Federico Scarabino es el presidente del Senado bonaerense y en los hechos el número dos de la provincia. En las últimas semanas, muy enojado con Daniel Scioli, intensificó los contactos con Francisco de Narváez. Se habla de un ofrecimiento para que lo acompaña como vice, pero en el entorno del empresario lo desmienten. Los motivos del enojo con el gobernador y la bronca de los intendentes.
“Se equivoca Daniel”, se lo escuchó murmurar con insistencia en los últimos días, incluso frente a periodistas. Federico Scarabino es a esta altura un mito en el peronismo bonaerense. Eterno armador en las sombras, experto en el manejo del poder real y refractario a la política del marketing y los medios, una suerte de “Chueco” Mazzón de la provincia, está dando las hurras a su exitosa carrera política.
Enfrenta la bolilla negra de la Casa Rosada que lo considera el ideólogo de la sorda resistencia bonaerense a la avanzada del kirchnerismo en el partido. Le adjudican también haberle dado manija a Scioli el año pasado, para que se lanzara a Presidente y enfrentara a Néstor Kirchner.
Como se sabe, la muerte del ex presidente reconfiguró el escenario político de cero y Cristina emergió como una fuerza electoral contundente que obligó a numerosos repliegues, que ya estaban ensayando fórmulas de postkirchnerismo. Se trata de peleas que se han desplazado hasta después de octubre, cuando se considera que Cristina obtendrá su reelección. Pero están lejos de haber sido saldadas.
La foto de Massa y Scioli, las declaraciones de Moyano hablando sobre la inflación o ayer nomás, la visita de Urtubey a Rossi en Santa Fe, son recuerdos del futuro, un flashforward de la puja que se abrirá en el peronismo un día después de la elección de octubre, ya que tanto en la provincia como en la Nación, los presuntos ganadores de esas peleas no tienen habilitada otra reelección.
Scarabino siempre fue un maestro en el fino arte de anticipar movimiento estratégicos, combinado oportunas rupturas y enojos. Se peleó con Duhalde justo cuando Solá asomaba como en nuevo poder en la provincia; luego hizo lo propio con el ahora diputado y se convirtió en el primer sciolista y ahora deja trascender su enojo con el gobernador –que obviamente no es personal- para acercarse a De Narváez, a quien acaso imagina como el relevo posible en la inmensa Buenos Aires.
Hay que decir que Scarabino no tiene una buena relación con el otro hombre que aparece con chances de conducir la provincia en el 2015: el intendente de Tigre, Sergio Massa.
Como sea, una usualmente bien informada fuente del peronismo bonaerense, afirmó a La Política Online que Francisco de Narváez le ofreció a Scarabino que sea su candidato a vicegobernador.
La versión fue desestimada por el entorno del empresario, que sin embargo si aceptó que la relación entre ambos dirigentes es inmejorable y reveló que efectivamente los diálogos se intensificaron en las últimas semanas.
Scarabino podría resolverle a De Narvaez dos cuestiones muy complicadas que requieren una tecnología que no abunda en el mercado: el manejo de la Legislatura provincial y la conducción del circuito más tradicional del peronismo bonaerense, esos que siempre están.
“Francisco no le ofreció la candidatura a vicegobernador y si lo hiciera Federico diría que no”, afirmaron a este medio allegados a De Narváez. Un silogismo del estilo, nunca mentí y juro que no volveré a hacerlo.
En el entorno de Scarabino cumplieron con el manual en diálogo con LPO: “Federico nunca habló con De Narváez”, exageraron.
Lo cierto es que los contactos entre Scarabino y De Narváez no son nuevos y se realizaban por distintas vías. Por caso, el actual presidente del Senado compartió el gabinete de Felipe Solá con Alfredo “Tati” Meckievi, cuando ocupaban respectivamente las carteras de Producción y Justicia. Meckievi fue hasta la semana pasada quien le manejaba a De Narváez su bloque de senadores provinciales. Ahora se distanció, ir en la boleta con un radical de apellido Alfonsín, fue demasiado incluso para la plasticidad de este peronista.
Pero en estos cuatro años de gestión sciolista para Scarabino nunca fue complicado ponerse de acuerdo con Meckievi, para acordar las leyes que le interesaban al senador.
La bronca de los intendentes
De Narváez sabe lo que hace cuando corteja a Scarabino. El senador, que por estas horas anuncia un retiro de la política poco creíble –más bien parece un repliegue hasta que soplen mejores vientos-, es la expresión más visible junto al ministro de Desarrollo Social, Baldomero “Cacho” Alvarez, del descontento profundo que circula entre los intendentes.
El motivo es natural en gente acostumbrada a discutir cosas concretas. Vislumbran que el kirchnerismo planea marginarlos en una cena que consideran propia: el armado de las listas de legisladores de la provincia.
“El espejo del terror en el que los intendentes ven reflejada su imagen es la Capital, allí Cristina y Zannini aramaron las listas en soledad y mandaron al presidente del PJ (Juan Manuel Olmos) al fondo de la boleta, que llenaron de pibes de La Cámpora y dirigentes de organizaciones sociales”, explicó a LPO un activo operador del peronismo bonaerense.
Es sobre esa desconfianza que trabaja De Narváez, como lo hace el PRO en la Capital que por estas horas seduce a punteros peronistas del sur de la Ciudad que la Casa Rosada excluyó de las listas de comunas.
La bronca de los intendentes también roza a Scioli, quien tiene que enfrentar la ansiedad de los jefes comunales que repiten una misma pregunta: “¿Cuándo y con quien se discuten las listas?”. Es que estos hombres están acostumbrados a poner diputados y senadores, en una tradición política que el kirchnerismo parece dispuesto a modificar. (La Polìtica OnLine).
“Se equivoca Daniel”, se lo escuchó murmurar con insistencia en los últimos días, incluso frente a periodistas. Federico Scarabino es a esta altura un mito en el peronismo bonaerense. Eterno armador en las sombras, experto en el manejo del poder real y refractario a la política del marketing y los medios, una suerte de “Chueco” Mazzón de la provincia, está dando las hurras a su exitosa carrera política.
Enfrenta la bolilla negra de la Casa Rosada que lo considera el ideólogo de la sorda resistencia bonaerense a la avanzada del kirchnerismo en el partido. Le adjudican también haberle dado manija a Scioli el año pasado, para que se lanzara a Presidente y enfrentara a Néstor Kirchner.
Como se sabe, la muerte del ex presidente reconfiguró el escenario político de cero y Cristina emergió como una fuerza electoral contundente que obligó a numerosos repliegues, que ya estaban ensayando fórmulas de postkirchnerismo. Se trata de peleas que se han desplazado hasta después de octubre, cuando se considera que Cristina obtendrá su reelección. Pero están lejos de haber sido saldadas.
La foto de Massa y Scioli, las declaraciones de Moyano hablando sobre la inflación o ayer nomás, la visita de Urtubey a Rossi en Santa Fe, son recuerdos del futuro, un flashforward de la puja que se abrirá en el peronismo un día después de la elección de octubre, ya que tanto en la provincia como en la Nación, los presuntos ganadores de esas peleas no tienen habilitada otra reelección.
Scarabino siempre fue un maestro en el fino arte de anticipar movimiento estratégicos, combinado oportunas rupturas y enojos. Se peleó con Duhalde justo cuando Solá asomaba como en nuevo poder en la provincia; luego hizo lo propio con el ahora diputado y se convirtió en el primer sciolista y ahora deja trascender su enojo con el gobernador –que obviamente no es personal- para acercarse a De Narváez, a quien acaso imagina como el relevo posible en la inmensa Buenos Aires.
Hay que decir que Scarabino no tiene una buena relación con el otro hombre que aparece con chances de conducir la provincia en el 2015: el intendente de Tigre, Sergio Massa.
Como sea, una usualmente bien informada fuente del peronismo bonaerense, afirmó a La Política Online que Francisco de Narváez le ofreció a Scarabino que sea su candidato a vicegobernador.
La versión fue desestimada por el entorno del empresario, que sin embargo si aceptó que la relación entre ambos dirigentes es inmejorable y reveló que efectivamente los diálogos se intensificaron en las últimas semanas.
Scarabino podría resolverle a De Narvaez dos cuestiones muy complicadas que requieren una tecnología que no abunda en el mercado: el manejo de la Legislatura provincial y la conducción del circuito más tradicional del peronismo bonaerense, esos que siempre están.
“Francisco no le ofreció la candidatura a vicegobernador y si lo hiciera Federico diría que no”, afirmaron a este medio allegados a De Narváez. Un silogismo del estilo, nunca mentí y juro que no volveré a hacerlo.
En el entorno de Scarabino cumplieron con el manual en diálogo con LPO: “Federico nunca habló con De Narváez”, exageraron.
Lo cierto es que los contactos entre Scarabino y De Narváez no son nuevos y se realizaban por distintas vías. Por caso, el actual presidente del Senado compartió el gabinete de Felipe Solá con Alfredo “Tati” Meckievi, cuando ocupaban respectivamente las carteras de Producción y Justicia. Meckievi fue hasta la semana pasada quien le manejaba a De Narváez su bloque de senadores provinciales. Ahora se distanció, ir en la boleta con un radical de apellido Alfonsín, fue demasiado incluso para la plasticidad de este peronista.
Pero en estos cuatro años de gestión sciolista para Scarabino nunca fue complicado ponerse de acuerdo con Meckievi, para acordar las leyes que le interesaban al senador.
La bronca de los intendentes
De Narváez sabe lo que hace cuando corteja a Scarabino. El senador, que por estas horas anuncia un retiro de la política poco creíble –más bien parece un repliegue hasta que soplen mejores vientos-, es la expresión más visible junto al ministro de Desarrollo Social, Baldomero “Cacho” Alvarez, del descontento profundo que circula entre los intendentes.
El motivo es natural en gente acostumbrada a discutir cosas concretas. Vislumbran que el kirchnerismo planea marginarlos en una cena que consideran propia: el armado de las listas de legisladores de la provincia.
“El espejo del terror en el que los intendentes ven reflejada su imagen es la Capital, allí Cristina y Zannini aramaron las listas en soledad y mandaron al presidente del PJ (Juan Manuel Olmos) al fondo de la boleta, que llenaron de pibes de La Cámpora y dirigentes de organizaciones sociales”, explicó a LPO un activo operador del peronismo bonaerense.
Es sobre esa desconfianza que trabaja De Narváez, como lo hace el PRO en la Capital que por estas horas seduce a punteros peronistas del sur de la Ciudad que la Casa Rosada excluyó de las listas de comunas.
La bronca de los intendentes también roza a Scioli, quien tiene que enfrentar la ansiedad de los jefes comunales que repiten una misma pregunta: “¿Cuándo y con quien se discuten las listas?”. Es que estos hombres están acostumbrados a poner diputados y senadores, en una tradición política que el kirchnerismo parece dispuesto a modificar. (La Polìtica OnLine).
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