Para asegurar el abastecimiento de un insumo clave en la matriz energética nacional, adquiere enormes cargas de gas natural licuado en el mercado internacional e importa gas desde Bolivia, que luego comercializa internamente a valores muy inferiores.
Con apenas seis años de vida, la empresa estatal Enarsa se convirtió en un pilar de la política energética argentina y también en blanco de críticas de expertos, que reclaman transparencia en sus grandes compras de hidrocarburos que golpean el saldo comercial del país.
La empresa es responsable por adquirir enormes cargas de gas natural licuado en el mercado internacional para asegurar el abastecimiento de un insumo clave en la matriz de energía local, y por la importación de gas desde Bolivia, que luego comercializa en el mercado interno a valores muy inferiores.
Críticos de la política energética argentina reconocen que Enarsa, creada en 2004 por el entonces presidente Néstor Kirchner, trabaja con una agilidad inusual para el sector público local, garantizando el suministro en un país que se tornó importador neto de energía y cuya economía se expande con velocidad.
Desde hace una década, gracias a millonarios subsidios del gobierno, consumidores y empresas argentinas pagan bajas tarifas por el gas, mientras que la producción local, desalentada por remuneraciones menores a las del mercado internacional, entró en declive.
En la práctica, la actividad de la empresa estatal garantiza que los argentinos puedan pagar bajos precios por la energía que consumen, una estrategia que ha alimentado el robusto consumo interno que permitió a la economía local expandirse en torno al 9% el año pasado.
Para financiar los subsidios, el gobierno entrega a Enarsa partidas millonarias que, según analistas, erosionan el ahorro fiscal y podrían convertirse en una bomba de tiempo, aunque las autoridades sostienen que la energía a bajo precio ha sido un factor clave para el auge económico de Argentina en los últimos años.
"Las partidas son destinadas a pagar las importaciones destinadas a financiar el consumo, la provisión del insumo para que el país siga creciendo. Argentina no hubiese crecido como creció si hubiese faltado una provisión suficiente de energía", dijo recientemente a la agencia Reuters el portavoz de Enarsa, Carlos Davidson.
En los primeros siete meses del año, las importaciones de combustibles se duplicaron, ya que de US$ 2.756 millones en los primeros 7 meses de 2010 pasaron a US$ 5.561 millones en el mismo lapso de 2011, según datos oficiales.
Detalles
Enarsa adquiere gas licuado a entre US$ 13 y US$ 14 por millón de M3 y lo comercializa a unos US$ 4 en el mercado doméstico, mientras que el gas de Bolivia se paga a unos US$ 10 y se vende a US$ 3,40.
Según un relevamiento del ex secretario de Energía Alieto Guadagni, los subsidios a la energía totalizaron 26.000 millones de pesos (US$ 5.859 millones) en 2010, un 63% más que en el año previo.
Sólo en los primeros seis meses del 2011 los subsidios registraron un incremento del 76% interanual.
Argentina, que en la década de 1990 exportaba gas a países vecinos, prevé importar al menos 50 buques de gas natural licuado en 2011, más del doble de la cantidad de embarques adquiridos en el 2010.
El mayor exportador mundial de GNL, Qatargas, anunció en junio que proveerá 5 millones de toneladas de GNL al año a Enarsa durante 20 años a partir del 2014.
Con apenas seis años de vida, la empresa estatal Enarsa se convirtió en un pilar de la política energética argentina y también en blanco de críticas de expertos, que reclaman transparencia en sus grandes compras de hidrocarburos que golpean el saldo comercial del país.
La empresa es responsable por adquirir enormes cargas de gas natural licuado en el mercado internacional para asegurar el abastecimiento de un insumo clave en la matriz de energía local, y por la importación de gas desde Bolivia, que luego comercializa en el mercado interno a valores muy inferiores.
Críticos de la política energética argentina reconocen que Enarsa, creada en 2004 por el entonces presidente Néstor Kirchner, trabaja con una agilidad inusual para el sector público local, garantizando el suministro en un país que se tornó importador neto de energía y cuya economía se expande con velocidad.
Desde hace una década, gracias a millonarios subsidios del gobierno, consumidores y empresas argentinas pagan bajas tarifas por el gas, mientras que la producción local, desalentada por remuneraciones menores a las del mercado internacional, entró en declive.
En la práctica, la actividad de la empresa estatal garantiza que los argentinos puedan pagar bajos precios por la energía que consumen, una estrategia que ha alimentado el robusto consumo interno que permitió a la economía local expandirse en torno al 9% el año pasado.
Para financiar los subsidios, el gobierno entrega a Enarsa partidas millonarias que, según analistas, erosionan el ahorro fiscal y podrían convertirse en una bomba de tiempo, aunque las autoridades sostienen que la energía a bajo precio ha sido un factor clave para el auge económico de Argentina en los últimos años.
"Las partidas son destinadas a pagar las importaciones destinadas a financiar el consumo, la provisión del insumo para que el país siga creciendo. Argentina no hubiese crecido como creció si hubiese faltado una provisión suficiente de energía", dijo recientemente a la agencia Reuters el portavoz de Enarsa, Carlos Davidson.
En los primeros siete meses del año, las importaciones de combustibles se duplicaron, ya que de US$ 2.756 millones en los primeros 7 meses de 2010 pasaron a US$ 5.561 millones en el mismo lapso de 2011, según datos oficiales.
Detalles
Enarsa adquiere gas licuado a entre US$ 13 y US$ 14 por millón de M3 y lo comercializa a unos US$ 4 en el mercado doméstico, mientras que el gas de Bolivia se paga a unos US$ 10 y se vende a US$ 3,40.
Según un relevamiento del ex secretario de Energía Alieto Guadagni, los subsidios a la energía totalizaron 26.000 millones de pesos (US$ 5.859 millones) en 2010, un 63% más que en el año previo.
Sólo en los primeros seis meses del 2011 los subsidios registraron un incremento del 76% interanual.
Argentina, que en la década de 1990 exportaba gas a países vecinos, prevé importar al menos 50 buques de gas natural licuado en 2011, más del doble de la cantidad de embarques adquiridos en el 2010.
El mayor exportador mundial de GNL, Qatargas, anunció en junio que proveerá 5 millones de toneladas de GNL al año a Enarsa durante 20 años a partir del 2014.
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