La (no tan sorpresiva) decisión de la senadora Leonor Granados de abandonar el FpV y sumarse al rebaño del Frente Renovador generó, además de las obvias consecuencias políticas en la tensión entre kirchneristas y massistas, un impacto puertas adentro de la casa del propio intendente Alejandro Granados.
Es que, con el salto “oficializado”, Leonor ya se instaló en el distrito como una “precandidata” a suceder a su hermano en el 2015, el mismo objetivo que tiene su cuñada, Dulce Granados, diputada nacional y primera dama de Ezeiza.
Dulce creía tener la cancha lista para jugar en el próximo turno con la bendición de su marido, un “imbatible” que viene ganando elecciones desde 1995, cuando Ezeiza se constituyó en Partido. Pero la irrupción de su hermana en la oposición la dejó marginada. Más cuando se sospecha que, con esta jugada, el intendente Granados estaría asegurándose “un huevo en cada canasta”. Cosa de peronistas.
Ni lerdos ni perezosos, en Ezeiza ya mandaron a medir a ambas mujeres. Ingrata fue la sorpresa en la casa del experimentado barón cuando los resultados que aportó una prestigiosa encuestadora dieron por ganadora, por amplio margen, a Leonor, prácticamente una debutante en la estela opositora.
“A la gente no le gusta el actual desencuentro”, había justificado la senadora su arribo a las filas de Sergio Massa. “Él es un referente que escucha a los ciudadanos y busca la unidad”. Parece que sus palabras ya cayeron bien entre los vecinos, porque la aprobación de su figura, en comparación con la de su cuñada, alcanzó porcentajes inesperados incluso para los propios cerebros del Frente Renovador.
Dulce Granados, por el contrario, perdió terreno. Puestos a explicar, en el peronismo de la Tercera reconocen que la primera dama de Ezeiza “se recluyó en su despacho del Congreso y perdió contacto con la militancia”. En otras palabras, se “aburguesó”. Si bien ostenta (y con razón) tener línea directa con la presidenta Cristina Kirchner, esas conversaciones en la cumbre del poder la alejaron de los problemas reales de los vecinos, que cada vez la ven menos en su pago chico.
Es más, algunos sostienen que, si su marido no fuera el intendente, Dulce tendría “serios problemas” para identificar y describir las problemáticas de Ezeiza en particular y de la Tercera Sección en general, en un momento sensible en que todos los alcaldes “leales” al FpV están cerrando filas ante el avance del massismo. Muchos le cuestionan, de hecho, que esté más preocupada por “renovar” en octubre.
Por el contrario, como secretaria de Desarrollo Social, Leonor supo conocer el partido de palmo a palmo y hacerse respetar por las familias más vulnerables, que todavía recuerdan su paso por el gabinete municipal.
Pero eso no es todo: ambas mujeres están enfrentadas a raíz de un proyecto de la primera dama de Ezeiza para que se inhabilite y se multe con hasta un millón de pesos a los legisladores que se cambien de partido.
Sin perder los estribos, Leonor calificó esa reacción de “disparate”. “Viene de una diputada que ha faltado a 46 sesiones en el Congreso”, dijo sobre su cuñada, y cerró en que la medida “es anticonstitucional”. Como sea, una interna familiar que promete. Aunque parezca que una de las contrincantes ya quedó al costado del camino. (Agencia NOVA).
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