Criticó el denominado Proyecto X y la Ley Antiterrorista. Por el caso Ciccone, que implica a Amado Boudou, fustigó al Vicepresidente de la Nación.
El ex Jefe de Gabinete de la Nación, Alberto Fernández, cuestionó el extraño Proyecto X, una suerte de unidad especial de la Gendarmería Nacional, y afirmó que algo así no habría ocurrido durante la Presidencia de Néstor Kirchner entre 2003 y 2007. “Nadie que se llama progresista en la Argentina puede avalar” esa iniciativa, que sería empleada para trabajos de inteligencia y espionaje contra militantes sociales.
Tanto influyó en el arco político, que las críticas llegaron desde amplios sitios (incluyendo al macrismo y el Frente de Izquierda) y la Unión Cívica Radical, de hecho, impulsó un Proyecto de Resolución al respecto, exigiendo la presencia de Nilda Garré en el Congreso de la Nación para brindar explicaciones. La ministra de Seguridad no se expidió sobre eso, pero aclaró que ordenaría una auditoría y no titubearía en sancionar cualquier irregularidad.
Fernández, ni lerdo ni perezoso, se trepa a los cuestionamientos y se vuelca también contra la Ley Antiterrorista, aprobada a fines de diciembre en sesiones extraordinarias y rechazada por varios sectores, desde políticos a organizaciones sociales y sindicales, entre ellas la vertiente que lidera Pablo Micheli en la Central de Trabajadores de Argentina (CTA). “Con (Néstor) Kirchner no hubiera pasado”, sostuvo el ex ministro de Ministros.
“Es posible que este Gobierno no haga nada contra la gente con esta ley pero abre las puertas para que otros lo hagan”, afirmó. Por otro lado, advirtió que “el 54 por ciento fue un triunfo muy importante, pero el 54 por ciento no avala todo”, mientras anticipaba que el núcleo duro de la Casa Rosada, en los próximos días, iba a castigarlo duro: “Me van a salir a matar”.
Por otro lado, se refirió al caso Ciccone, que pesa sobre el Vicepresidente de la Nación, Amado Boudou, y vincularía al propio ex ministro de Economía con la imprenta privada más importante del país. Fernández calificó al marplatense de “frívolo” básicamente por no proporcionar explicaciones sobre la denuncia y, por el contrario, responder con ironías u otros gestos.
“Yo no sé si Boudou es culpable o no por el tema Ciccone. Pero la frivolidad que supone subirse a un escenario, calzarse la remera cuestionando la veracidad de un medio y tocar la guitarra displicentemente cuando lo único que esperábamos era que nos diga por qué era mentira para quedarnos más tranquilos”, disparó el dirigente, quien, desde hace años, está bien distanciado de la Quinta de Olivos.
Sus vínculos con el sciolismo
Si bien alejado de la Casa Rosada, Alberto Fernández conserva buenas relaciones con el Gobernador de la Provincia de Buenos Aires. De hecho, es sabido que estaba dispuesto a acompañar a Daniel Scioli en una eventual postulación a Jefe de Estado, antes que muriera el ahora exaltado Néstor Kirchner. El fallecido Presidente competiría por el sillón de mando, y, estimaban algunos, su ex Vice tenía todo armado para oponer resistencia en las elecciones del 2011.
Cuando perdió la vida el ex Gobernador de Santa Cruz, Scioli declinó sus planes y en un futuro no muy lejano, veía la posibilidad de heredar el Frente para la Victoria, al cortarse el supuesto círculo de alternancia en el poder (que algún oficialista definió como “virtuoso” una vez) entre éste y su mujer, quien finalmente renovó su puesto y, como están dadas las cosas, no estará en la carrera hacia el año 2015.
En algún punto, Fernández es otro eslabón en esa corriente sciolista que pregona el Kirchnerismo sin Kirchner, reeditando implícitamente alguna vieja consigna defendida por la burocracia sindical en los sesenta (cuando Augusto Vandor no sólo era un referente sindical, sino que encarnaba el ala derecha del Partido Justicialista). El viejo rol de los Montoneros vendría a ser jugado por los ruidosos de La Cámpora en la actualidad. Mejor cortar con las analogías. (Buenosaires2punto0).
El ex Jefe de Gabinete de la Nación, Alberto Fernández, cuestionó el extraño Proyecto X, una suerte de unidad especial de la Gendarmería Nacional, y afirmó que algo así no habría ocurrido durante la Presidencia de Néstor Kirchner entre 2003 y 2007. “Nadie que se llama progresista en la Argentina puede avalar” esa iniciativa, que sería empleada para trabajos de inteligencia y espionaje contra militantes sociales.
Tanto influyó en el arco político, que las críticas llegaron desde amplios sitios (incluyendo al macrismo y el Frente de Izquierda) y la Unión Cívica Radical, de hecho, impulsó un Proyecto de Resolución al respecto, exigiendo la presencia de Nilda Garré en el Congreso de la Nación para brindar explicaciones. La ministra de Seguridad no se expidió sobre eso, pero aclaró que ordenaría una auditoría y no titubearía en sancionar cualquier irregularidad.
Fernández, ni lerdo ni perezoso, se trepa a los cuestionamientos y se vuelca también contra la Ley Antiterrorista, aprobada a fines de diciembre en sesiones extraordinarias y rechazada por varios sectores, desde políticos a organizaciones sociales y sindicales, entre ellas la vertiente que lidera Pablo Micheli en la Central de Trabajadores de Argentina (CTA). “Con (Néstor) Kirchner no hubiera pasado”, sostuvo el ex ministro de Ministros.
“Es posible que este Gobierno no haga nada contra la gente con esta ley pero abre las puertas para que otros lo hagan”, afirmó. Por otro lado, advirtió que “el 54 por ciento fue un triunfo muy importante, pero el 54 por ciento no avala todo”, mientras anticipaba que el núcleo duro de la Casa Rosada, en los próximos días, iba a castigarlo duro: “Me van a salir a matar”.
Por otro lado, se refirió al caso Ciccone, que pesa sobre el Vicepresidente de la Nación, Amado Boudou, y vincularía al propio ex ministro de Economía con la imprenta privada más importante del país. Fernández calificó al marplatense de “frívolo” básicamente por no proporcionar explicaciones sobre la denuncia y, por el contrario, responder con ironías u otros gestos.
“Yo no sé si Boudou es culpable o no por el tema Ciccone. Pero la frivolidad que supone subirse a un escenario, calzarse la remera cuestionando la veracidad de un medio y tocar la guitarra displicentemente cuando lo único que esperábamos era que nos diga por qué era mentira para quedarnos más tranquilos”, disparó el dirigente, quien, desde hace años, está bien distanciado de la Quinta de Olivos.
Sus vínculos con el sciolismo
Si bien alejado de la Casa Rosada, Alberto Fernández conserva buenas relaciones con el Gobernador de la Provincia de Buenos Aires. De hecho, es sabido que estaba dispuesto a acompañar a Daniel Scioli en una eventual postulación a Jefe de Estado, antes que muriera el ahora exaltado Néstor Kirchner. El fallecido Presidente competiría por el sillón de mando, y, estimaban algunos, su ex Vice tenía todo armado para oponer resistencia en las elecciones del 2011.
Cuando perdió la vida el ex Gobernador de Santa Cruz, Scioli declinó sus planes y en un futuro no muy lejano, veía la posibilidad de heredar el Frente para la Victoria, al cortarse el supuesto círculo de alternancia en el poder (que algún oficialista definió como “virtuoso” una vez) entre éste y su mujer, quien finalmente renovó su puesto y, como están dadas las cosas, no estará en la carrera hacia el año 2015.
En algún punto, Fernández es otro eslabón en esa corriente sciolista que pregona el Kirchnerismo sin Kirchner, reeditando implícitamente alguna vieja consigna defendida por la burocracia sindical en los sesenta (cuando Augusto Vandor no sólo era un referente sindical, sino que encarnaba el ala derecha del Partido Justicialista). El viejo rol de los Montoneros vendría a ser jugado por los ruidosos de La Cámpora en la actualidad. Mejor cortar con las analogías. (Buenosaires2punto0).
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