La hipertensión arterial es una de las enfermedades más comunes del ser humano, y de hecho, 1 (uno) de cada 4 (cuatro) adultos padece de alguna forma de hipertensión.
Esta enfermedad no presenta ningún síntoma por lo cual sólo el control periódico de presión arterial permite detectarla tempranamente.
La presión arterial cambia cada vez que el corazón late. Puesto que, el corazón late en promedio 100.000 veces por día, todos las personas tienen 100.000 presiones distintas cada día. Por ello, es importante que cuando se toma la presión se realicen al menos 3 mediciones para calcular el promedio que es un dato más confiable.
La hipertensión arterial daña las arterias de todo el organismo, pero especialmente del cerebro, el corazón, el riñón y la retina. Por ello, sus efectos a largo plazo son el accidente cerebrovascular, el infarto, la insuficiencia cardíaca, la insuficiencia renal y la pérdida de la visión. Otros efectos menos conocidos que derivan de la misma, son la obstrucción de la circulación en las piernas y la impotencia sexual en varones.
Es particularmente más perjudicial en sujetos que presentan otros factores de riesgo como diabetes, colesterol elevado, obesidad o tabaquismo. En ellos, la posibilidad de un evento cardiovascular se multiplica por 2, 3 o 4 veces. También tienen mayor riesgo de desarrollar hipertensión y padecer complicaciones las mujeres, luego de la menopausia.
El tratamiento ideal
Varios estudios clínicos han demostrado en los últimos 40 años, que el buen control de la presión arterial reduce en promedio un 40% los eventos cerebro-vasculares y en un 20% los eventos coronarios.
El tratamiento se basa en:
* EJERCICIO FÍSICO
* ALIMENTACIÓN SALUDABLE
* ADECUADA MEDICACIÓN
El ejercicio físico sostenido en el tiempo y la reducción del sobrepeso han demostrado un claro efecto reductor de la presión arterial. Muchos pacientes adicionalmente deben ser tratados con alguna medicación, la cual debe ser evaluada por el médico de cabecera. La medicación actual es efectiva y segura; la mayoría de los pacientes puede “normalizar” su presión arterial sin presentar efectos colaterales, siempre y cuando mantenga un adecuado control periódico con su médico.
“De acuerdo con datos recientemente recabados por el Consejo Argentino de Hipertensión Arterial de la Sociedad Argentina de Cardiología sólo el 17% de los hipertensos logra un buen control de la presión arterial (valores promedio menores a 14/9 en forma sostenida). Sin embargo, nuestros datos en el ICBA (Instituto Cardiovascular de Buenos Aires) muestran si el paciente recibe la educación adecuada, sigue una dieta, un plan de ejercicio y toma la medicación regularmente, estamos controlando adecuadamente a más del 50% de los hipertensos” sostiene el Dr. Alberto Villamil, Jefe de Hipertensión Arterial ICBA.
La mayor edad se asocia a menor distensibilidad de las arterias lo cual lleva a un aumento de la presión máxima que es más difícil de controlar. Por ello, hemos logrado un buen control de la presión mínima (menor de 9) en el 85% de los casos, pero tan solo un buen control de la presión máxima (menor de 14) en el 55% de los casos.
Finalmente, cabe recordar que la hipertensión arterial es una enfermedad con una importante base genética y que los hijos de pacientes hipertensos deben ser controlados a partir de los 3 años de edad en forma anual, ya que presentan un mayor riesgo de padecer hipertensión arterial que los hijos de padres con presión arterial normal.
Esta enfermedad no presenta ningún síntoma por lo cual sólo el control periódico de presión arterial permite detectarla tempranamente.
La presión arterial cambia cada vez que el corazón late. Puesto que, el corazón late en promedio 100.000 veces por día, todos las personas tienen 100.000 presiones distintas cada día. Por ello, es importante que cuando se toma la presión se realicen al menos 3 mediciones para calcular el promedio que es un dato más confiable.
La hipertensión arterial daña las arterias de todo el organismo, pero especialmente del cerebro, el corazón, el riñón y la retina. Por ello, sus efectos a largo plazo son el accidente cerebrovascular, el infarto, la insuficiencia cardíaca, la insuficiencia renal y la pérdida de la visión. Otros efectos menos conocidos que derivan de la misma, son la obstrucción de la circulación en las piernas y la impotencia sexual en varones.
Es particularmente más perjudicial en sujetos que presentan otros factores de riesgo como diabetes, colesterol elevado, obesidad o tabaquismo. En ellos, la posibilidad de un evento cardiovascular se multiplica por 2, 3 o 4 veces. También tienen mayor riesgo de desarrollar hipertensión y padecer complicaciones las mujeres, luego de la menopausia.
El tratamiento ideal
Varios estudios clínicos han demostrado en los últimos 40 años, que el buen control de la presión arterial reduce en promedio un 40% los eventos cerebro-vasculares y en un 20% los eventos coronarios.
El tratamiento se basa en:
* EJERCICIO FÍSICO
* ALIMENTACIÓN SALUDABLE
* ADECUADA MEDICACIÓN
El ejercicio físico sostenido en el tiempo y la reducción del sobrepeso han demostrado un claro efecto reductor de la presión arterial. Muchos pacientes adicionalmente deben ser tratados con alguna medicación, la cual debe ser evaluada por el médico de cabecera. La medicación actual es efectiva y segura; la mayoría de los pacientes puede “normalizar” su presión arterial sin presentar efectos colaterales, siempre y cuando mantenga un adecuado control periódico con su médico.
“De acuerdo con datos recientemente recabados por el Consejo Argentino de Hipertensión Arterial de la Sociedad Argentina de Cardiología sólo el 17% de los hipertensos logra un buen control de la presión arterial (valores promedio menores a 14/9 en forma sostenida). Sin embargo, nuestros datos en el ICBA (Instituto Cardiovascular de Buenos Aires) muestran si el paciente recibe la educación adecuada, sigue una dieta, un plan de ejercicio y toma la medicación regularmente, estamos controlando adecuadamente a más del 50% de los hipertensos” sostiene el Dr. Alberto Villamil, Jefe de Hipertensión Arterial ICBA.
La mayor edad se asocia a menor distensibilidad de las arterias lo cual lleva a un aumento de la presión máxima que es más difícil de controlar. Por ello, hemos logrado un buen control de la presión mínima (menor de 9) en el 85% de los casos, pero tan solo un buen control de la presión máxima (menor de 14) en el 55% de los casos.
Finalmente, cabe recordar que la hipertensión arterial es una enfermedad con una importante base genética y que los hijos de pacientes hipertensos deben ser controlados a partir de los 3 años de edad en forma anual, ya que presentan un mayor riesgo de padecer hipertensión arterial que los hijos de padres con presión arterial normal.
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