domingo, noviembre 18, 2012

CARIGLINO ESTUVO PRESENTE EN PERGAMINO, EN LA BEATIFICACION DE CRESCENCIA PEREZ.

El intendente de Malvinas Argentinas, Jesùs Cariglino, estuvo ayer sábado en la ciudad de Pergamino para participar de la ceremonia de beatificación de la hermana María Crescencia Pérez, invitado por el intendente local, Hector "Cachi" Gutiérrez.

La ceremonia fue oficiada por un enviado del Papa Benedicto XVI, el prefecto de la Congregación para las Causas de los Santos, Angelo Amato, y tuvo lugar en el predio El Panorámico, un lugar al aire libre donde miles de fieles de todo el país y países vecinos se congregaron para presenciar este hecho trascendental: la primera beatificación que se realiza en el territorio de la Pcia. De Buenos Aires.

María Crescencia Perez es la séptima argentina en ser declarada beata. Dedicó su apostolado a los niños primero como maestra y luego cuidando a los enfermos de tuberculosis en Mar del Plata.


María Crescencia, “sor Dulzura”, fue declarada beata
Miles de feligreses y religiosos, de diferentes partes del mundo, participaron de la eucaristía presidida por el prefecto de la Congregación para las Causas de los Santos, Angelo Amato. El momento más emotivo fue la lectura de la Carta Apostólica que declara la beatitud y el descubrimiento de la imagen de quien ya goza de la gloria de los altares.

Con una multitudinaria convocatoria se celebró ayer la ceremonia oficial en que la María Angélica Pérez, conocida por su vida religiosa como la Hermana María Crescencia, fue declarada beata, elevada a los altares, al culto público, luego de 36 años de culto privado, porque así lo exigía el proceso canónico. Ahora su imagen en escultura podrá ser entronizada, los templos podrán llevar su nombre, la Liturgia la incluirá en sus letanías. En los tiempos que maneja la Iglesia de Roma, puede decir que 36 años es un tiempo rápido -por no decir récord- para arribar a este resultado. Y el motivo de que haya sido así o no ha sido otro que la prolijidad con que se han cumplimentado las fases y lo irreprochable de la candidata.

El cardenal Angelo Amato, prefecto de la Congregación para las Causas de los Santos fue el enviado de Benedicto XVI para presidir la colorida y emotiva ceremonia de la que miles y miles de feligreses y religiosos, de distintas latitudes, participaron.

El peldaño anterior a la santidad, como es considerada la beatificación, acaparó la atención de los medios nacionales, provinciales y regionales, que se hicieron eco del suceso que tuvo como epicentro el Circuito “El Panorámico” de Pergamino. Lamentablemente, aunque siempre contaron con la información, la prensa nacional sólo se “colgó” a último momento de este evento único para el país, priorizando otras noticias. Pero esa es harina de otro costal, una triste realidad de todos los días que no empaña la magnífica fiesta que se vivió en Pergamino.

En las primeras horas de la mañana comenzaron a llegar algunos grupos organizados de fieles, dispuestos a ocupar los lugares más cercanos al escenario en que se realizaría la solemne eucaristía.

Pasadas las 8:00, las columnas de personas que asistían a “El Panorámico” ya ocupaban el ancho de la avenida Almafuerte, único lugar de ingreso.

Niños, jóvenes, adultos y adultos mayores se disponían a enfrentar las altas temperaturas, y al calor del sol acomodaban sus sillas plegables en el predio.

Contingentes de uruguayos, paraguayos, chilenos, brasileros, bolivianos, españoles entre otras nacionalidades, portando pancartas y globos, y utilizando vinchas y gorros violetas en alusión a la “humilde violeta del huerto” como así se la reconoce a María Crescencia, arribaron a Pergamino para venerar a la nueva beata, primera en la provincia de Buenos Aires.

Antes de media mañana el grupo de laicos, dos sacerdotes y una religiosa encargados de la animación comenzaron a entonar los primeros cánticos y alabanzas. El clima festivo se imponía en la calurosa mañana y los miles de fieles y devotos no paraban de aplaudir, esbozar su alegría, súplicas y salutaciones en honor a Crescencia.

La ansiedad era el sentimiento predominante entre los allí presentes, todos y cada uno de ellos aguardaba que las agujas del reloj marcaran las 11:00, momento en que se iniciaría la ceremonia de beatificación. Mientras tanto, el intendente municipal, Héctor Gutiérrez, recibía a Sara Pane, la protagonista del milagro que fue la prueba fehaciente de la fama de santidad que siempre, desde que estaba viva, tuvo la Hermana Crescencia. 

Acompañaban al jefe comunal los funcionarios municipales y se destacaba la presencia de intendentes de ciudades vecinas, como el caso de Jesús Cariglino, de Malvinas Argentinas y legisladores provinciales. Daniel Scioli también se hizo presente en el predio por algunos momentos, tras ir a visitar el féretro en la Capilla del Huerto.

Llegó el momento
La celebración de la eucaristía tuvo su inicio de manera puntual. Ni un minuto más ni uno menos de las 11:00, los seminaristas, diáconos, religiosas y sacerdotes del país se ubicaban en los asientos destinados a ellos para la ocasión. Luego hicieron su ingreso formal los obispos subieron al escenario para concelebrar la santa misa. El último en ingresar fue Angelo Amato, el representante del Santo Padre Benedicto XVI para la beatificación de la venerable sierva de Dios María Crescencia. Bendiciendo y con una imponente sonrisa en su rostro, el prefecto de la Congregación para las Causas de los Santos, recorrió el camino marcado por los organizadores, saludando a todos los presentes.

Entre los obispos, únicos concelebrantes en el altar, un solo presbítero: el padre Carlos Pérez, sobrino de Crescencia, que tanto durante el proceso como ayer en la celebración, adoptó un perfil llano, diferente al protagonismo que suele dársele en su rol del rector del Santuario de Nuestra Señora del Rosario de San Nicolás. Ayer, por unas horas, se despojó de ese sayo para ser simplemente el sobrino. Seguramente en más de una ocasión habrá traído a su memoria y sus ruegos a su tío, también sacerdote, José María, que tanto ansiaba ver a su hermana en la gloria de los altares y falleció en febrero de 2008.

Con la señal de la cruz, se dio inicio a la ceremonia formal.
Pasado el acto penitencial, comenzó el rito de la beatificación que fuera solicitada por la Iglesia local. En ese momento el obispo de la Diócesis de San Nicolás, Héctor Cardelli acompañado de la hermana Josefina Nughedu, representante del postulador de la causa Enrico Venanzi –abogado romano-, se acercaron al delegado del Santo Padre y procedieron al pedido “humilde” de la beatificación de Crescencia. La vicepostuladora acompañó la solicitud con la lectura de la vida y obra de la hasta entonces venerable.

Rito de la beatificación
Tal como lo indica el protocolo, el cardenal Amato procedió a la lectura de la Carta Apostólica a través de la cual se declaró beata a María Crescencia: “Acogiendo el deseo de nuestro hermano, Héctor Sabatino Cardelli, obispo de San Nicolás de los Arroyos, así como de otros muchos hermanos en el episcopado y de numerosos fieles, después de haber escuchado el parecer de la Congregación para las Causas de los Santos, con nuestra autoridad apostólica concedemos que la venerable sierva de Dios María Crescencia, virgen, religiosa profesa de la Congregación de las Hijas de María Santísima del Huerto, que testimonió la caridad evangélica, con sencillez, humildad y dulzura, de ahora en adelante sea llamada beata, y que se pueda celebrar su fiesta en los lugares y según las reglas establecidas por el derecho, cada año el 20 de mayo, día de su nacimiento al Cielo. En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén”.

Con un efusivo aplauso, cánticos y entre lágrimas de emoción de fieles y religiosos, se procedió al descubrimiento de una imagen, de 5 metros de alto por 2.5 de ancho, ubicada a un lateral del escenario. De este modo Crescencia se convirtió en la nueva beata argentina, la séptima y primera bonaerense.

La madre general de la Congregación de las Hijas de María Santísima del Huerto, Terezinha Petry y Sara Pane, la protagonista del primer milagro que se realizó a través de la intercesión de Crescencia, acercaron al escenario el relicario conteniendo una mecha de cabello de la beata al que Angelo Amato inciensó mientras se entonaban las estrofas del Himno a María Crescencia.

Para finalizar el rito, monseñor Héctor Cardelli dio gracias al Santo Padre, Benedicto XVI, representado en la persona de Amato por la beatificación de la hermana, intercambiando ambos el signo de la paz.

Homilía
Luego de dar lectura al Evangelio, el cardenal Angelo Amato evocó las virtudes de María Crescencia Pérez durante la homilía. “La nueva beata es la expresión más genuina y más alta de la identidad cristiana. Ella da testimonio al mundo de que el Evangelio vivido en plenitud produce frutos de paz en la vida humana.

“El Santo Padre Benedicto XVI ha visto en María Crescencia una consagrada que ha vivido heroicamente la vida evangélica, con sencillez, con humildad y con cariño.

“Sor ‘Dulzura’, así llamaban a la nueva beata, que tuvo una existencia concentrada en Jesús Eucaristía. Los testigos afirmaron que llevaba una existencia casi angelical, era una persona excepcional dotada de bondad, paciencia, cariño, amabilidad. Estaba dispuesta a la acogida, a la escucha. Su presencia difundía el buen olor de la santidad así como se expande el perfume de los jazmines.

“Esta buena existencia se nutría de una fe viva, firme. Manifestación concreta de su gran fe era la oración. La unión con Dios y la tendencia a la perfección mediante la frecuencia regular del sacramento de la reconciliación. Era asidua a la misa y comunión cotidiana, a la práctica del Vía Crucis, al Santo Rosario. Este espíritu de oración tenía un objetivo: salvar ánimas. Su preocupación constante era el deseo de extender el reino de Dios en toda la tierra por ello rezaba y hacía rezar.

“Enseñaba con pasión el catecismo a los pequeños y grandes, y en los barrios más pobres de la ciudad. Infundía el amor a Dios con dulzura entre las niñas. Esta fe se caracteriza por su total abandono a la divina voluntad, eso explica su serenidad, su equilibrio psicológico y espiritual. Tenía el corazón en el cielo y por eso alegraba la vida eterna para gozar de la alegría sin fin.

“Su rostro reflejaba un amor intenso a Dios y al prójimo. Su caridad era total, era mansa, paciente y misericordiosa, generosa con los pobres y los pequeños. 

“Solía decir que Cristo se esconde en los pobres, en las personas que sufren. Es importante notar que esa sensibilidad la aprendió de la escuela de sus padres.

“La caridad concreta y práctica la ejerció entre sus hermanas, con las que tenía actitud de generosidad y obediencia. La humildad daba esplendor a su rostro y a sus acciones.

“Hacía el bien a todos, sin hacer ruido, con paciencia y serenidad. En nuestra beata el ardor de la caridad fue más fuerte que la muerte”, expresó el cardenal. 

Oración y caridad
Haciendo alusión a la liturgia cotidiana y estableciendo un correlato con la vida de Crescencia, el cardenal añadió: “En nuestra beata podemos admirar el espíritu de oración y de adoración de María y la actividad caritativa con el prójimo necesitado de Marta. 

“El cuerpo de Cristo necesita valientes como María y operadores de la Palabra como Marta. Si la fe no va seguida de las obras, está muerta.

“María Crescencia nos ofrece una cuádruple enseñanza: ante todo nos invita a reforzar la fe en Dios, a vivirla, testimoniarla y a no avergonzarnos del Evangelio. La fe es sal de la tierra, un bien precioso que hay que conservar y compartir. En segundo lugar, la beata nos exhorta a la invitación de su vida santa, de oración y servicio a los pobres y enfermos. En tercer lugar, con la beatificación de hoy María Crescencia es presentada por la Iglesia como intercesora a nuestra solicitud fraterna al Padre. La beata ‘dulzura’ nos exhorta a la amabilidad, a la serenidad, alegría, la sonrisa en familia, en comunidad, en la sociedad para disipar el mal. 

“Por la intercesión de María Crescencia concede Padre que también nosotros podamos servir a nuestros hermanos con la dulzura de la caridad y la fuerza de la bondad. La Iglesia entera se enorgullece de esta hija predilecta, una gran benefactora de la humanidad”.

Etapa final
La misa siguió su curso habitual: luego de la homilía, la profesión de fe, la oración de los fieles fueron, la presentación de las ofrendas que estuvo a cargo de los sobrinos de la Hermana María Crescencia.

A posteriori, se preparó el altar para dar paso a la consagración del cuerpo y la sangre de Jesucristo.

Luego del saludo del Padrenuestro y el saludo de la paz, se ofreció la comunión desde diferentes puntos del predio. 

Iniciando el rito de conclusión y antes de la bendición final, el obispo Héctor Cardelli y la madre general de las Hijas de María Santísima del Huerto, Terezinha María Petry se dirigieron a los presentes, agradeciendo al prefecto por su presencia. Por último, y visiblemente emocionado, el intendente municipal Héctor Gutiérrez dio la bienvenida a los visitantes y agradeció a todos los presentes por la participación en la ceremonia de la beatificación.

Con la señal de la cruz y el saludo final a la Santísima Virgen al son de “Gloria a María del Huerto”, se dio por concluida la solemne eucaristía y comenzó así la desconcentración.

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