El ministro del Interior se enfrentó con Lourdes Jiménez, su histórica mano derecha y cerebro de su gestión. Se opuso a la contratación de puestos de DNI y dejó su cargo. Ya se había cruzado por la contratación de software y el fallido sistema de admisión a las canchas.
Florencio Randazzo se peleó con su histórica colaboradora Lourdes Jiménez, una contadora que fue artífice de su gestión pero que no toleró el sistema de contratación de puestos en shoppings y otros lugares para hacer DNI. Alarmada, rompió una relación de años y dejó su cargo.
Oriunda de Madariaga, Jiménez ya se había enfrentado a Randazzo por la contratación de proveedores de software a empresas cercanas al ministro, por considerarlas poco serias, además de otros problemas mas delicados. Y fue en ese marco que le recriminó el fallido sistema de huellas digitales para aplicar el derecho de admisión en los estadios que terminó eun un previsible papelón.
Pero la ruptura final llegó con los puestos de DNI, cuya contratación ofreció tantos flancos que debieron retirarse de los Shopping donde estaban circulando, con fotos del ministro del Interior frente a los puestos y videos también de él en los plasmas ubicados a los costados, como hace actualmente en todos los puestos de migraciones, en una propaganda personal un tanto bochornosa.
La pérdida del equilibrio
Randazzo siempre se caracterizó por conjugar medidas un buen nivel de gestión con jugosas contrataciones. En ese equilibrio, según confiaron a LPO fuentes del randazzismo, Jiménez jugaba un rol clave porque contenía la pulsión hacia los negocios y la encausaba de manera que no afectara gravemente la calidad de la gestión. Ese equilibrio es el que se perdió con su salida.
Esta situación preocupa a los más racionales que trabajan con el ministro, que también cuenta con un grupo denominados "los chetos", entre los que se destacan el viceministro Marcio Barbosa Moreira, el titular de la Agencia Vial, Juan Rodríguez Laguens; y en el que supo abrevar el ahora ministro macrista, Emilio Monzó.
Perdido el factor "ordenador" que representaba Jiménez, en el entorno del ministro del Interior temen que su gestión quede empantanada entre "los chetos" que al parecer no descollan por su capacidad ejecutiva y el grupo que proviene de lo más rancia del PJ bonaerense, con todas sus peculiaridades y pasión por los negocios.
Los contactos con el sciolismoPor si fuera poco, esta pérdida clave le ocurre al ministro del Interior cuando sigue sin poder resolver su delicada situación política con el kirchnerismo,que lo sigue acusando de mantener acuerdos por debajo de la mesa con Daniel Scioli y el Grupo Clarín.
El nexo del gobernador con Randazzo es Santiago Montoya, presidente del Grupo Bapro, quien conoce al funcionario de cuando compartieron Gabinete en la gobernación de Solá.
Sin embargo, su eventual tránsito al sciolismo tampoco será sencillo. Es que sus contactos con Montoya -para muchos un hombre de Randazzo en el sciolismo, así como Monzó sería su enviado al macrismo- enfurecieron al poderoso jefe de Gabinete bonaerense, Alberto Pérez, quien no tiene buena relación con Montoya y menos aún con el ministro del Interior.
En ese marco, es que Randazzo vive en un eterno sube y baja en el Gabinete: donde Cristina suele otorgarle porciones de poder con la misma facilidad que s elo quita. Por caso, días atrás perdió la obra más importante de su gestión: el soterramiento del Sarmiento que la Presidenta colocó en manos de Aysa.
El pase del soterramiento a Aysa significa colocarlo en la órbita de Julio de Vido y el titular de Obras Sanitarias, José Luis Lingeri, un aliado férreo del ministro de Planificación. (La Política OnLine).
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