Casi simultáneamente con la movilización popular del 8N, 107 diputados y 28 senadores suscribieron un compromiso escrito y público en el que se obligan a rechazar cualquier intento de reforma constitucional que posibilite la segunda reelección de Cristina Fernández.
Casi simultáneamente con la movilización popular del 8N, 107 diputados y 28 senadores suscribieron un compromiso escrito y público en el que se obligan a rechazar cualquier intento de reforma constitucional que posibilite la segunda reelección de Cristina Fernández.
Si ninguno se vende en el camino, ello implica el fin de la aventura re-reeleccionista de CFK, al menos hasta las elecciones del año que viene, en las que tendría que volver a arrasar como lo hizo en el 2011 para volver a tener posibilidades matemáticas y políticas de llegar a los dos tercios necesarios para aquella reforma.
Esa situación hizo revivir un poco a Daniel Scioli y anima a distintos referentes opositores a enfrentar a la Presidente, tal como lo hacen hoy la CGT, la CTA y la Federación Agraria.
Pero aún restan tres largos años para el fin del mandato de CFK. Hasta las elecciones del año que viene, y pese a cierto debilitamiento, la Presidente de la Nación mantendrá su liderazgo en el Frente para la Victoria, y difícilmente se concreten nuevas rupturas en la coalición gobernante. El esquema de poder hiperconcentrado que urdió el cristikirchnerismo limita el poder de decisión de gobernadores e intendentes.
El momento clave será el cierre de listas para las primarias, en junio del año que viene. Allí, se pondrá de manifiesto quién tiene la lapicera, quién está dispuesto a romper, y quién está impedido de hacerlo.
Una posibilidad a considerar es si el gobernador bonaerense convocará a elecciones separadas de las nacionales. En tal caso, ¿cuál sería su ventaja? ¿implicaría ello una ruptura con el cristinismo? ¿Podrá Daniel Scioli seguir con su hábito de hacer equilibrio? ¿Podrá seguir evitando las definiciones? ¿Logrará despegar su figura de la del Gobierno Nacional en caso de que su deterioro se tornase irreversible?
Por ahora -y de acuerdo a los sondeos de opinión-, el ex motonauta es percibido por la sociedad más como un opositor que como oficialista.
Algo similar ocurre con Sergio Massa, otro jugador clave del partido del 2015. Juega al misterio y ofrece al FPV su posible candidatura para encabezar la lista de diputados bonaerenses. Sabe que Alicia Kirchner quizás no alcance el 30% de los votos, pero también mira de reojo a la oposición, sin definirse aún -dado que no llegó el momento- si irá en 2015 por la Gobernación o por la Presidencia.
Si el intendente de Tigre participa de estas elecciones, será sólo para triunfar y quedar automáticamente en la pole position para las presidenciales. Si quedase afuera, su aspiración se limitará a suceder a Scioli. Por convicciones, le da lo mismo jugar para el oficialismo que para la oposición. Lo decidirá en función de sus intereses y de las oportunidades que le ofrezca el mercado electoral.
La certeza del fin del cristinismo abre el juego porque no surge de sus filas el candidato natural a la sucesión. La alianza que encabeza CFK se quebrará sin su jefatura. El futuro de un cristinismo sin Cristina es muy confuso y poco promisorio. Los seguidores más consecuentes –nucleados bajo el nombre de Unidos y Organizados- carecen de conducción aglutinante, más allá del liderazgo presidencial. Su caudal electoral, ya sin la adhesión de gobernadores e intendentes- menguará ostensiblemente.
Algunos especulan que el cristinismo negociará con Scioli y/o Massa –dos personajes a los que detestan- apoyo a cambio de impunidad. Después de 1983, ningún gobierno dejó tantas facturas pendientes como las que dejará éste, y es de esperar que a partir de 2015 se desate una cacería judicial sobre los actuales funcionarios.
Lo que sí todos tienen claro es que el paso del 2013 es requisito ineludible para figurar en el 2015. Las elecciones del año próximo serán una suerte de semifinal presidencial. Por ello, es que los demás actores políticos –De la Sota, Urtubey, Capitanich, Posse, Macri, Cobos, Binner- deberán sortear victoriosos el desafío del 2013, si acaso se proponen competir dos años más tarde.
Con el paro de este martes 20 de noviembre, Hugo Moyano está mostrando su poder de fuego, paralizando gran parte de la actividad nacional. ¿Podrá transformar éso en poder electoral o acaso le jugará en contra? ¿Cómo pesará ser rechazado por el 80% de la población? El camionero no es ingenuo. Se marginó a sí mismo de toda candidatura: pareciera estar construyendo para el futuro para, algún día, poner todo su armado a disposición de su hijo Facundo. Mientras tanto, teje alianzas cuya efectividad está por verse. Para participar de una victoria electoral, necesitará integrarse a un frente que sea muy amplio y de carácter flexible. Este frente no será nacional. Para el 2013, sólo será posible hacerlo por distritos, conforme la realidad de cada uno de ellos. Las alianzas que puedan darse en una provincia, en otra serían imposibles. Por ejemplo, el radicalismo en Santa Fe va con el socialismo y en la Provincia de Buenos Aires con Jesús Cariglino y el PRO. En la Ciudad Autónoma de Buenos Aires se configura con los restos de la Coalición Cívica y el FAP y, en Mendoza, Julio Cobos y Enrique Thomas quizás repitan su alianza de años atrás.
Las primarias ofrecen la posibilidad de armar frentes sin necesidad de coincidir en todo. Serán más beneficiosas para la oposición que para el oficialismo, por lo que es probable que la Casa Rosada intente suspenderlas o derogarlas.
En la Provincia de Buenos Aires, el eje opositor ya está conformado con el trío Jesús Cariglino-Gustavo Posse- Mauricio Macri, y a éste se sumaría Francisco De Narváez. El sector que no confluya allí corre riesgos de convertirse en irrelevante. Existen gestiones para que tanto Hugo Moyano como Gerónimo Venegas confeccionen listas con el objetivo de competir dentro de ese frente. Para el paladar sindical, será difícil aceptar esa opción. La otra alternativa es esperar que Daniel Scioli o Sergio Massa jueguen separados del FPV pero... ¿qué sucedería si no juegan? De todos modos, los muchachos suelen ser realistas. El sindicalismo es una base de poder sólida, pero exhibe un techo electoral muy bajo. Es sabido que una derrota oficialista en el distrito sería un impacto político mayor, aún cuando el Gobierno Nacional resultare vencedor en el resto de las provincias.
En Capital Federal, el oficialismo carece de postulantes con peso, y los mejores que podría ofrecer (Carlos Heller, Roberto Feletti) no son de origen peronista. El PRO padecerá una interna feroz, que quizás se decida a favor de María Eugenia Vidal -con apoyo del aparato municipal- para el Senado de la Nación en el 2013, y en la Jefatura de Gobierno, dos años más tarde. EL FAP, la Coalición Cívica y el radicalismo comienzan a aglutinarse, incluyendo a María Eugenia Estenssoro y a Alfonso Prat Gay en sus filas. ¿Qué hará, pues, Fernando "Pino" Solanas? ¿Podrá ser el candidato de Balcarce 50? También se atreverán Graciela Ocaña, con respaldo del Colorado y -quién podría desmentirlo- Roberto Lavagna, con apoyo del peronismo independiente. Final con bandera verde…
En Córdoba y Santa Fe, la pelea será entre opositores, y el Gobierno Nacional la verá desde atrás. En Mendoza, el escenario se prepara para el regreso de Julio Cobos. En las provincias chicas, la dependencia es recíproca: los gobernadores dependen de Buenos Aires para sus finanzas, y la Casa Rosada, de los caudillos para mantener el caudal electoral. La única novedad favorable para el proyecto cristinista podría ser una buena elección de Milagros Sala en Jujuy. En este panorama, la Administración Fernández de Kirchner necesita ganar en la provincia de Buenos Aires.
El poscristinismo es un momento que ya se avizora en el horizonte. No muy claro, por cierto, pero parece inexorable. En la Argentina, y en el peronismo, el síndrome del pato rengo (1) es bastante más demoledor que en los Estados Unidos, o en cualquier otro país medianamente serio.
Serán tres años agitados, y en el final, celebrará quien tenga los nervios mejor templados.
Buenos Aires, 20 de noviembre de 2012. "Día de la Soberanía Nacional".
(1) expresión acuñada en los Estados Unidos de América; se trata de un proceso normal de deterioro de la autoridad presidencial que resulta, generalmente, luego de las elecciones intermedias de su segundo mandato. Al no existir reelección a la vista, se realinean los cuadros con la meta de desarrollar nuevos liderazgos, en reemplazo de la conducción natural del Presidente.
* El autor es Abogado, Presidente y fundador de la asociación civil 'Defensa de la propiedad' y, desde agosto de 2006, se desempeña en la Agencia Gubernamental de Control -dependiente del Ministerio de Justicia de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires-.
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