En la Legislatura, el macrismo y el bloque de Kravetz hicieron todo lo posible para frenar un proyecto de Daniel Amoroso para prohibir los cajeros automáticos en las salas de bingos y sus alrededores. La red que tejió el zar del juego con los legisladores que lo defendieron.
Alrededor de las cinco de la tarde de hoy, en los pasillos de la Legislatura porteña algunos diputados decían a este medio que la sesión estaba por caerse y, si se hacía, no iba a ser recordada en el tiempo por la intrascendencia de los temas a tratar en el orden del día.
Quizás pocos legisladores imaginaban el escándalo que siba a desencadenarse en las más de 3 horas de una sesión cargada de chicanas típicas de la campaña electoral.
Luego de tratar una serie de temas sin mayor trascendencia política –muestra de ello es que todos fueron aprobados por unanimidad–, la Legislatura comenzó a tratar un proyecto de ley del dernavaizta Daniel Amoroso, para prohibir el funcionamiento de cajeros automáticos en las salas de juego de la Ciudad y a una distancia menor de 200 metros del perímetro de las salas.
El proyecto tenía un dictamen de mayoría y otro de minoría de la Comisión de Desarrollo Económico, Mercosur y Políticas de Empleo. El de minoría, a diferencia del primero, estipulaba que sólo se eliminaran los cajeros existentes dentro de las salas de juego y que el resto, es decir, los que están en la calle, siguieran funcionando.
El retiro protector
De movida, el PRO se opuso al dictamen de mayoría que impulsaba la oposición y a medida que los legisladores de los bloques como Proyecto Sur, Diálogo por Buenos Aires y la Coalición Cívica pedían la palabra para argumentar a favor del dictamen de mayoría, casi todo el bloque del PRO junto con el del PJ que encabeza Diego Kravetz se retiró sigilosamente del recinto.
Sólo se quedaron tres legisladores del PRO al debate. Los macristas Alejandro García y Álvaro González quedaron como voces principales de la bancada oficialista. García argumentaba que la ley era de difícil implementación en cuanto a la eliminación de los cajeros de los alrededores de las salas, puesto que como “la colocación de sedes bancarias excede a la Ciudad e incluso a la Nación”.
González, en tanto, pateó la pelota para el costado pidiendo la ayuda de la Policía Federal, sosteniendo que si los dueños de las salas “no dejan entrar para que cobremos impuestos (el 8 por ciento de Ingresos Brutos), menos van a dejar entrar a un funcionario municipal a sacar los cajeros”.
Pese a los intentos de estos dos legisladores por disimular lo evidente, la falta de casi todo el bloque macrista e incluso de sus autoridades, fue advertido por el titular de la bancada de la Coalición, Fernando Sánchez, que con un tono helénico gritó: “¡Han huido de la sesión!”.
No sólo faltaba la mayoría de los legisladores del PRO, sino que los miembros del bloque del PJ que encabeza Diego Kravetz también estaban ausentes, así como los kirchneristas Juan Cabandié y Gabriela Alegre, que pese a estaridentificados con la defensa de los derechos humanos se retiraron al inicio del debate, evidentemente interesados en proteger al empresario kirchnerista Cristóbal López, dueño de las principales salas de juego de la Ciudad.
La votación bizarra
El presidente de la Legislatura, Oscar Moscariello, continuó con la sesión a pesar de que el quórum estuvo en duda por momentos y decidió llamar a la votación en general de la ley. En ese momento, volvieron algunos de los legisladores del PRO, que quedaron bajo la batuta de los diputados Martín Ocampo y Fernando de Andreis.
Los legisladores del PRO cumplieron entonces con Cristóbal López y se opusieron a la norma, que igual fue aporbada en general por 27 votos a 13. Pero ni bien el presidente anunció el resultado, De Andreis pidió la palabra para decir que se habían equivocado, que los macristas pensaron que estaban votando el dictamen de la mayoría. Acaso, en una maniobra para no pagar el costo político -pérdido por pérdido- de aparecer protegiendo al empressario kirchnerista dueño de los dos barcos casino y el Hipódromo de Palermo, en plena campaña electoral.
Luego de media hora de confusión, Sánchez le pidió a Moscariello que dijera nuevamente el resultado de la votación. El presidente le dio la responsabilidad al secretario legislativo, que anunció que la votación salió en realidad 39 a 1, lo que generó el abucheo y la bronca en la oposición, que acusaba al PRO de haber cambiado los resultados sin pedir una rectificación de la primera votación.
Tras acusaciones cruzadas que parecían no llegar a un fin –incluso hubo reproches de Moscariello a propios integrantes de su bancada–, el cuerpo se dispuso a votar la norma artículo por artículo.
El primero, que prohíbe la instalación de nuevos cajeros en las salas, fue aprobado por unanimidad. Pero el segundo y tercero, que son los que hablan de la instalación de los cajeros de los alrededores de las salas, volvió a generar polémica. Después de algunas idas y vueltas, el proyecto se aprobó en primera lectura, por lo que deberá discutirse en audiencia pública, y volver a tratarse en el recinto en segunda lectura
Todos con Cristóbal
Más allá de los datos de color de una sesión teñida por el clima de campaña, el tratamiento del proyecto esconde una red de relaciones entre los legisladores y dos de los hombres fuertes del juego, el Tano Daniel Angelici, padrino de los diputados del PRO provenientes del radicalismo, y obviamente el zar kirchnerista de las maquinitas, Cristóbal López.
Angelici y Cristóbal son los principales aliados de Mauricio Macri en la cuestión del juego. Y López, a pesar de estar asociado al kirchnerismo, tiene una relación muy fluida a través del apoderado del PRO, José Torello, con el jefe de gobierno. Pese a que el líder del PRO es un férreo defensor de las autonomías, con el juego la administración macrista no se mete y deja hacer. Tiene allí un punto de encuentro con el Gobierno nacional.
Como explicó este medio, Cristóbal explota los dos Barcos Casino y las 4000 tragamonedas del hipódromo de Palermo, gracias al decreto que Néstor Kirchner firmó antes de dejar la presidencia para cederle el control de la casa hasta 2032. Ese número representa el conjunto más grande de tragamonedas del mundo, muy superior a los Casinos de Europa y Las Vegas y le deja a López y a Federico Achával –el socio de Cristóbal que tiene la concesión– una ganancia de aproximadamente unos 1600 millones de dólares por año.
La conspiración contra Amoroso
El capítulo de hoy en la Legislatura significa un nuevo enfrentamiento entre Cristóbal y Amoroso, que controla el sindicato de Trabajadores de Juegos de Azar de la Argentina (Aleara).
Es que Cristóbal quiere quedarse con ese sindicato y para eso opera junto con Angelici para reemplazar a Aleara por el Sindicato Único de Trabajadores del Espectáculo Público (SUTEP), que conduce Miguel Ángel Paniagua.
Y como pudo saber en exclusiva LPO, Angelici almorzó en los últimos días con Paniagua y con el líder del sindicato del Gas, Oscar Mangone. Mangone integra la Comisión de Encuadramiento de la CGT, la encargada de resolver a qué sindicatos van a parar los trabajadores que están ante un conflicto de encuadramiento. Es decir, el brazo ejecutor de la maniobra para sacarle a Amoroso el control sobre los trabajadores del juego.
De ese almuerzo participó también el albertista Daniel Mautone, dueño entre otras cosas del Casino Victoria y protector de Héctor Capaccioli, asesor directo de Alberto Fernández y “recaudador” oficial en la campaña presidencial de Cristina Kirchner en 2007.
Cristóbal en la campaña porteña
Cristóbal no recibió la ayuda únicamente de los legisladores del PRO. También contó con el apoyo solapado del Frente para la Victoria y el PJ. Que Cabandié, el símbolo de La Cámpora en la Ciudad, se retirara del debate, habla del trato preferencial que recibe el zar del juego de parte del kirchnerismo, una historia ya sabida que deja como reflexión que el macrismo y el Gobierno nacional se pelean en la campaña pero en los negocios cierran filas.
En la Legislatura no es un secreto que el principal vínculo de Cristóbal con el PJ porteño es su jefe de bloque Diego Kravetz, que incluso suele arriar al PRO en las votaciones vinculadas al juego.
Por eso se menciona que Cristóbal no sólo contribuiría con la campaña del PRO, sino también vía Kravetz con la costosa publicidad de Jorge Telerman –que lleva como vice al legislador peronista–.
Chicanas
La legisladora de Proyecto Sur, Delia Bisutti, acusó al presidente Moscariello de "discriminación", luego de que le apagaran el micrófono en el calor de la dicusción.
En seguida, los asesores del PRO comenzaron a gritarle que llamara al Inadi, el organismo nacional que cayó en la lupa.
El envidioso
A Aníbal Ibarra, que tuvo buena relación con el Barco Casino de Cristóbal López a través de su cercano colaborador Pablo Maggioli, hoy se lo vio encendidamente a favor del proyecto.
Quizás no está nada contento con que Cristóbal le banque la campaña a su acérrimo enemigo Telerman. (La Política OnLine).
Alrededor de las cinco de la tarde de hoy, en los pasillos de la Legislatura porteña algunos diputados decían a este medio que la sesión estaba por caerse y, si se hacía, no iba a ser recordada en el tiempo por la intrascendencia de los temas a tratar en el orden del día.
Quizás pocos legisladores imaginaban el escándalo que siba a desencadenarse en las más de 3 horas de una sesión cargada de chicanas típicas de la campaña electoral.
Luego de tratar una serie de temas sin mayor trascendencia política –muestra de ello es que todos fueron aprobados por unanimidad–, la Legislatura comenzó a tratar un proyecto de ley del dernavaizta Daniel Amoroso, para prohibir el funcionamiento de cajeros automáticos en las salas de juego de la Ciudad y a una distancia menor de 200 metros del perímetro de las salas.
El proyecto tenía un dictamen de mayoría y otro de minoría de la Comisión de Desarrollo Económico, Mercosur y Políticas de Empleo. El de minoría, a diferencia del primero, estipulaba que sólo se eliminaran los cajeros existentes dentro de las salas de juego y que el resto, es decir, los que están en la calle, siguieran funcionando.
El retiro protector
De movida, el PRO se opuso al dictamen de mayoría que impulsaba la oposición y a medida que los legisladores de los bloques como Proyecto Sur, Diálogo por Buenos Aires y la Coalición Cívica pedían la palabra para argumentar a favor del dictamen de mayoría, casi todo el bloque del PRO junto con el del PJ que encabeza Diego Kravetz se retiró sigilosamente del recinto.
Sólo se quedaron tres legisladores del PRO al debate. Los macristas Alejandro García y Álvaro González quedaron como voces principales de la bancada oficialista. García argumentaba que la ley era de difícil implementación en cuanto a la eliminación de los cajeros de los alrededores de las salas, puesto que como “la colocación de sedes bancarias excede a la Ciudad e incluso a la Nación”.
González, en tanto, pateó la pelota para el costado pidiendo la ayuda de la Policía Federal, sosteniendo que si los dueños de las salas “no dejan entrar para que cobremos impuestos (el 8 por ciento de Ingresos Brutos), menos van a dejar entrar a un funcionario municipal a sacar los cajeros”.
Pese a los intentos de estos dos legisladores por disimular lo evidente, la falta de casi todo el bloque macrista e incluso de sus autoridades, fue advertido por el titular de la bancada de la Coalición, Fernando Sánchez, que con un tono helénico gritó: “¡Han huido de la sesión!”.
No sólo faltaba la mayoría de los legisladores del PRO, sino que los miembros del bloque del PJ que encabeza Diego Kravetz también estaban ausentes, así como los kirchneristas Juan Cabandié y Gabriela Alegre, que pese a estaridentificados con la defensa de los derechos humanos se retiraron al inicio del debate, evidentemente interesados en proteger al empresario kirchnerista Cristóbal López, dueño de las principales salas de juego de la Ciudad.
La votación bizarra
El presidente de la Legislatura, Oscar Moscariello, continuó con la sesión a pesar de que el quórum estuvo en duda por momentos y decidió llamar a la votación en general de la ley. En ese momento, volvieron algunos de los legisladores del PRO, que quedaron bajo la batuta de los diputados Martín Ocampo y Fernando de Andreis.
Los legisladores del PRO cumplieron entonces con Cristóbal López y se opusieron a la norma, que igual fue aporbada en general por 27 votos a 13. Pero ni bien el presidente anunció el resultado, De Andreis pidió la palabra para decir que se habían equivocado, que los macristas pensaron que estaban votando el dictamen de la mayoría. Acaso, en una maniobra para no pagar el costo político -pérdido por pérdido- de aparecer protegiendo al empressario kirchnerista dueño de los dos barcos casino y el Hipódromo de Palermo, en plena campaña electoral.
Luego de media hora de confusión, Sánchez le pidió a Moscariello que dijera nuevamente el resultado de la votación. El presidente le dio la responsabilidad al secretario legislativo, que anunció que la votación salió en realidad 39 a 1, lo que generó el abucheo y la bronca en la oposición, que acusaba al PRO de haber cambiado los resultados sin pedir una rectificación de la primera votación.
Tras acusaciones cruzadas que parecían no llegar a un fin –incluso hubo reproches de Moscariello a propios integrantes de su bancada–, el cuerpo se dispuso a votar la norma artículo por artículo.
El primero, que prohíbe la instalación de nuevos cajeros en las salas, fue aprobado por unanimidad. Pero el segundo y tercero, que son los que hablan de la instalación de los cajeros de los alrededores de las salas, volvió a generar polémica. Después de algunas idas y vueltas, el proyecto se aprobó en primera lectura, por lo que deberá discutirse en audiencia pública, y volver a tratarse en el recinto en segunda lectura
Todos con Cristóbal
Más allá de los datos de color de una sesión teñida por el clima de campaña, el tratamiento del proyecto esconde una red de relaciones entre los legisladores y dos de los hombres fuertes del juego, el Tano Daniel Angelici, padrino de los diputados del PRO provenientes del radicalismo, y obviamente el zar kirchnerista de las maquinitas, Cristóbal López.
Angelici y Cristóbal son los principales aliados de Mauricio Macri en la cuestión del juego. Y López, a pesar de estar asociado al kirchnerismo, tiene una relación muy fluida a través del apoderado del PRO, José Torello, con el jefe de gobierno. Pese a que el líder del PRO es un férreo defensor de las autonomías, con el juego la administración macrista no se mete y deja hacer. Tiene allí un punto de encuentro con el Gobierno nacional.
Como explicó este medio, Cristóbal explota los dos Barcos Casino y las 4000 tragamonedas del hipódromo de Palermo, gracias al decreto que Néstor Kirchner firmó antes de dejar la presidencia para cederle el control de la casa hasta 2032. Ese número representa el conjunto más grande de tragamonedas del mundo, muy superior a los Casinos de Europa y Las Vegas y le deja a López y a Federico Achával –el socio de Cristóbal que tiene la concesión– una ganancia de aproximadamente unos 1600 millones de dólares por año.
La conspiración contra Amoroso
El capítulo de hoy en la Legislatura significa un nuevo enfrentamiento entre Cristóbal y Amoroso, que controla el sindicato de Trabajadores de Juegos de Azar de la Argentina (Aleara).
Es que Cristóbal quiere quedarse con ese sindicato y para eso opera junto con Angelici para reemplazar a Aleara por el Sindicato Único de Trabajadores del Espectáculo Público (SUTEP), que conduce Miguel Ángel Paniagua.
Y como pudo saber en exclusiva LPO, Angelici almorzó en los últimos días con Paniagua y con el líder del sindicato del Gas, Oscar Mangone. Mangone integra la Comisión de Encuadramiento de la CGT, la encargada de resolver a qué sindicatos van a parar los trabajadores que están ante un conflicto de encuadramiento. Es decir, el brazo ejecutor de la maniobra para sacarle a Amoroso el control sobre los trabajadores del juego.
De ese almuerzo participó también el albertista Daniel Mautone, dueño entre otras cosas del Casino Victoria y protector de Héctor Capaccioli, asesor directo de Alberto Fernández y “recaudador” oficial en la campaña presidencial de Cristina Kirchner en 2007.
Cristóbal en la campaña porteña
Cristóbal no recibió la ayuda únicamente de los legisladores del PRO. También contó con el apoyo solapado del Frente para la Victoria y el PJ. Que Cabandié, el símbolo de La Cámpora en la Ciudad, se retirara del debate, habla del trato preferencial que recibe el zar del juego de parte del kirchnerismo, una historia ya sabida que deja como reflexión que el macrismo y el Gobierno nacional se pelean en la campaña pero en los negocios cierran filas.
En la Legislatura no es un secreto que el principal vínculo de Cristóbal con el PJ porteño es su jefe de bloque Diego Kravetz, que incluso suele arriar al PRO en las votaciones vinculadas al juego.
Por eso se menciona que Cristóbal no sólo contribuiría con la campaña del PRO, sino también vía Kravetz con la costosa publicidad de Jorge Telerman –que lleva como vice al legislador peronista–.
Chicanas
La legisladora de Proyecto Sur, Delia Bisutti, acusó al presidente Moscariello de "discriminación", luego de que le apagaran el micrófono en el calor de la dicusción.
En seguida, los asesores del PRO comenzaron a gritarle que llamara al Inadi, el organismo nacional que cayó en la lupa.
El envidioso
A Aníbal Ibarra, que tuvo buena relación con el Barco Casino de Cristóbal López a través de su cercano colaborador Pablo Maggioli, hoy se lo vio encendidamente a favor del proyecto.
Quizás no está nada contento con que Cristóbal le banque la campaña a su acérrimo enemigo Telerman. (La Política OnLine).
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