QUILMES, Setiembre 12, (PUNTO CERO-Perspectiva Sur) Ingresan 600 causas por mes, de las cuales tienen que realizar un seguimiento diario de las penas que se les dictan a los presos. La magistrada relató las tareas y actividades que se llevan adelante en las cárceles y hasta contó anécdotas.
Julia Márquez es la Jueza de Ejecución de Quilmes y San Isidro. Sus días, desde hace un año y medio, se dividen entre los dos Departamentos Judiciales. Para la magistrada, que trabajó en el Servicio Penitenciario comisionada en la Dirección Provincial de Derechos Humanos si no se crea otro Juzgado pronto se va a llegar al colapso.
"El Juzgado de Ejecución va funcionando con la buena voluntad de todos los que integramos esta planta. Estamos a un año y cuatro meses de haber entrado en funcionamiento y tenemos 6.300 causas. El cúmulo de tareas que tenemos requiere demasiado esfuerzo y compromiso para llevarlo adelante".
Las funciones de los Juzgados de Ejecución radican en recibir las causas con condena firme para hacer el seguimiento de la pena, pero también se les adjudicó la competencia de suspensiones de juicio a prueba, más conocidas como "probation", en las que se hacen tareas comunitarias y mes a mes se debe presentar un certificado de la institución donde se las lleva a cabo. Sobre la probation los jueces han planteado que se les debe sacar la competencia "porque consideramos que no es el ámbito pertinente para hacer este seguimiento porque la suspensión no es una pena, entonces se desvirtúa la función propia de este juzgado y materialmente se nos hace imposible el seguimiento. Las probation integran el 60 por ciento de las causas. Entre una condena de 34 años y una suspensión por un año de un delito menor uno siempre le da prioridad al otro. Yo tengo una sola persona que hace suspensiones, condenas condicionales e insanos".No obstante dejó en claro que "no me sirve que me manden 20 empleados, porque al final todo pasa por mí, para que lo firme, necesitamos otro Juzgado con urgencia".
La doctora Márquez hizo una comparación entre los dos Departamentos Judiciales: "son muy parejos en el cúmulo de causas, quizá la diferencia esté en el monto de las penas que se imponen, las condenas en Quilmes rondan entre los 5 y los 7 años y en San Isidro de 20 para arriba, según el tipo de delito".
Además, se animó a cotejar las tareas de otras dependencias: "en un Juzgado Correccional o un Tribunal oral no tienen el ingreso de causas que tenemos nosotros, nos entran aproximadamente 600 mensuales. Una causa puede tramitar en un Correccional 3 o 4 meses, en un Tribunal a lo sumo dos o tres años, pero por ejemplo nosotros tenemos condenadas de 34 años. Tenemos que estar haciendo el seguimiento día a día del preso. Tenemos pedidos para salidas a trabajar o para visitar a algún familiar enfermo".
El fantasma del colapsoS
e han creado durante este año Tribunales y Juzgados Correccionales, pero también se llamó a concurso para crear más Juzgados de Ejecución en Quilmes y en San Isidro. El examen es el 26 de septiembre: "desde la convocatoria hasta la puesta en funcionamiento transcurre demasiado tiempo, yo les decía a mis empleados que no se pongan tan contentos porque cuando el otro juzgado se ponga en funciones nosotros ya estaremos colapsados". Y dio su ejemplo: hace un año que se rindió el examen para cubrir el cargo en San Isidro y que ella se quede sólo con Quilmes pero todavía no está el juez, "no creo que este año se resuelva", dijo.
La función en las cárceles de Varela
La magistrada tiene en su jurisdicción 4 Unidades Penitenciarias, y pronto una quinta, que son las de Florencio Varela. La tarea es múltiple "nosotros tenemos que supervisar las condiciones de detención dentro de las unidades. Hemos tenido que emprolijar alguna situación". El miércoles fue a ver en qué condiciones quedó un pabellón de la Unidad 24que había dicho que no se podía habitar "porque realmente las condiciones eran malísimas y lo han arreglado bastante bien".
En ese sentido detalló que otra de las tareas fue bajar la población carcelaria: "cuando yo tomé esta medida la unidad tenía 970 internos, la situación era muy complicada había muchos hechos de violencia porque el hacinamiento y las malas condiciones llevan a eso. Tenían 200 guardias para más de 900 presos. Una de las medidas tomadas fue bajar la población a 750 y determinar qué celdas o pabellones no podían ser habitados, esto tomó seis meses. Se hizo un relevamiento celda por celda nos encontramos con que no tenían agua caliente tuvimos que tomar medidas". Los reclamos recurrentes de los detenidos son con respecto a su situación procesal: "en general no se quejan acerca de las condiciones, pero sí de la lentitud de los procesos, que no conocen al defensor, ese estado como de abandono que sienten, de todas maneras el detenido es muy demandante y se comprende por la situación de ansiedad. Todo eso se termina cuando tienen una sentencia y ya saben qué se resolvió, el problema es cuando se está en espera".
Y dio uno de los ejemplos más cotidianos: "el problema es que están en prisión preventiva cuatro años y lo condenan a cinco, el preso me dice que ya está pasado de la libertad condicional, nosotros ya arrancamos con un atraso terrible y todos los reclamos son contra nosotros, que no resolvemos".
Las Unidades que funcionan en Florencio Varela son las 23 y 24 y la 31 y 32, aunque la 42 tiene asignado un director desde diciembre del año pasado pero aún no se ha puesto en funcionamiento.
En cuanto a las cárceles de la provincia, la doctora Márquez señaló que "el Servicio Penitenciario Bonaerense debe tener más de 25 mil internos, la mayoría de ellos son del conurbano y todos quieren estar cerca de su familia por eso estas unidades están colpsadas. Hay unidades muy bonitas, Bárker por ejemplo, pero nadie quiere ir porque queda en Sierra de la ventana o Saavedra o Urdapilleta. Han creado estas unidades en el medio de la nada y no las pueden ocupar excepto que el preso no tenga familia".
Las actividades en los penales
Por segunda vez en la Unidad 23 se realizó una exhibición boxística de la mano de "Locomotora" Castro, donde asistió la jueza, quien explicó que "en la Unidad 23 hay un preso que era boxeador y que pudo conectarse con ese deporte. El tribunal le ha autorizado peleas. Esto generó en toda la población un incentivo porque este preso ahora entrena a otros y cada vez que él va a boxear hay todo un ambiente expectante, le hacen banderas. Se puede hacer algo bueno desde de las rejas".Además del deporte hay otras actividades, por ejemplo en la Unidad 24 que tienen un taller de artesanías en madera o en la 31 que hay un taller de costura dentro de un pabellón, y hasta un Centro de Estudiantes Universitarios.
Anécdotas detrás de las rejasLa doctora Márquez en su diálogo con Perspectiva Sur relató varias anécdotas en su recorrida por los diferentes penales, "encontraron otra forma de vida" enfatizó. En la actualidad un ex interno de la Unidad 9 se recibió de abogado y representa a otros presos. Asistió también a una entrega de premios de dibujos llamada "los ojos de la vida", donde un interno de la Unidad 25 recibió un premio y tiene en su haber el estudio de varias carreras, entre ellas es licenciado en economía y logró las salidas laborales para aplicar sus conocimientos, en cuanto a él, la jueza recordó que "siempre tengo pedidos de autorización para ir a la facultad, a dar conferencias, para obtener un premio, era un muchacho con algunos problemas y hoy es otra persona".
Otro interno estudió para ser profesor de no videntes y en un festival actuó de príncipe y luego de llevarse todos los elogios indicó que "es la primera vez que alguien me felicita por algo que yo hice".
Al respecto, Márquez puntualizó: "Se les da muchas posibilidades, está quien las puede tomar y quién no. Lo importante es otorgarla. Desde las autoridades hay un incentivo a tratar de que la persona encuentre algo para hacer. Hay muchos internos que lo único que conocieron en el seno de su familia es el delito".
Hay muchos internos que logran que su estadía por la cárcel sea fructífera, todo depende de la elección. Los hombres son los que más demuestran el cambio, pero las mujeres, a pesar de ser muy pocas a comparación, no logran revertir la actitud, por lo menos en los Departamentos Judiciales de Quilmes y San Isidro. (PUNTO CERO-Perspectiva Sur).
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