jueves, julio 12, 2007

Entrevista a Adela Segarra. El recuerdo de una época funesta. Por María Regina Madroñal


BUENOS AIRES, Julio 12, (PUNTO CERO-Comuna del País) Con un coraje sin igual la Senadora Bonaerense Adela Segarra (F.P.V.) se fortaleció ante el primer tropezón. Portadora de un fuerte empeño social, aseguró que “sentí que sobrevivir a lo que había pasado y a la pérdida de tantos seres queridos me significaba redoblar mi compromiso”. La legisladora dialogó con COMUNAS sobre la oscura dictadura que se animó a desafiar y que se llevó sus mejores recuerdos.

Se rumorea que usted podría ser una aspirante a la Vicegobernación...

No, no para nada. Lo que sí estoy pensando es en qué lugar de la política me voy a situar en Mar del Plata. Todavía no tengo decidido si me voy a postular a candidata de mi municipio porque hace poco tiempo que estoy en el Senado y fue una decisión que compartí con la gente que milito, pero que además fue una decisión en la que me acompañó el Presidente para que estuviera acá. Me esfuerzo mucho por trabajar en la Legislatura y me parece que a ese nivel hay mucho por hacer y nosotros tenemos que pensar en la creación de una nueva institucionalidad que articule legislación con gestión, con políticas públicas, con construcción social y estar acá es un desafío. De todas formas siempre fui una persona que se animó a muchos retos, cuando fue la década del ’70 y después vino la época de la dictadura también me animé a desafiar a ese poder, no tengo temores pero sí me parece que lo importante es ser parte de una construcción colectiva. Así que voy a estar dónde se necesite que esté.

¿La victoria de Mauricio Macri la siente como una derrota para el kirchnerismo?

Lo de Macri no lo estoy viviendo como una derrota, sino como una bisagra para repensar el nuevo modelo. Hay que empezar a buscar una nueva matriz que garantice una participación más plena, y me refiero a tomar decisiones. Creo que este es un desafío que tenemos en esta etapa y Cristina tiene esta idea conceptual. También hay muchos cuadros de la línea del kirchnerismo que lo tiene en claro.

¿Por qué se dedica plenamente a temas sociales?

Durante muchos años, por mi profesión y mi militancia abordé la cuestión social como prioritario. Fundamentalmente los fines de los ’80 y ’90 marcaron una crisis muy profunda que agudizó la falta de trabajo que incrementó los niveles de desocupación y a mí siempre me pareció que había que buscar espacios donde desde lo profesional, desde la organización social y desde la construcción uno pudiera resistir al embate del modelo neoliberal.

¿De qué manera padeció la dictadura?

Yo era militante en La Plata y debería haber terminado el colegio en el ’76 pero me tuve que ir antes porque muchos de mis compañeros desaparecieron, como Claudio de Acha y Rubén Scaramilo, por ejemplo. Desaparecieron en ese período y un tiempo antes me fui al conurbano como una opción de vida y de militancia social. Partí con mi marido, Joaquín Areta, que luego en el ’78 desaparece con el cuál tuve un hijo. En el ’79 me voy del país por un período corto y me quedo cuidando las hijas de una amiga que desapareció ese año y promediando los ’80 volví.

¿Por qué decidió volver?

Porque siempre pensé que de alguna forma sentí que sobrevivir a lo que había pasado y a la pérdida de tantos seres queridos me significaba redoblar mi compromiso y me parecía que si bien desde afuera se podía aportar en la denuncia, yo consideraba que era más importante seguir construyendo en el país. Así que volví de todas formas durante la dictadura con una situación de legalidad muy precaria pero me parecía que tenía que estar en la Argentina y que tenía que seguir construyendo desde el lugar que yo había asumido pero que también sentía que muchos me habían asignado. Cuando uno pierde a muchos seres queridos que se comprometieron en la lucha y que los vio desaparecer o morir esto también te refuerza mucho el compromiso con la transformación y con la vida. Después en todo caso sigue siendo la lucha por una vida mejor para todos.

¿Por eso decidió este camino en base a los Derechos Humanos?

Sí. Aunque si bien algunas cuestiones ideológicas o conceptuales las he ido transformando, sigo teniendo cuestiones centrales en las que pienso lo mismo. Considero que la política es una herramienta de transformación y también tiene que dar cuenta del testimonio personal. Me parece que hay que seguir dando testimonio de la coherencia entre lo que se hace, lo que se dice y en este caso lo que se legisla.

¿Cómo se hace para seguir adelante con lo que le sucedió?

Lo que sucedió redobló la fuerza y el compromiso. Ahora, con más años, te da una serenidad para madurar en muchas cuestiones. Yo digo que cuando nosotros militábamos en la década del ’70 éramos adolescentes y que en algunos de los casos por ahí fuimos omnipotentes, pensábamos que toda la transformación dependía de nosotros. Hoy pienso que es importante direccionar los procesos de participación política y de militancia a otras generaciones como nuestra experiencia. Me parece que en esos años nos costaba más escuchar a la gente que venía con cúmulos de otras experiencias y si puedo aportar, al igual que quiénes son de mi generación, a una síntesis superadora creo que es muy productivo. Me parece que lo importante es poder sintetizar aquél período histórico para poder incorporarlo al análisis de la realidad actual.

¿Qué sintió con la desaparición de Jorge Julio López?

Desolación y mucha impotencia. Yo estaba presenciando el juicio a Etchelolatz el día que desapareció López y es como que ni siquiera lo habíamos podido registrar en ese momento. En lo personal me parece que cuando uno habla que el tejido social se rompió creo que tuvo que ver con que entre nosotros mismos que fuimos militantes en algún punto también quebramos nuestra solidaridad y esto hay que recomponerlo. (PUNTO CERO-Comunas del País).

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