Desde la salida de José “Pepe” Scioli de la gestión provincial, el Jefe de Gabinete acumula poder dentro del gobierno bonaerense. Luego de años de aconsejar el alineamiento con la Casa Rosada, la reprimenda pública de Kirchner a Scioli lo convenció que llegó el momento de marcar un límite. La reunión con Magdalena y la visita a TN, los nuevos gestos de autonomía del gobernador.
El reto de Néstor Kirchner en público al gobernador Daniel Scioli generó el efecto impensado de terminar en el gabinete provincial con la histórica división política entre "halcones y palomas". Desde la embestida del ex presidente, el jefe de Gabinete, Alberto Pérez, histórico líder de la línea conciliadora, mutó en halcón.
"Hay que marcar un límite", se escuchó cerca del hombre que acompaña a Scioli desde sus inicios en la política, en el PJ porteño.
Desde hace meses, el Jefe de Gabinete (“el funcionario sin Twitter”) viene consolidando su control del gabinete bonaerense. En especial desde la salida de José “Pepe” Scioli de la gestión, que por esas paradojas de la política, se fue eyectado por su mirada crítica de los Kirchner, entre otras razones.
Es que Pérez y el hermano del Gobernador eran dos alas diferenciadas dentro de la gestión. Uno de los puntos que los diferenciaba era la cercanía o distanciamiento del kirchnerismo. Mientras el ex funcionario sostenía que era necesario romper los vínculos con el gobierno nacional, Pérez mantuvo una postura conciliadora y apostó a la fidelidad con el matrimonio K.
Por eso, la salida de Pepe Scioli de la gestión se leyó como un triunfo de Alberto Pérez, quien pudo fortalecer varias áreas del gobierno bonaerense.
Lleva años al lado del ex motonauta. Cuando Scioli era vicepresidente, comenzó a trabajar con Alberto Fernández como nexo entre el Congreso y el Ejecutivo. Más tarde fue legislador porteño y en su grupo íntimo se lo conoce como un aceptable cantante de tangos.
El último avance fue con la salida de Carlos Stornelli del ministerio de Seguridad y la fusión de esa área con Justicia, bajo el comando de Ricardo Casal, a quien cada tanto igual deben aleccionar para que no s ele suba el cargo a la cabeza. Esa modificación selló de alguna manera el control sobre la primera línea del Ejecutivo provincial en manos de Pérez.
Si hasta el ministro de Gobierno, Eduardo Camaño, que apareció al inicio como una amenaza a su rol político, hoy es uno de los funcionarios más alineados con Pérez.
Antes había logrado el ingreso de Martín Di Bella al frente de ARBA, un hombre de su confianza luego de la salida de Santiago Montoya (hoy en el Grupo Bapro) y el paso fugaz de Rafael Perelmiter.
Lo mismo ocurrió con el ingreso de Alejandro Arlía como conductor de la cartera de Economía. Más tarde, con la asunción de Javier Mouriño en la secretaría General logró borrar todo vestigio del hermano del gobernador en el gabinete.
A pesar de mantener durantes estos años una cercanía al kirchnerismo, ahora cerca suyo estiman que las palabras de Kirchner dirigidas hacia Scioli en medio de un acto en La Boca fue algo muy parecido a un punto d einflexión.
Señales a Olivos
Hombre poco afecto a los discursos agresivos, Scioli optó por responderle a Kirchner desde lo "gestual". Mañana visitará al intendente de Malvinas Argentinas, Jesús Cariglino, acaso el jefe comunal más anti kirchnerista del Conurbano y uno de los integrantes del flamante G8: Ocho jefes comunales que buscan consolidar un nuevo polo de intendentes entre Kirchner y Scioli.
Pero la visita de mañana se suma a una larga cadena de señales desde el llamado “incidente de La Boca”: En los últimos días, el Gobernador posó para la foto con Mauricio Macri en una fiesta del diario Perfil y con el intendente de La Plata, Pablo Bruera, otro de los jefes comunales más críticos al kirchnerismo.
Durante la semana también pegó el faltazo en el acto de La Cámpora en el Luna Park y a la clínica Los Arcos, donde internaron al ex presidente.
Y ayer se reunión con la periodista Magdalena Ruiz Guiñazú, muy crítica del gobierno nacional. Desde la subsecretaría de Medios, incluso, se preocuparon por llevarla a conocer la sala de periodistas de la gobernación.
Mientras que para esta noche se guarda la estocada final, visitará los estudios nada menos que de TN en el programa Código Político que conducen dos alfiles de Clarín, Julio Blanck y Eduardo van der Kooy. Más claro imposible.
Como sea, por debajo de estas acciones, que muchos leen como mensajes el sciolismo define una estrategia.
El la Gobernación existe total hermetismo. Algunas versiones señalan un acercamiento al peronismo disidente. Otras mencionan a Scioli como un rival del kirchnerismo en las internas de agosto. Esta última versión cobra peso toda vez que el matrimonio presidencial necesita legitimar la próxima elección y para eso necesitan un contrincante.
El reto de Néstor Kirchner en público al gobernador Daniel Scioli generó el efecto impensado de terminar en el gabinete provincial con la histórica división política entre "halcones y palomas". Desde la embestida del ex presidente, el jefe de Gabinete, Alberto Pérez, histórico líder de la línea conciliadora, mutó en halcón.
"Hay que marcar un límite", se escuchó cerca del hombre que acompaña a Scioli desde sus inicios en la política, en el PJ porteño.
Desde hace meses, el Jefe de Gabinete (“el funcionario sin Twitter”) viene consolidando su control del gabinete bonaerense. En especial desde la salida de José “Pepe” Scioli de la gestión, que por esas paradojas de la política, se fue eyectado por su mirada crítica de los Kirchner, entre otras razones.
Es que Pérez y el hermano del Gobernador eran dos alas diferenciadas dentro de la gestión. Uno de los puntos que los diferenciaba era la cercanía o distanciamiento del kirchnerismo. Mientras el ex funcionario sostenía que era necesario romper los vínculos con el gobierno nacional, Pérez mantuvo una postura conciliadora y apostó a la fidelidad con el matrimonio K.
Por eso, la salida de Pepe Scioli de la gestión se leyó como un triunfo de Alberto Pérez, quien pudo fortalecer varias áreas del gobierno bonaerense.
Lleva años al lado del ex motonauta. Cuando Scioli era vicepresidente, comenzó a trabajar con Alberto Fernández como nexo entre el Congreso y el Ejecutivo. Más tarde fue legislador porteño y en su grupo íntimo se lo conoce como un aceptable cantante de tangos.
El último avance fue con la salida de Carlos Stornelli del ministerio de Seguridad y la fusión de esa área con Justicia, bajo el comando de Ricardo Casal, a quien cada tanto igual deben aleccionar para que no s ele suba el cargo a la cabeza. Esa modificación selló de alguna manera el control sobre la primera línea del Ejecutivo provincial en manos de Pérez.
Si hasta el ministro de Gobierno, Eduardo Camaño, que apareció al inicio como una amenaza a su rol político, hoy es uno de los funcionarios más alineados con Pérez.
Antes había logrado el ingreso de Martín Di Bella al frente de ARBA, un hombre de su confianza luego de la salida de Santiago Montoya (hoy en el Grupo Bapro) y el paso fugaz de Rafael Perelmiter.
Lo mismo ocurrió con el ingreso de Alejandro Arlía como conductor de la cartera de Economía. Más tarde, con la asunción de Javier Mouriño en la secretaría General logró borrar todo vestigio del hermano del gobernador en el gabinete.
A pesar de mantener durantes estos años una cercanía al kirchnerismo, ahora cerca suyo estiman que las palabras de Kirchner dirigidas hacia Scioli en medio de un acto en La Boca fue algo muy parecido a un punto d einflexión.
Señales a Olivos
Hombre poco afecto a los discursos agresivos, Scioli optó por responderle a Kirchner desde lo "gestual". Mañana visitará al intendente de Malvinas Argentinas, Jesús Cariglino, acaso el jefe comunal más anti kirchnerista del Conurbano y uno de los integrantes del flamante G8: Ocho jefes comunales que buscan consolidar un nuevo polo de intendentes entre Kirchner y Scioli.
Pero la visita de mañana se suma a una larga cadena de señales desde el llamado “incidente de La Boca”: En los últimos días, el Gobernador posó para la foto con Mauricio Macri en una fiesta del diario Perfil y con el intendente de La Plata, Pablo Bruera, otro de los jefes comunales más críticos al kirchnerismo.
Durante la semana también pegó el faltazo en el acto de La Cámpora en el Luna Park y a la clínica Los Arcos, donde internaron al ex presidente.
Y ayer se reunión con la periodista Magdalena Ruiz Guiñazú, muy crítica del gobierno nacional. Desde la subsecretaría de Medios, incluso, se preocuparon por llevarla a conocer la sala de periodistas de la gobernación.
Mientras que para esta noche se guarda la estocada final, visitará los estudios nada menos que de TN en el programa Código Político que conducen dos alfiles de Clarín, Julio Blanck y Eduardo van der Kooy. Más claro imposible.
Como sea, por debajo de estas acciones, que muchos leen como mensajes el sciolismo define una estrategia.
El la Gobernación existe total hermetismo. Algunas versiones señalan un acercamiento al peronismo disidente. Otras mencionan a Scioli como un rival del kirchnerismo en las internas de agosto. Esta última versión cobra peso toda vez que el matrimonio presidencial necesita legitimar la próxima elección y para eso necesitan un contrincante.
(Fuente: La Política OnLine).
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