miércoles, enero 23, 2008

Instituto Balseiro

BUENOS AIRES, Enero 23, (PUNTO CERO) El Instituto Balseiro, el Centro Atómico Bariloche y el INVAP conforman, en nuestra Patagonia, una tríada de prestigio científico y tecnológico a nivel internacional, y un imán que atrae a los investigadores.
Bariloche ha trascendido mucho más allá de sus paisajes: sus centros de investigación científica también ocupan un lugar en el mundo. El Centro Atómico Bariloche, el Instituto Balseiro y la empresa de Investigaciones Aplicadas (INVAP) son ampliamente reconocidos. El origen de este prestigio se encuentra en el Balseiro, donde se forman los científicos. Y cuando se pregunta por algún ejemplo de investigador, todos los caminos y elogios de sus colegas confluyen en Tomás Buch, emblema de la firma INVAP, uno de los tres "tecnólogos" más importantes de Sudamérica e integrante del primer cuerpo docente del Instituto Balseiro.
¿Cómo han hecho para retener a profesionales y científicos en un país que tradicionalmente los expulsaba?
Hoy se pagan sueldos atractivos y hay, además, interés por participar en proyectos relevantes. INVAP es una empresa ágil. A lo largo de los últimos años hemos logrado confiabilidad y perfección tecnológica. Hay una cierta mística y además, Bariloche es un lugar atrayente para cualquier profesional del mundo.
¿Qué significa el reconocimiento que tiene la empresa a nivel internacional?
Se lo digo en términos futboleros: jugamos en Primera, y eso es un orgullo.
¿Cómo se logra ''jugar en Primera" desde aquí?
Creo que Argentina siempre ha tenido buena ciencia y, en algunos momentos, muy buena. El Balseiro surgió a partir de una idea concreta, que era lograr la excelencia en la física, y se logró. Sin embargo, no había nada de tecnología. Ese fue el desafío y en eso, entre otros, quiero destacar la visión que tuvo Conrado Varotto, que impulsó este proyecto.
INVAP -cuyas instalaciones se encuentran dentro del Parque Nacional Nahuel Huapi- es una reserva de materia gris que ha sobrevivido a todos los avatares de la historia reciente. Ha desarrollado reactores de investigación y producción de radioisótopos, satélites para observación terrestre, plantas industriales, sistemas de radar y centros de terapia radiante, entre otras cosas. Factura entre 36 y 70 millones de dólares anuales y tiene en marcha una serie de proyectos de altísima tecnología. Por caso, desarrolla una planta de radioisótopos para Egipto y 18 centros de radioterapia para Venezuela.
En abril, en Australia, los profesionales de INVAP pusieron en marcha el reactor de investigación OPAL (Open Pool Australian Light Water), utilizado para la provisión de radiofármacos de alta calidad para la medicina nuclear y la producción de radioisótopos de uso industrial y haces de neutrones para investigaciones científicas y militares, especialmente análisis de materiales. El costo fijo fue de 200 millones de dólares. Fue para Argentina la mayor exportación de este tipo de tecnología llave en mano en la historia, y cerró un proceso iniciado en 1998. Toda la ingeniería del proyecto fue desarrollada en Río Negro y significó para el país un posicionamiento internacional.
Ahora hay un nuevo desafío: se trabaja en la construcción del satélite de investigación SAC-D, que nació de un contrato entre la NASA estadounidense y la CONAE argentina. Demandará una inversión de más de 230 millones de dólares, de los que Estados Unidos financiará 180 millones y el resto quedará a cargo del país. Es un satélite con un radiómetro, que le permitirá medir la radiación superficial de los océanos, además de su temperatura y su salinidad. Este equipo puede penetrar alrededor de un metro en la corteza terrestre, lo que aportará valiosa información sobre los suelos. Pesará alrededor de mil kilos, tendrá unos cuatro metros de alto y será lanzado desde la base de Vandenberg, California, con el cohete Delta II. (PUNTO CERO).


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