Llegó a los 49,2 millones de toneladas, un 10,6 por ciento por debajo de la zafra anterior, según informó hoy la Bolsa de Cereales de Buenos Aires, al dar por concluida la campaña. Se habían sembrado 18.5 millones de hectáreas.
El resultado de esta cosecha puso de manifiesto que el porcentaje de soja en el abanico de cultivos argentinos ocupa casi el 50 por ciento, si se consideran las cifras oficiales que hablan de una campaña de 100 millones de toneladas de granos.
"Este volumen de soja acumulado es el segundo más elevado de los últimos once años, únicamente superado por el récord histórico alcanzado durante el ciclo previo cuando se recolectaron 55 millones de toneladas", destacó la Bolsa.
Sin embargo, los especialistas consideraron que la producción nacional del presente ciclo marca un exitoso cierre de campaña, por los agudos períodos de sequía que golpearon al cultivo durante diferentes etapas de su desarrollo.
No obstante la sequía y reducción de área sembrada, que fue de 18.5 millones de hectáreas respecto de los 19 millones de la campaña anterior, se obtuvo el rinde promedio más alto por hectárea (2.700 kilos ó 27 quintales), de los últimos once años en que fue de 2630 kilos ó 26,3 quintales.
"Analizando el desarrollo de la campaña, podemos resaltar que la siembra comenzó de forma anticipada respecto a años anteriores", indicó el PAS.
El factor clave que promovió este temprano movimiento de las sembradoras, fueron las lluvias primaverales que brindaron muy buenas condiciones de implantación durante octubre y parte de noviembre.
Posteriormente, el ingreso de vientos del sector norte junto con una progresiva interrupción en la frecuencia de las lluvias, promovieron el desecamiento superficial de los cuadros sobre gran parte del área agrícola.
La ausencia de humedad sobre los primeros centímetros del suelo interrumpió la incorporación de hectáreas, debido a la falta de condiciones que garantizaran la germinación del poroto e implantación del cultivo.
"Sólo se lograban incorporar hectáreas durante breves períodos gracias a esporádicas reposiciones hídricas de variable intensidad y distribución errática", señaló la Bolsa de Cereales.
Esta condición se extendió sobre gran parte de la franja central, como así también en las provincias norteñas.
Los cuadros de segunda implantación con rastrojos de trigo y cebada presentaban un profundo desabastecimiento hídrico, consecuencia de una mayor demanda por parte de los cereales de invierno sobre este recurso.
Trigo y cebada alcanzaron, a su vez, rendimientos récords en gran parte del área agrícola nacional y dejaron lotes totalmente desprovistos de humedad.
Febrero mantuvo inicialmente una buena frecuencia de lluvias, lo que permitió apuntalar las productividades unitarias en lotes de primera, al tiempo que lotes de segunda evolucionaban en condición buena/muy buena.
El segundo período seco se prolongó durante solo dos semanas entre fines de febrero y principios de marzo.
Las perspectivas de alcanzar o superar una producción de 50 millones de toneladas se diluyeron finalmente, en un contexto de reducción de área con una caída del 2,6% respecto de 2009-2010 combinado con fuertes períodos secos.
El resultado de esta cosecha puso de manifiesto que el porcentaje de soja en el abanico de cultivos argentinos ocupa casi el 50 por ciento, si se consideran las cifras oficiales que hablan de una campaña de 100 millones de toneladas de granos.
"Este volumen de soja acumulado es el segundo más elevado de los últimos once años, únicamente superado por el récord histórico alcanzado durante el ciclo previo cuando se recolectaron 55 millones de toneladas", destacó la Bolsa.
Sin embargo, los especialistas consideraron que la producción nacional del presente ciclo marca un exitoso cierre de campaña, por los agudos períodos de sequía que golpearon al cultivo durante diferentes etapas de su desarrollo.
No obstante la sequía y reducción de área sembrada, que fue de 18.5 millones de hectáreas respecto de los 19 millones de la campaña anterior, se obtuvo el rinde promedio más alto por hectárea (2.700 kilos ó 27 quintales), de los últimos once años en que fue de 2630 kilos ó 26,3 quintales.
"Analizando el desarrollo de la campaña, podemos resaltar que la siembra comenzó de forma anticipada respecto a años anteriores", indicó el PAS.
El factor clave que promovió este temprano movimiento de las sembradoras, fueron las lluvias primaverales que brindaron muy buenas condiciones de implantación durante octubre y parte de noviembre.
Posteriormente, el ingreso de vientos del sector norte junto con una progresiva interrupción en la frecuencia de las lluvias, promovieron el desecamiento superficial de los cuadros sobre gran parte del área agrícola.
La ausencia de humedad sobre los primeros centímetros del suelo interrumpió la incorporación de hectáreas, debido a la falta de condiciones que garantizaran la germinación del poroto e implantación del cultivo.
"Sólo se lograban incorporar hectáreas durante breves períodos gracias a esporádicas reposiciones hídricas de variable intensidad y distribución errática", señaló la Bolsa de Cereales.
Esta condición se extendió sobre gran parte de la franja central, como así también en las provincias norteñas.
Los cuadros de segunda implantación con rastrojos de trigo y cebada presentaban un profundo desabastecimiento hídrico, consecuencia de una mayor demanda por parte de los cereales de invierno sobre este recurso.
Trigo y cebada alcanzaron, a su vez, rendimientos récords en gran parte del área agrícola nacional y dejaron lotes totalmente desprovistos de humedad.
Febrero mantuvo inicialmente una buena frecuencia de lluvias, lo que permitió apuntalar las productividades unitarias en lotes de primera, al tiempo que lotes de segunda evolucionaban en condición buena/muy buena.
El segundo período seco se prolongó durante solo dos semanas entre fines de febrero y principios de marzo.
Las perspectivas de alcanzar o superar una producción de 50 millones de toneladas se diluyeron finalmente, en un contexto de reducción de área con una caída del 2,6% respecto de 2009-2010 combinado con fuertes períodos secos.
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