miércoles, mayo 21, 2008

El postkirchnerismo se debate entre Duhalde, Scioli, Macri y Carrió. Por Ignacio Fidanza.

BUENOS AIRES, Mayo 21, (PUNTO CERO) La estrella política de los Kirchner ingresó en un ocaso que se intuye irreversible. Más allá de cómo termine el conflicto con el campo se observa un agotamiento de estilos y personas. El regreso de Eduardo Duhalde y el temor a Elisa Carrió.
Una nueva mutación está en marcha. El peronismo se prepara para cambiar de piel, una vez más. Hay cansancio, fastidio, enojo y hasta furia, con ciertas prácticas, cierto autismo del kirchnerismo, que ni siquiera alcanza a ver el abismo cada vez más grande que separa lo que es, de lo que cree ser.
Frente a este agotamiento, el peronismo a comenzado a incubar un nuevo giro. Paulatinamente todo lo malo de estos cinco años se reducirá al “kirchnerismo”, como se hizo con el “menemismo”, cuando la década de los 90 y la convertibilidad dejó de ser una franquicia atractiva.
Eduardo Duhalde intenta ser el piloto de esta conversión y lo hace agitando un diagnóstico que busca unir desde el temor: “Si los peronistas no nos separamos a tiempo de los Kirchner, va a ser Carrió quien gane las elecciones y después nadie sabe que puede pasar”. El fantasma de un “Mani Pulite” encabezado por la líder de la Coalición Cívica que exponga de una vez el entramado de negociados y complicidades que los peronistas arrastran hace décadas, sobrevuela.
Por eso, el ex presidente apuesta a una carta, que imagina más componedora con los las “debilidades” de los peronistas: Mauricio Macri. El jefe de Gobierno porteño debería ser para Duhalde el líder de la nueva transformación peronista, que tendría que resignar porciones grandes de influencia, para garantizar su continuidad en el poder. Intendentes del Conurbano, gobernadores, legisladores nacionales, que aplauden los discursos de los Kirchner, lejos de las cámaras, cruzan mensajes entre ellos y comienzan a discutir un futuro que no incluye al matrimonio presidencial. Algo de esto empieza a percibir el propio Néstor Kirchner. Le dicen todo que si y luego nada sucede.
“La semana que pasó se asustó. Empieza a darse cuenta que ya no le hacen caso. Por ejemplo, había arreglado con el Lole Reutemann su regreso al oficialismo y se enteró por los diarios que estuvo con la moto en un piquete del campo, confío a La Política On LIne una fuente que frecuenta la quinta de Olivos.
Mismo desplante vivió en su malogrado acto de “asunción” del PJ. Los mismos intendentes y sindicalistas que le sonreían en el palco, no hicieron el menor esfuerzo por llenar ese humilde estadio que apenas resiste 20 mil almas. Incluso antes de los incidentes, había notables claros en las tribunas y el campo.
Declive que lejos de generar una autocrítica dispara en el kirchnerismo un nuevo ataque de paranoia. En las horas difíciles de los enfrentamientos en el club Almagro, algunos sostienen que Néstor Kirchner se asustó, que temió una conspiración de los mismos que lo aplaudían y decidió no hablar y apuró el cierre del acto. El fantasma de un reguero de incidentes en el Conurbano recorrió como un sudor frío la espalda del poder.
Quien pese a todo eligió mantenerse fiel a la Casa Rosada es Daniel Scioli. En el entorno del gobernador creen que sólo de la mano de los Kirchner podrán acceder a la Presidencia. Afirman que gracias a la lealtad demostrada llegaron a la gobernación y que el mismo sendero los llevará a la Casa Rosada, si acaso ese es el destino que les espera en el 2011.
En las cercanías de Eduardo Duhalde hay cierta molestia con esta decisión. "Eduardo está dolido, dice que Daniel no le respondió un par de llamados que le hizo", comentan, aunque entienden que el gobernador se cuide en sus contactos telefónicos, al formar parte de un dispositivo político con costumbres tan policiales, como las que fascinan al kirchnerismo.

Se busca Jefe de Gabinete
El goteo más o menos disimulado de aliados se une al temor electoral. Por ejemplo, en la Capital, esta semana el kirchnerismo se anotició que Aníbal Ibarra había decidido abandonarlos y acordó postergar la elección de comunas para el año próximo, temeroso de sufrir este año otra aplastante derrota electoral.
En ese sentido el jefe de Gabinete Alberto Fernández, es tal vez un anticipo en pequeño del destino que espera a los Kirchner, se parece cada vez más a un general que conduce ejércitos de nada: a la partida de Ibarra se sumó la sorda rebelión del PJ porteño que preside, sólo desde lo formal.
Debilitado en lo político, el jefe de Gabinete optó por reflotar viejas alianzas mediáticas, se supone con un consentimiento velado de Néstor Kirchner. Ese es hoy el único reaseguro serio que le queda. La política ya empezó a abandonarlo. Tuvo que soportar que trascendiera el supuesto ofrecimiento de la Jefatura de Gabinete de Néstor Kirchner al intendente de Tigre, Sergio Massa. Lo peor no es que esto haya sucedido, sino que el ex titular de la Anses, habría rechazado el puesto. Algo anda mal en el poder, cuando los cargos más importantes del gobierno dejan de ser una oferta atractiva para los políticos. (PUNTO CERO).

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