidad de los pacientes que logran ser internados oscila entre el 9,9% y el 12,6%, cifra similar a la de Gran Bretaña.
“En Argentina las redes de asistencia primaria al infarto deberían mejorarse para que disminuya la demora, tal como sucede en algunos países de Europa del Este. Los hospitales son conscientes que deberían trabajar en el mecanismo de transferencia. Además sería muy ventajoso que existiera un diagnóstico pre-hospitalario que permitiera que el médico esté llegando casi junto con el paciente al hospital para ser transferido directo a la sala de cateterismo, ahorrando tiempo, lo que representa una cuota importante para salvar mayor cantidad de músculo cardíaco y por consecuencia, vidas” explica el Dr. Mendiz, Presidente del Congreso SOLACI – CACI 2010, el congreso de la Sociedad Latinoamericana de Cardiología Intervencionista a realizarse del 11 al 13 de agosto, en el Hilton Puerto Madero de la ciudad de Buenos Aires.
El infarto de miocardio sucede cuando una de las arterias coronarias -que son las que alimentan al músculo cardíaco para que éste pueda bombear sangre a todo el organismo- se ocluye por un coágulo formado sobre una placa de ateroma y se interrumpe así la irrigación de una parte del corazón. En el caso de que la arteria ocluida sea pequeña, el infarto será chico y si la arteria es grande, el infarto será mayor.
De cualquier modo, “aún en vasos pequeños, los infartos son siempre una enfermedad grave, entre otras cosas, por la posibilidad de que en las primeras horas se produzcan arritmias fatales”, comenta el Dr. José Álvarez, miembro del comité organizador de SOLACI 2010.
Cuando el paciente ingresa precozmente a un centro asistencial, uno de los pilares del tratamiento, además de controlar la aparición de estas arritmias, es intentar reabrir la arteria ocluida, ya sea mediante un tipo de droga llamada fibrinolítico, que en un porcentaje variable de casos logra disolver el coágulo, o mediante la utilización de catéteres y stents en un procedimiento de angioplastia. En cualquiera de los dos casos lo importante es lograr la reapertura del vaso lo antes posible para salvar una mayor cantidad de músculo, agrega el Dr. Álvarez.
Sin embargo, “lograr la reapertura del vaso es importante pero el problema no termina allí; en muchas ocasiones a pesar de tratar precoz y adecuadamente al paciente, el músculo cardíaco sufre un daño de gran magnitud, por lo que se están utilizando nuevos stents, dispositivos y medicamentos para ayudar a la mejor recuperación del músculo una vez abierta la arteria”, expresa Álvarez. Algunos de estos dispositivos, entre otros temas, serán presentados durante el Congreso SOLACI-CACI 2010.
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