Los rumores son cada vez más fuertes en la capital provincial: El arzobispo de La Plata, Héctor Aguer le habría presentado la renuncia al Papa Francisco durante su reciente visita a Roma. La dimisión habría sido entregada al máximo pontífice hace una semana, aunque no habría sido aceptada.
El arzobispo de La Plata pasó los últimos 20 días en Roma y mantuvo dos reuniones con el Papa, Allí le habría presentado su renuncia, además de informarle sobre las consecuencias de la inundación en la ciudad de La Plata. Según informó Tiempo Argentino el domingo, Francisco le pidió a Aguer que se discipline y “que deje de conspirar” desde la Catedral de La Plata.
Como adelantó LPO, la elección de Jorge Bergóglio como el nuevo líder de la Iglesia católica generó no cayó nada bien en el Arzobispo de La Plata. Considerado un cruzado de la ultraderecha católica, Aguer se recluyó en el silencio apenas se anunció a su enemigo como el nuevo Santo Padre.
Aguer y Bergoglio no son antagónicos pero tienen concepciones distintas de la Iglesia. El primero logró formar un claro perfil intelectual que choca con el carisma del nuevo Santo Padre. Mientras Aguer se resiste a que los curas hagan política. Bergoglio es un militante considerado como peronista, un cuadro político que caminó las villas.
Sin embargo, fuentes cercanas a la curia bajaron el tono de una posible dimisión de Aguer. “Las renuncias no están bien vistas en la Iglesia. Ratzinger está siendo muy cuestionado por su decisión”, explicaron a LPO.
Durante los actos inmediatos a la designación de Bergoglio y al mismo tiempo que todo el país festejaba al primer Papa argentino, Aguer no ordenó hacer sonar las campanas.
En su primera homilía tras la elección de los cardenales, Aguer relativizó la elección de Bergoglio, pidió restarle ese tipo de trascendencia y auguró por fortalecer la noticia a partir de una cuestión religiosa.
Su primera aparición ante los periodistas fue cuando el intendente de La Plata, Pablo Bruera, inauguró la calle Papa Francisco. Allí Aguer aseguró, con ironía, que no le gustaría a Bergoglio que una calle lleve su nombre. El Arzobispo tomo distancia de ese homenaje. “Yo no sé si esto va a resultar”, dijo.
“Tenemos un Papa argentino, pero ¿Qué hacemos ahora con eso? ¿Vamos a seguirlo o no?”, se preguntaba Aguer -casi a sí mismo- durante el acto. (La Política OnLine).
El arzobispo de La Plata pasó los últimos 20 días en Roma y mantuvo dos reuniones con el Papa, Allí le habría presentado su renuncia, además de informarle sobre las consecuencias de la inundación en la ciudad de La Plata. Según informó Tiempo Argentino el domingo, Francisco le pidió a Aguer que se discipline y “que deje de conspirar” desde la Catedral de La Plata.
Como adelantó LPO, la elección de Jorge Bergóglio como el nuevo líder de la Iglesia católica generó no cayó nada bien en el Arzobispo de La Plata. Considerado un cruzado de la ultraderecha católica, Aguer se recluyó en el silencio apenas se anunció a su enemigo como el nuevo Santo Padre.
Aguer y Bergoglio no son antagónicos pero tienen concepciones distintas de la Iglesia. El primero logró formar un claro perfil intelectual que choca con el carisma del nuevo Santo Padre. Mientras Aguer se resiste a que los curas hagan política. Bergoglio es un militante considerado como peronista, un cuadro político que caminó las villas.
Sin embargo, fuentes cercanas a la curia bajaron el tono de una posible dimisión de Aguer. “Las renuncias no están bien vistas en la Iglesia. Ratzinger está siendo muy cuestionado por su decisión”, explicaron a LPO.
Durante los actos inmediatos a la designación de Bergoglio y al mismo tiempo que todo el país festejaba al primer Papa argentino, Aguer no ordenó hacer sonar las campanas.
En su primera homilía tras la elección de los cardenales, Aguer relativizó la elección de Bergoglio, pidió restarle ese tipo de trascendencia y auguró por fortalecer la noticia a partir de una cuestión religiosa.
Su primera aparición ante los periodistas fue cuando el intendente de La Plata, Pablo Bruera, inauguró la calle Papa Francisco. Allí Aguer aseguró, con ironía, que no le gustaría a Bergoglio que una calle lleve su nombre. El Arzobispo tomo distancia de ese homenaje. “Yo no sé si esto va a resultar”, dijo.
“Tenemos un Papa argentino, pero ¿Qué hacemos ahora con eso? ¿Vamos a seguirlo o no?”, se preguntaba Aguer -casi a sí mismo- durante el acto. (La Política OnLine).
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