ROQUE PEREZ, Enero 25, (PUNTO CERO-Infoazuldiario) Semanas atrás, por este medio, con pintoresca y deportiva precisión el concejal veinticinqueño Sergio Tuya, refiriéndose a la ausencia renovación en la política, y en particular en la UCR, señalaba: "Uno ve que en distritos donde ocurre esto (reelecciones indefinidas) hay muy poca renovación, y quien está haciendo banco se cansa y se va".
Siglos atrás, con singular simpleza, el clérigo francés Jacques Benigne Bussuet, refiriéndose a la política en estricto sentido agonal, la definía como una lucha entre aquellos que están, y aquellos que quieren entrar. El conflicto surge, según el pensador, al momento que los primeros no desean retirarse. Ergo, los segundos no pueden acceder. No se alcanza el equilibrio.
Caramba si ha sabido de esto (retomando el tono deportivo) un Roberto "Pato" Abbondanzieri que vio por largo tiempo, desde el banco, atajar a Oscar Córdoba. Hasta que a fuerza de perseverancia y entrenamiento (y de renovación de aquel plantel xeneize) le llegó la hora.
Podría afirmarse, entonces, que tanto la política como el deporte son espacios restringidos. Ámbitos limitados. Por ejemplo, la Cámara de Diputados de la Nación sólo se compone de 255 miembros (salvo el diputrucho Menemista). La integración de nuestro Concejo Deliberante se limita a 10 ediles. Como cualquier disciplina deportiva sólo podrán participar, según el caso, los 30, 22, 14, 12 o 10 jugadores que le DT determine. O como en los picaditos de potrero, sólo jugarán aquellos que al dueño de la pelota se le cante.
Para ir entrando en tema, ¿quiénes son los dueños de la pelota en la UCR de Roque Pérez? Espero que ya no los haya. No debe haberlos, en el lugar que fuere, para salud del sistema de partidos políticos, por ende de la Democracia Representativa. Así nos ha ido (nos va) por los caudillismos, los personalismos impropios y las hegemonías exacerbadas.
¿Es acaso Tony Blair el dueño de la pelota en la liga inglesa? No, es un dirigente de su partido, el laborismo, que finaliza su mandato y se va. Sí, por aquellos lugares los dirigentes políticos, alcaldes, parlamentarios o jefes de gobierno se retiran en serio. No necesitan andar declarando ante los medios de prensa que se retiraron de la política. Mucho menos les mentirían.
El domingo 19 de junio de 2005, no debiera ser un día más en la vida del radicalismo de nuestro distrito. En esa jornada se llevó a cabo la elección de nuestros candidatos a concejales, mediante la conformación de una grilla. Esa saludable metodología permitió una excepcional participación de los afiliados, quienes colocaron en cabeza de la lista a Germán Giles. Así se estaba dando inicio (sin temor a exagerar) a un necesario proceso de renovación.
Desde que recuerdo he sido testigo de las disputas entre dos sectores internos claramente definidos dentro de nuestro partido. Esas luchas intestinas, algunas transparentadas, otras subterráneas, fueron, de modo imperceptible desangrando a un radicalismo fuerte y gobernante. Hasta que sobrevino la derrota de 1995. Sin dudas producto de la interna previa entre Ruiz y Cora, y de la impericia, cuando no de la mezquindad de algunos dirigentes. En aquella elección el PJ tuvo la inteligencia de dejar de lado (al menos por ese momento) sus internas y catapultar la intachable figura de Hugo Oreja. Pero lo que resultó determinante para su llegada al gobierno, reitero, fue la propia irresponsabilidad de nuestra dirigencia.
Para las legislativas de 1997, la sangre no llegó al río. De igual modo se generó una virtual interna local, en donde los sectores midieron sus fuerzas sumándole votos a la interna seccional que elegía candidatos a Senador.
Con un Jorge Cravero ya casi canonizado, en 1999 se recupera la administración municipal.
En junio de 2001, nuevamente, internas. En aquella oportunidad se disputó la integración de las listas de Concejales y Consejeros Escolares, más la conformación de las autoridades del Comité. El Craverismo triunfó, tanto en los cargos electivos como en los partidarios. El sector del ex Diputado Ruiz pareció entrar, definitivamente, en desgracia. Posteriormente, en la elección general, volveríamos a ser derrotados por el justicialismo encabezado por Juan Carlos Gasparini. La fórmula, interna-derrota no falló, nuevamente.
Las elecciones del 2003 perecieron traer la renovación a la UCR. En verdad una renovación digitada, es decir falsa. Con el paracaídas puesto se lanzó, entonces, Elena del Barrio, desde la Dirección de Producción y Turismo. Con su labor exitosa, su empuje y carisma logró unir el partido. No reparamos en su falta de trayectoria y sentido de pertenencia. Todos nos subimos al tren que ella conducía. Fue la primera en bajarse.
Como se recordará, el 14 de septiembre, el triunfo se nos escapó por muy poco. Esa dura derrota generó una suerte de introspección, de aletargamiento. La Juventud Radical rompió la pasividad cargándose el partido al hombro con actividades y presencia pública. Ello le permitió a German Giles arribar bien posicionado a la grilla de junio de 2005. Luego ganaríamos la elección ante una parodiada división del PJ.
Historia reciente es el conflicto que desencadenó el paso al kirchnerismo, como funcionaria nacional, de la paracaidista Del Barrio. Sobre todo generado por aquellos que defendiendo lo indefendible pretendían que se le "guardara" la banca de Concejal para un futuro regreso.
Ya hemos comenzado a desandar el 2007. Octubre nos aguarda. No será fácil la partida con una conducción partidaria anquilosada y silenciosa. Inexistente. Hoy vemos, a todas luces, que la llegada del ex Intendente Cravero a la presidencia del Comité Mayor, en 2003 fue un error. Los viejos enconos con el ruisismo se ahondaron, y le surgieron nuevos dentro de su espacio. A su vez no acompañan el recambio dirigencial, muy por el contrario, lo hostigan y lo obstruyen, por ejemplo, dividiendo a la juventud.
Reitero, el radicalismo tiene una nueva responsabilidad este año. No debemos escapar a ella. Nunca lo hemos hecho. Nuestros más importantes dirigentes tendrán que poner la humanidad sobre la mesa, si se precian de tales. No es este el momento de abandonar un partido que tanto les ha dado, porque no lo controlan a su antojo. Sí, es tiempo de dejar la crítica estéril desde los mullidos sillones, y volver a acompañar al partido.
Así como también es indigno de quienes piensan prostituirse junto a proyectos kirchneristas, haciéndole más daño al radicalismo.
Ahora bien, de nada servirá queridos correligionarios, si todos buscamos reunificar la UCR desde arriba del caballo. Será volver a juntarnos para sacarse los ojos. De gestos se trata. Como el de reconocer que se halla en marcha un genuino proceso de renovación, el cual debe ser viabilizado. Sencillamente porque por ahí pasa el evitar que la UCR continúe disgregándose; renunciando a su vocación de poder.
No soy ingenuo, sé que estoy solicitando demasiado, pero confío, porque los dueños de la pelota siempre serán los afiliados. Y mucho me temo que estén pidiendo un cambio.
Gerardo Farías DNI.25408614 (PUNTO CERO-Infoazuldiario).
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