Poca gente asistió este año al templo católico del barrio San Cayetano. La misa principal comenzó a las 16 y fue celebrada por el cura párroco Luis Fornero sobre la calle Alsina.
En el día de San Cayetano, al menos cuatro chicos consiguieron trabajo: por unas horas se abocaron a pedir 2 pesos a los vecinos que buscaban un lugar para estacionar en las calles aledañas a la parroquia donde esta tarde se celebró la misa de las 16 frente al templo.
En una tarde gris y con amenaza permanente de lluvia, la salida de la réplica del Santo al altar montado sobre tablones y caballetes en la vereda, pareció quedar grande. Afuera, la gente acompañó pero en un número mucho menor a ediciones anteriores. Sin contar la banda de música de Gendarmería y los niños con uniforme del colegio parroquial, muchos faltaron a la cita. O consiguieron trabajo o por temor a mojarse y pescarse un enfriamiento o por otras razones, lo cierto es que no hacía falta cortar la calle y generar en los alrededores problemas en el tránsito en relación a la cantidad de fieles que participaron de la misa.
En la homilía, el cura párroco Luis Fornero se preguntó con cierto aire de nostalgia y añoranza "¿dónde quedaron aquellos sueños bellísimos de la familia maravillosa y de los hijos, de la casa y del marido que te quería, te traía flores y el desayuno a la cama todos los días? ¿Dónde quedaron las esperanzas de un hijo bueno que después crece, se pone de novio y no te llama ni para el cumpleaños?".
Ante esto, y a modo de reflexión, cuestionó hacía donde se ponen los esfuerzos si los resultados luego no son lo que se esperaban. "Yo sé que lo que estoy diciendo es muy ofensivo y muy duro. Muchos han luchado durante años para construir una casa, pagaron créditos como loco. ¿Para qué, van a vivir toda la vida?", expresó desde el improvisado pulpito y agregó que "nadie va a vivir en el mismo techo eternamente".
"Esto es ofensivo y nos provoca un dolor inmenso" pero "la realidad es dura. Si no creemos en Cristo y en Jesús que salva, todo lo otro es nada", expresó en su mensaje un tanto mas esperanzador ante el oscuro panorama que acababa de describir.
Por lo tanto y ante la imagen del patrono del barrio, valoró de San Cayetano el desapego por los bienes materiales que tuvo en vida. "Toda la plata que tenía la entregó a los pobres, dedicó su vida a sus hermanos. No se casó, se hizo sacerdote. Dedicó su vida al servicio de la Iglesia y deseó una cosa: no ser tenido en cuenta en nada". (El Civismo).
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