BUENOS AIRES, Noviembre 21, (PUNTO CERO) El último Informe Económico Semanal de la consultora argentina Ecolatina (Nº 639) señala que la fuerte y permanente suba del precio de los alimentos es un fenómeno mundial reciente. En los precios de las principales commodities agrícolas, responde a la masiva incorporación de trabajadores en Asia -especialmente China e India- y el fomento a los biocombustibles. Los aumentos se trasladan a la cría de animales y productos de granja, potenciando las subas.
A estas causas de origen internacional, existen además factores regionales -como el clima- e internos ya que una parte del rubro y de sus costos responden a precios no transables.
La inflación de alimentos y bebidas en países limítrofes -que enfrentan un clima similar y el mismo shock de precios externos- fue inferior a la de la Argentina. En efecto, los precios argentinos crecieron 33,9% interanual contra un promedio regional de 17,8%. Ecolatina observa que, incluso corrigiendo la aceleración de precios por la apreciación de las monedas de los países limítrofes, la brecha de la Argentina es todavía elevada (10,4 p.p.).
En síntesis, es posible descomponer el 33,9% de inflación argentina en alimentos y bebidas de la siguiente manera: 10,5 p.p por la inflación inercial; entre 11,4 y 12,9 p.p. se explican por los shocks que afectaron a la región y los restantes puntos -entre 10,4 y 11,9 p.p. dependiendo del grado de transabilidad de los alimentos y bebidas- responden a cuestiones internas.
Los factores locales explican casi la tercera parte de la inflación; es decir, 11 p.p. adicionales, que representan la diferencia entre mantener estables los niveles de pobreza del año pasado o incrementarlos como efectivamente sucede en 2007.
Ecolatina contabiliza que la combinación de un fuerte crecimiento nominal de ingresos, aumento de gasto público concentrado en sectores con elevada propensión a consumir, alto nivel de circulante en poder del público, acuerdos de precios desbordados, falta de un IPC confiable para controlar los aumentos reales de bienes y servicios y aceleración de las expectativas inflacionarias, resultan en un cóctel más que propicio para la recuperación de márgenes de comercialización y las prácticas precautorias.
A estas causas de origen internacional, existen además factores regionales -como el clima- e internos ya que una parte del rubro y de sus costos responden a precios no transables.
La inflación de alimentos y bebidas en países limítrofes -que enfrentan un clima similar y el mismo shock de precios externos- fue inferior a la de la Argentina. En efecto, los precios argentinos crecieron 33,9% interanual contra un promedio regional de 17,8%. Ecolatina observa que, incluso corrigiendo la aceleración de precios por la apreciación de las monedas de los países limítrofes, la brecha de la Argentina es todavía elevada (10,4 p.p.).
En síntesis, es posible descomponer el 33,9% de inflación argentina en alimentos y bebidas de la siguiente manera: 10,5 p.p por la inflación inercial; entre 11,4 y 12,9 p.p. se explican por los shocks que afectaron a la región y los restantes puntos -entre 10,4 y 11,9 p.p. dependiendo del grado de transabilidad de los alimentos y bebidas- responden a cuestiones internas.
Los factores locales explican casi la tercera parte de la inflación; es decir, 11 p.p. adicionales, que representan la diferencia entre mantener estables los niveles de pobreza del año pasado o incrementarlos como efectivamente sucede en 2007.
Ecolatina contabiliza que la combinación de un fuerte crecimiento nominal de ingresos, aumento de gasto público concentrado en sectores con elevada propensión a consumir, alto nivel de circulante en poder del público, acuerdos de precios desbordados, falta de un IPC confiable para controlar los aumentos reales de bienes y servicios y aceleración de las expectativas inflacionarias, resultan en un cóctel más que propicio para la recuperación de márgenes de comercialización y las prácticas precautorias.
La falta de estadísticas creíbles de precios -advierte por último la consultora- no es meramente un problema financiero que afecta a los bonos indexados por CER. Sin un parámetro objetivo es imposible tomar decisiones adecuadas de inversión productiva, negociar salarios y ajustar contratos. No contar con un IPC creíble además es un hecho político que puede complicar el cierre del Pacto Social con el que sueña la presidenta electa. (PUNTO CERO).
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