La noticia provocó un amargo amanecer. El censo dejó de ser la vedette del día 27. El ex presidente Néstor Kirchner había fallecido. Inmediatamente las muestras de dolor de los sectores populares se hacían presentes en la Plaza de Mayo. La oposición simulaba su aprecio hacia la figura peronista, twitter mediante. Pero el hecho ya se había consumado y la política argentina comenzaba a entrar en un interrogante: que sucederá de aquí en más?.
La pregunta es válida porque no murió un ex presidente jubilado. Kirchner estaba primero en las encuestas, podía ser el próximo presidente y era el 50 por ciento del gobierno de Cristina.
Ahora, realmente nadie sabe qué sucederá. Quienes conocen a Cristina Fernández intuyen que su alma militante hará que le imponga la fuerza necesaria para terminar su mandato y quizás ir por la reelección. “Va ir por todas las convicciones, cero alianzas, para imponer un modelo en honor a Néstor”, dijo alguien cercano al gobierno.
Quienes están en las antípodas de este modelo creen que la presidente finalizará su mandato pero no la ven como candidata. “No creo que tenga la fuerza necesaria. La muerte de Néstor hizo finito a los k”, sostuvo un asesor legislativo.
Lo cierto es que ha muerto alguien muy importante. Un hombre que desde la primera magistratura combatió a las corporaciones, que supo indicarle la puerta de salida al FMI, que cambió la Corte Suprema, que tuvo una relación buena pero no servil con los Estados Unidos, que impidió la guerra entre Ecuador y Perú, que supo controlar los precios, que no se dejó avasallar por Clarín y que hizo una bandera de los derechos humanos y la inclusión toda. Su estadía en el poder desde 2003 a la fecha es solo comparable al primer gobierno de Juan Domingo Perón.
Tuvo errores y muchos, pero en el balance los aciertos triunfan, por eso esta pérdida es importante. Ver por televisión a señoras mayores con lágrimas en los ojos, o un joven que combatió a la presidente colocar un cartel que rezaba “Fuerza Cristina” y decir “siempre estuve en contra, lo insulté cuando fue el conflicto con el campo, pero me di cuenta y cambié”, fueron escenas que resumieron el dolor argentino de un día feriado. Pero la síntesis la tuvo Nicolás Russo, mi hijo de cinco años de edad que al enterarse de tan triste noticia, me dijo el oído, en presencia del censista, “yo lo quería a Kirchner, yo no quiero un presidente gorila”.
(Gabriel Russo, director de Agencia Comunas).
La pregunta es válida porque no murió un ex presidente jubilado. Kirchner estaba primero en las encuestas, podía ser el próximo presidente y era el 50 por ciento del gobierno de Cristina.
Ahora, realmente nadie sabe qué sucederá. Quienes conocen a Cristina Fernández intuyen que su alma militante hará que le imponga la fuerza necesaria para terminar su mandato y quizás ir por la reelección. “Va ir por todas las convicciones, cero alianzas, para imponer un modelo en honor a Néstor”, dijo alguien cercano al gobierno.
Quienes están en las antípodas de este modelo creen que la presidente finalizará su mandato pero no la ven como candidata. “No creo que tenga la fuerza necesaria. La muerte de Néstor hizo finito a los k”, sostuvo un asesor legislativo.
Lo cierto es que ha muerto alguien muy importante. Un hombre que desde la primera magistratura combatió a las corporaciones, que supo indicarle la puerta de salida al FMI, que cambió la Corte Suprema, que tuvo una relación buena pero no servil con los Estados Unidos, que impidió la guerra entre Ecuador y Perú, que supo controlar los precios, que no se dejó avasallar por Clarín y que hizo una bandera de los derechos humanos y la inclusión toda. Su estadía en el poder desde 2003 a la fecha es solo comparable al primer gobierno de Juan Domingo Perón.
Tuvo errores y muchos, pero en el balance los aciertos triunfan, por eso esta pérdida es importante. Ver por televisión a señoras mayores con lágrimas en los ojos, o un joven que combatió a la presidente colocar un cartel que rezaba “Fuerza Cristina” y decir “siempre estuve en contra, lo insulté cuando fue el conflicto con el campo, pero me di cuenta y cambié”, fueron escenas que resumieron el dolor argentino de un día feriado. Pero la síntesis la tuvo Nicolás Russo, mi hijo de cinco años de edad que al enterarse de tan triste noticia, me dijo el oído, en presencia del censista, “yo lo quería a Kirchner, yo no quiero un presidente gorila”.
(Gabriel Russo, director de Agencia Comunas).
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