lunes, julio 04, 2011

En el Conurbano: "Si los votos los tiene Cristina, que ella salga a buscarlos". por CLAUDIO M. CHIARUTTINI.

No es generalizado pero sí es verificable y contundente: jefes peronistas bonaerenses disgustados con Cristina Fernández y que no la reconocen como su líder. Le dicen que le pida ayuda a La Cámpora.
(Sin Saco y Sin Corbata, Radio El Mundo). A una semana del desafío que Cristina Fernández lanzó al peronismo ortodoxo, al kirchnerismo sub 40, a los Barones del Conurbano, al sindicalismo moyanista, a los piqueteros y al sabbatelismo incipiente, la Casa Rosada hizo uso de todas sus armas para alinear la tropa, calmar a los enojados y desarmar a los rebeldes para así encarar la campaña electoral con el frente interno controlado.

Sin embargo, lejos de aquietarse las aguas, mientras el neocamporismo cristinista festeja haber arrasado con las candidaturas, el resto de los grupos traicionados, golpeados o abandonados por Cristina Fernández en el armado de las lista, incuban una respuesta que prometen furibunda, pero que apunta a ser menor, inútil y tardía.

Con la paciente complacencia que lo caracteriza, Daniel Scioli le dedicó su semana a escuchar los reclamos de los Barones del Conurbano que fueron saqueados en su poder, al tiempo que el gobernador de Buenos Aires intento convencerlos que él no los traicionó, no los abandonará y que sigue siendo su mejor opción presidencial para el 2015, algo que muchos dudan.

Mientras Daniel Scioli intenta salvar su futura candidatura, cuando debería preocuparse para ver cómo se sostiene en su cargo 4 años sin el control de la Legislatura, con poco diputados y senadores propios y la Casa Rosada financiando el déficit provincial y las obras municipales, los Barones del Conurbano prometen prescindencia en la campaña electoral.

"Si los votos los tiene Cristina, que ella salga a buscarlos" repiten en forma coincidentes y aseguran que La Cámpora no tiene el aparato ni el poder de movilización de los liderazgos territoriales y de los gremios, pero temen el peso del sistema clientelar creado por el gobierno en 9 años.

La Casa Rosada considera que el peronismo tradicional es una fuerza política en retirada y que movilizarán cada hombre y mujer que tengan a la mano para defender sus disminuidas capacidades de fuego territoriales, evitar la venganza futura de Cristina Fernández y lograr los fondos o las obras necesarias para mantenerse 4 años más en el poder (no es casual que sobre 135 intendentes, 119 vayan por la reelección).

En el gobierno hacen oídos sordos a las quejas de los gremios por haber sido relegados a su mínima expresión, no temen las amenazas de los intendentes bonaerenses (tanto es así que el compañero de fórmula de Cristina Fernández, Amado Boudou, los descalificó públicamente) y consideran que han castigado suficiente a aliados y competidores para que se entienda el mensaje: "Tarde o temprano, Cristina Fernández te va a cobrar la cuenta ante el menor signo de protesta, rebeldía o disgusto".

Bien lo hizo entender el ministro de Economía, Amado Boudou: En el 2do. mandato de Cristina Fernández, si se impone en las urnas, obediencia o destierro político son las únicas opciones para el oficialismo.

Con sorna, jóvenes funcionarios de La Campora dicen que el estado deliberativo que existe en Buenos Aires o dentro de la Confederación General del Trabajo, es un problema interno del viejo peronismo y que deben enjugar, entre ellos, sus llantos y reclamos. Tan ganadores se sienten, de las elecciones, del futuro escenario político y del nuevo peronismo.

Si las proyecciones de la Casa Rosada se cumplen, los Barones de Conurbano sólo colocarán 6 legisladores provinciales, mientras Cristina Fernández controlara 65% de las bancas. Sera la 1ra. vez en más de 20 años que los intendentes de los grandes municipios bonaerenses no dirigirán las cámaras provinciales, lo que abre las puertas al gobierno para dividir los grandes distritos en tres o cuatro partes, para atomizar el poder del conurbano en el sistema electoral.

De esta forma, mientras que Néstor Kirchner le sacó a La Plata el control de los Barones del Conurbano trazando una relación personal con los intendentes bonaerenses y colocando al margen a Daniel Scioli, ahora Cristina Fernández va camino a partir en pequeños espacios políticos fácilmente dominables la región que decide las elecciones presidenciales.

La arrogancia en el uso del poder que tiene Cristina Fernández hace que impulse al intendente de José C. Paz, Mario Ishii, a enfrentar a Daniel Scioli, quien le colocó a su lista un número emblemático (6,7,8); castigó a José Manuel De la Sota sacándole el paño presidencial y, con la amenaza de una decisión similar, sofocó una revuelta en La Pampa.

La campaña absorbe todo el tiempo presidencial. Por eso Cristina Fernández suspendió su 3er. viaje por avión y el 2do. consecutivo a Paraguay, ordenó tapar la fortísima crítica del GAFI por lavado de dinero y terrorismo, ayudó a 17 intendentes a no ir al Congreso a responder por la distribución de fondos en el Caso Shoklender y reconoció, por 1ra. vez en el poder, que la inseguridad es un problema real y que su solución es muy compleja.

La Casa Rosada celebra que en el precoloquio de IDEA anticipen que habrá menos incidencia del peronismo ortodoxo y del gremialismo moyanista, mientras el gobierno avanza en acumular poder político.

Tanta es la confianza del cristinismo talibán de un triunfo electoral en octubre que se comienzan a ver las formas de cómo se gobernará en un nuevo mandato de Cristina Fernández, si se cumplen sus sueños.

Por ejemplo: el gobierno ignoró un fallo en los Estados Unidos a favor de los tenedores de deuda, ignoró el insólito y desenfrenado aumento de deuda externa e interna y firmó un acuerdo con la empresa de gas de Qatar para la provisión de fluido, a 20 años de plazo, sin licitación y sin que se conozca el precio del producto o su forma de actualización.

Además, ante las quejas de los empresarios por los corte de gas, Cristina Fernández les recomendó comprar el producto a un precio más cargo y, ante una pelea con YPF, resolvió comenzar a subsidiar el combustible para colectivos del interior, en provincias aliadas y, vaya casualidad, con empresas que pasaron a manos de dueños amigos de la Casa Rosada en los últimos dos años.

Casi simultáneamente, un festival de economistas heterodoxos pasó por el Banco Central proclamando que la inflación no es un problema monetario o de aumento de salarios (es decir, de costo de producción), sino resultado del incremento de los precios internacionales y la puja distributiva, lo que causó duras críticas de los presidentes de los bancos centrales de Chile y Brasil, que tienen menos inflación, suman inversiones y reservas y tratan el problema desde el tradicional punto de vista de emisión de moneda.

Incluso, se publica un informe en The Economist anunciando que la economía está sobre calentada y produce más de su capacidad y los economistas oficialistas festejan, sin entender el efecto de una situación como la descripta es falta de inversión, freno en la creación de puestos de trabajo y aumento de precios, es decir, inflación.

El cristinismo talibán gasta por adelantado el capital político que espera que el peronismo de paladar negro le regale en octubre, con la creencia de que no habrá costos políticos. Pero en política, nada es gratis.

Mientras el oficialismo es una maquina arrolladora de crear poder, ¿qué hace la oposición?

A una semana de las elecciones porteñas, Mauricio Macri mantiene congelada la campaña con la confianza que eso le asegura un amplio triunfo en la 1ra. vuelta, sin pensar en cómo ganará la 2da., al tiempo que su compañera de fórmula, María Eugenia Vidal, sufrió una de las tantas denuncias truchas que la Casa Rosada hace en las elecciones.

Confiado en las encuestas, Mauricio Macri no teme el voto castigo por una mediocre gestión de 4 años y espera recibir todos los sufragios que vayan en contra del Ejecutivo Nacional. Total, Daniel Filmus anda por los medios llorando porque el Jefe de Gobierno porteño no debate y Fernando Solanas no deja de perder votantes semana a semana.

Pero al igual que al Ejecutivo Nacional, el quietismo le conviene a Mauricio Macri, aunque no se entiende que Ricardo Alfonsín permanezca en esa tendencia. Alfonsín, quien ha dejado que la interna radical le devore espacio en los medios y esfuerzos en la campaña electoral cuando él debe duplicar su caudal de votos.

Ricardo Alfonsín no tiene una tarea fácil por delante si quiere estar en 2da. vuelta: el radicalismo va con 2 listas en Chubut, Misiones, San Luis y Tierra del Fuego; 3 en Catamarca y Salta; 4 en Chaco, Santa Cruz y La Pampa; 5 en Tucumán, 6 en Córdoba y divido en 1 de cada 4 municipios bonaerenses, si bien todos suman votos para su candidatura, lejos está de ser una fuerza sólida y coherente.

Por su parte, Eduardo Duhalde cree que diciendo lo que no se animan los Barones del Conurbano y muchos gobernadores peronistas gana su simpatía y le aportarán votos, le cuidarán las urnas y movilizar el aparato a su favor.

Sin embargo, pasó una semana del cierre de listas y los heridos, abandonados, traicionados o excluidos por Cristina Fernández no han expresado su salto hacia las filas del ex gobernador de Buenos Aires.

Además, Ricardo Alfonsín y Eduardo Duhalde deberían ofrecer una opción superadora al gobierno de Cristina Fernández si quieren polarizar con la Presidente de la Nación. Criticar medidas individuales sin propuestas mejores y que convenzan, es buscar voto con un mediomundo.

Después de la paliza que Cristina Fernández le dio a Daniel Scioli, los Barones del Conurbano, los piqueteros, a Hugo Moyano, los radicales K y el kirchnerismo sub 40; Ricardo Alfonsín y Eduardo Duhalde deberían entender que tienen que jugar políticamente muy fuerte, como el gobierno, para poder polarizar en primera vuelta. Si no, nunca habrá segunda vuelta. (Urgente 24).

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