Cuatro delincuentes ataron de pies y manos a un matrimonio, la hija de 14 años y al abuelo de 87 para desvalijar la vivienda ubicada en el barrio privado "Bonanza" de Pilar. La familia fue sorprendida mientras dormia. Los malvivientes estaban encapuchados.
“Fue una verdadera pesadilla, algo que sólo se ve en las películas”, contó Adrián Rubinstein sobre la odisea que les tocó vivir cuando su vida y la de su familia quedaron a merced de un grupo comando que irrumpió en su domicilio. El hecho ocurrió a las 3 de la madrugada del viernes aunque recién trascendió el domingo, en el barrio privado “Bonanza”, de la calle Las Glicinas al 1300 de la localidad de Pilar.
La familia se encontraba durmiendo, hasta que de repente Adrián y su mujer, Gladys Barrientos, se vieron sorprendidos por cuatro sujetos que los apuntaban con armas y alumbraban sus caras con linternas. “Los ladrones estaban todos armados, usaban guantes y tenían las caras cubiertas con pasamontañas y jamás podría identificarlos. Fue una verdadera pesadilla, algo que solo se ve en las películas y que jamás se imagina que le puede pasar a uno”.
Los malvivientes forzaron las rejas de una de las ventanas de la vivienda e ingresaron. Los sujetos ataron de pies y manos a la pareja y preguntaron quiénes estaban en las otras dos habitaciones. “Mi nena y mi suegro”, expresó Adrián a los delincuentes. “Quédense tranquilos que en 10 minutos nos vamos. Si se portan bien, no les va a pasar nada, pero si se resisten, los matamos a todos”, dijeron los ladrones, que se dirigieron a las habitaciones contiguas.
A la pequeña de 14 años la ataron a la cama con cables de una computadora, al igual que al abuelo de 87 años, a quien también le pusieron un trapo en la boca. Adrián trabaja ofreciendo servicios para una empresa de salud prepaga, mientras que su pareja, Gladys, se gana la vida organizando eventos.
La situación económica de la familia hace suponer que fue un hecho al voleo. “Estos individuos por ahí creyeron que somos empresarios o algo similar, pero no es así”, expresaron los Rubinstein. Los sujetos sustrajeron del domicilio 8.000 pesos y 2.000 dólares en efectivo; algunas joyas, relojes, ropa, una computadora, dos televisores, la jubilación del abuelo, los ahorros de la nena que tenía en una mesa de luz y escaparon en el auto familiar, un Renault Mégane modelo 1998.
“Solo les pedí que no le hagan nada a mi hija. Revolvieron la casa y se llevaron todo lo que creían de valor”, contó el jefe de la familia, quien aún no salía de su estado de shock. Cuando Adrián logró desatarse y liberar a su familia, llamó de inmediato al 911 y la policía con jurisdicción en la zona se puso al frente de la investigación para intentar dar con los ladrones. El auto Mégane de la familia sustraído por los delincuentes apareció horas más tarde en la zona de José C. Paz, donde los agentes de la zona ubicaron de inmediato telefónicamente al titular.
“Fue una verdadera pesadilla, algo que sólo se ve en las películas”, contó Adrián Rubinstein sobre la odisea que les tocó vivir cuando su vida y la de su familia quedaron a merced de un grupo comando que irrumpió en su domicilio. El hecho ocurrió a las 3 de la madrugada del viernes aunque recién trascendió el domingo, en el barrio privado “Bonanza”, de la calle Las Glicinas al 1300 de la localidad de Pilar.
La familia se encontraba durmiendo, hasta que de repente Adrián y su mujer, Gladys Barrientos, se vieron sorprendidos por cuatro sujetos que los apuntaban con armas y alumbraban sus caras con linternas. “Los ladrones estaban todos armados, usaban guantes y tenían las caras cubiertas con pasamontañas y jamás podría identificarlos. Fue una verdadera pesadilla, algo que solo se ve en las películas y que jamás se imagina que le puede pasar a uno”.
Los malvivientes forzaron las rejas de una de las ventanas de la vivienda e ingresaron. Los sujetos ataron de pies y manos a la pareja y preguntaron quiénes estaban en las otras dos habitaciones. “Mi nena y mi suegro”, expresó Adrián a los delincuentes. “Quédense tranquilos que en 10 minutos nos vamos. Si se portan bien, no les va a pasar nada, pero si se resisten, los matamos a todos”, dijeron los ladrones, que se dirigieron a las habitaciones contiguas.
A la pequeña de 14 años la ataron a la cama con cables de una computadora, al igual que al abuelo de 87 años, a quien también le pusieron un trapo en la boca. Adrián trabaja ofreciendo servicios para una empresa de salud prepaga, mientras que su pareja, Gladys, se gana la vida organizando eventos.
La situación económica de la familia hace suponer que fue un hecho al voleo. “Estos individuos por ahí creyeron que somos empresarios o algo similar, pero no es así”, expresaron los Rubinstein. Los sujetos sustrajeron del domicilio 8.000 pesos y 2.000 dólares en efectivo; algunas joyas, relojes, ropa, una computadora, dos televisores, la jubilación del abuelo, los ahorros de la nena que tenía en una mesa de luz y escaparon en el auto familiar, un Renault Mégane modelo 1998.
“Solo les pedí que no le hagan nada a mi hija. Revolvieron la casa y se llevaron todo lo que creían de valor”, contó el jefe de la familia, quien aún no salía de su estado de shock. Cuando Adrián logró desatarse y liberar a su familia, llamó de inmediato al 911 y la policía con jurisdicción en la zona se puso al frente de la investigación para intentar dar con los ladrones. El auto Mégane de la familia sustraído por los delincuentes apareció horas más tarde en la zona de José C. Paz, donde los agentes de la zona ubicaron de inmediato telefónicamente al titular.
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