viernes, abril 19, 2013

Tensión: la gente se enteró que sancionaban la reforma y se mudó al Congreso

La multitud se trasladó de Plaza de Mayo al Congreso, donde el Senado estaba aprobando parte del paquete de reforma judicial que rechazan los manifestantes. Mientras crece la concentración los senadores siguen adentro del Palacio. Movieron las rejas y casi las voltean. 

Cuando se supo que en el Congreso se estaban sancionando en el preciso momento que la gente marchaba a la Plaza de Mayo, el paquete de leyes de la reforma Judicial de Cristina, la multitud no dudó: “¡Al Congreso, que se votó la reforma!”, instruyó un señor, de unos 45 años. 

A través de su teléfono supo que el kirchnerismo había aprobado la ley que limita las medidas cautelares contra el Estado es una de los instrumentos centrales de los ciudadanos para defenderse frente a avances del Estado.

La consigna se contagió entre los manifestantes que comenzaron a caminar por Avenida de Mayo en dirección al Congreso, donde la creción fue creciendo minuto a minuto.

En menos de una hora el frente del palacio, en Entre Ríos entre Hipólito Irigoyen y Rivadavia, se pobló de gente con pancartas y al ritmo de las cacerolas. 


"Nos enteramos que estaban sesionado y vinimos desde plaza de mayo. Estoy harto de la corrupción y me parece una vergüenza como están tratando la reforma judicial", le dijo a LPO Gastón, de 30 años. 

El Palacio estaba vallado desde temprano pero nadie esperaba que la movilización se dirigiría hacia allí, hasta el punto que la presencia policial era exigua. 

Es que una de los aspectos centrales de la protesta consiste junto a la condena a la corrupción, un rechazó a la reforma judicial de Cristina y la defensa de los principios básicos de la República, como es la división de poderes y la libertad de prensa. 

La protesta agrega un grado de dramatismo porque buena parte de los senadores que habían sancionado la ley de reforma al sistema de cautelares -con muy poco sentido político o al menos de la oportunidad- seguían adentro del Palacio y no podían salir. 

El momento más tenso fue cuando varios muchachos de no más de 35 años subieron las rejas y comenzaron a balancearse, a riesgo de caerse desde la altura. 

Un par se animó a bajar por el interior de la explanada y llegaron hasta el portón principal, aquel que en diciembre de 2001 se abrió y obligó a renunciar a Adolfo Rodríguez Saá. 

Sobre la calle Hipólito Irigoyen un hombre de mediana edad, vestido con chaleco y pantalón de campo, descubrió que por el portón que da al Senado todavía salía gente que se subía a lujosos autos: eran los propios legisladores o sus asesores. 

"¡Vamos por el otro lado!", propuso, con la idea de rodear la zona hasta bloquear la otra salida del palacio, por calle Riobamba. Nadie lo siguió. "No van a salir", gritó otro, sobre el vallado de Irigoyen. 

“¿Por qué vengo? Porque son todos corruptos”, respondió un hombre de 50 años, mientras saltaba al grito de “Ladrones”, como toda la gente que se agolpaba frente a la fachada de palacio, mientras golpeaba cacerolas. “El que no salta es un ladrón”, era otro de los hits. 

“No a la reforma constitucional”, decía una bandera colgada de las rejas. “Basta”, “Comunismo = Dictadura”, “Sean senadores y diputados, no kirchneristas”, “Son más Karaduras que Fariña”, eran otras de las pancartas.

El grueso de la gente era de clase media, pero se hacían notar y mucho los chillidos de las señoras grandes. “Viva Lanata”, gritaban unas cuatro o cinco. “Perdí mi libertad. Ya no puedo ni salir”, respondió a secas una de ellas a LPO. (La Política OnLine).

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