OLAVARRIA, Setiembre 23, (PUNTO CERO-Infoazuldiario) Al cumplirse un año de la muerte de Helios Eseverri, la postal del aniversario es emblemática de lo que sucedió desde entonces : su hijo es Intendente y está volviendo a la Ciudad , luego de tres días de ausencia.
Desde el fallecimiento del caudillo se resolvió el sistema de Gobierno y la titularidad de la gestión, pero no la autoridad política, que ahora está en discusión permanente.
Con un registro coincidente, que va desde los líderes de opinión a los sectores más marginales de la sociedad civil, el Intendente aparece lejano al día a día, con buenas intenciones pero sin la puntada final de resolución. Pero enfrente no hay nadie.
Y aún en esas condiciones de fragilidad, desde mañana, cuando se entreguen las nuevas fichas de afiliación del PJ, será la variable de mayor peso – y mayores posibilidades de influencia - en el peronismo de Olavarría, de cara a las internas de noviembre.
Otro dato que lo separa, y mucho, del padre recordado hoy.
“ No son malos, pero se cuelgan: son colgados. Te prometen algo, te chamuyan y después no lo cumplen. No son malos tipos, para nada, pero están en otra cosa...”.
Daniel tiene alrededor de 35 años, el pelo teñido de un naranja muy fuerte y las cejas tocadas de amarillo; los brazos tatuados y el apretón de manos muy firme: capucha, lentes plásticos de color, ánimo de protesta en la vereda del 104 Viviendas, con otros dos compañeros de reclamo al lado, el sábado al mediodía.
No pertenece, ni por asomo, a los sectores centrales de la economía, la política y la sociedad olavarriense.
Sin embargo, este 20 de septiembre – a un día del primer aniversario de la muerte de Helios Eseverri - una de las frases termina de cerrar en los oídos de este cronista la variable central con la que José Eseverri aparece a los ojos del ciudadano promedio de Olavarría.
Como en un “focus group” de las consultoras, que hacen hablar a todos los sectores posibles para que surjan todas las variables de estudios centrales para una encuesta, este cronista ya escuchó en diez meses de gestión a todos los segmentos representativos del olavarriense medio: productores agropecuarios enojados, empresarios de rock, encumbrados miembros de Rotary, adversarios políticos, funcionarios propios que siguen, miembros ad-honorem de consejos que colaboran con el Municipio, funcionarios propios que se fueron, sindicalistas adictos que se ven expulsados de su entorno por pura torpeza, funcionarios propios que se quedaron porque los contuvieron justo antes del portazo, ex colaboradores de don Helios condenados al ostracismo, vecinos residenciales de San Vicente Sur que emparchan el pavimento por las suyas, residentes obreros de Sierra Chica que no ven por ningún lado al delegado, dirigentes deportivos que esperaron apoyos durante meses, militantes feministas, chantas de café, referentes apolíticos de Pami angustiados con lo que pasaba en Traumatología, residentes en localidades rurales que le mandaron a decir que no lo quieren en la fiesta de su pueblo, ciudadanos que ya le bajaron el pulgar a uno de sus principales funcionarios y, desde ahora, líderes tatuados de los sectores más marginados y postergados de la Ciudad , rondan el mismo concepto.
La idea, promediada entre todos los dialectos, pinta que José Eseverri es un buen tipo, un muy hábil político, pero que a la hora de los hechos no está o, si está, no les da un corte.
Esa noción, áspera para este análisis de un año sin el caudillo padre, tiene sus limitaciones.
No es lo ni lo halagüeña que quieren los asalariados del Gobierno local ni lo descalificante que animan desde una oposición que aún no está apta para sucederlo.
Ese veredicto – ya difícil de torcer a un año sin Helios y a diez meses con su hijo - tampoco tiene la profundidad que sólo es exigible a los entendedores.
José es todavía más hábil político que lo que se ve desde afuera ( y viaja mucho más que lo que puede observarse desde el llano ), y prepara las herramientas con las que deberá sustentarse el año electoral que se le viene encima.
Y que son dos:
a) una clarísima operación sobre el PJ local, donde manda sin estar afiliado y por rosca con la superestructura provincial y nacional; y
b) un manejo ahorrativo de las cuentas públicas que excede lo financiero y lo económico (e incluso lo meramente político, porque está visto en casos como los del Hospital donde ajusta a costa de meterse en soberanos desmadres), para instalarse en un criterio de lápiz rojo netamente electoral : apretar los números en 2008, generar excedente financiero, saldar un año inflacionario y medio en orden y descerrajar lo que quede en el 2009 antes de las elecciones.
A ello se le puede agregar:
a) la ausencia de lo cotidiano, el frenesí de las fotos y los anuncios cuando anda por acá, sus viajes permanentes, el último desde el miércoles hasta hoy, domingo, regresado para la misa en memoria de su padre;
b) la inclusión dentro de su espacio político de la oposición potencial : quien puede ser su rival más encumbrado a la Intendencia de Olavarría ( justamente porque representa en el imaginario local, mal o bien, los valores de ejecutividad y presencia local que José ventea como en spray ), Julio “Chango” Alem, le es funcional de aquí en más : en su espacio se subordina, y si salta sin aglutinar a todos le hace el favor de fragmentar a la centroderecha.
El año sin Don Helios es también lo que se confirma en rasgos inquietantes de la semana.
El año sin el caudillo, sin su presencia polémica y propietaria, casi feudal, no solamente se cierra en datos como los del sábado al mediodía, con Héctor Vitale disponiendo del manojo de llaves que abre y cierra las puertas del Palacio San Martín. Las mismas llaves para la gestión que el electorado le dio exclusivamente a José Eseverri, para que resolviera los problemas de la Ciudad con hechos concretos.
Uno de los rasgos citados tal vez se imponga sobre los demás, a riesgo de instalar el terreno de la política acontecimientos que sólo se emparentan con el dolor humano más profundo.
Usemos el ejemplo, temerario pero gráfico, para ilustrar las diferencias.
Cuando en Olavarría acontecían dramas como el de este lunes, donde miles de ciudadanos que no se conocen son atravesados por la misma sensación de vulnerabilidad, impotencia y bronca, que los replica idénticos y los apabulla en procesión interior, Helios Eseverri ocupaba el lugar de referente de contención, de paño de lágrimas pero también de padre de familia.
En el asesinato de un comerciante a manos de delincuentes, en el homicidio de un joven en una cancha a manos de policías, en la inundación por obra de Dios, en la miseria ocasionada por Carlos Menem o en la depresión económica y anímica causada por Fernando de la Rúa , Helios Eseverri aparecía en la escena pública simulando o asimilando la tarea de salvador local, del jefe político que contiene a su gente.
Este lunes, con el Hospital a punto de incendiarse por los familiares y allegados a las víctimas del accidente que, shockeados y doloridos, querían respuestas mínimas del Estado próximo ante la pérdida demencial de sus pibes queridos, José no se animó. No estaba a kilómetros de ese cónclave de deudos sino a 20 metros , en los pasillos de terapia intensiva, pero algo en su interior, algún temor, lo llevó a tomar distancia de ese grupo de olavarrienses atormentados.
Esa tarde noche, por lo que fuera, volvió a distanciarse de su padre el caudillo, el que ponía la cara ante su gente dolorida o enfurecida, y designó en su lugar al fiscal Martín Pizzolo, que le rinde a José Eseverri un trato más parecido al miembro influyente del Consejo de la Magistratura provincial que fue ( ¿o es? ) que al Intendente que es ( ¿o no? ).
Ver a Pizzolo en la escalinata del Hospital tranquilizando a familiares, escuchando aprobaciones ante la detención, fue casi bizarro.
Los fiscales no hacen eso casi nunca y tamaño rol en un funcionario que media hora antes le ladraba ( mal y de fea forma ) a los medios y con tono iracundo les decía que no iba a hablar hasta el día siguiente fue demoledor : estaba atajando la presión que tenía otro destinatario.
A un año sin Helios, José Eseverri se despegó de ese rol pero guarda enorme influencia sobre la principal estructura política nacional, el PJ, en su versión local.
Este lunes, mañana, carradas de afiliaciones nuevas entrarán a la sede partidaria que conduce la diputada provincial Alicia Tabarés.
Probablemente los centenares de mayor peso lleguen desde las cajas que descarguen en Coronel Suárez y 25 de Mayo las huestes de Miguel Santellán : ha movilizado decenas de personas, una parte de ellas impulsadas por la estructuras políticas del Ceco y del Cesso, y otra parte empujadas por su empecinamiento personal en propinarle a Alicia Tabarés un golpe que compense el mazazo de su pase al eseverrismo, el año pasado, dejando al gremialista mercantil en banda.
Santellán coronó una etapa brillante de afiliaciones ( donde apeló a casi todo, como en la guerra ) con una cena en Aoma unificada, ante 50 dirigentes donde se mostró al lado de Alberto Hernández, el otro referente peronista con el que sellaron trato para combatir la conducción de Tabarés en las urnas ( alternativa complicada ), o sentarse a negociar desde una posición de fuerza.
En la cena, armada por los dos referentes de cada grupo – Gonzalo Bagú y Guillermo Santellán - estuvieron Armando Domínguez, el resto de los sindicalistas del Cesso y varios referentes institucionales cercanos.
Ese grupo cree que en la vereda de enfrente se cerrarán Alicia Tabarés y Silly Cura, ambas batallando bajo la referencia de José Eseverri, quien hoy por hoy es la variable central de la definición, como lo fue en estas semanas : un lastre para las afiliaciones que salió a buscar el grupo de Tabarés a los barrios, al tiempo que un facilitador para las fichas que levantaban los “miguelistas” proponiéndose como “ un dique de contención para el avance de José Eseverri dentro del PJ ”.
Desde el fallecimiento del caudillo se resolvió el sistema de Gobierno y la titularidad de la gestión, pero no la autoridad política, que ahora está en discusión permanente.
Con un registro coincidente, que va desde los líderes de opinión a los sectores más marginales de la sociedad civil, el Intendente aparece lejano al día a día, con buenas intenciones pero sin la puntada final de resolución. Pero enfrente no hay nadie.
Y aún en esas condiciones de fragilidad, desde mañana, cuando se entreguen las nuevas fichas de afiliación del PJ, será la variable de mayor peso – y mayores posibilidades de influencia - en el peronismo de Olavarría, de cara a las internas de noviembre.
Otro dato que lo separa, y mucho, del padre recordado hoy.
“ No son malos, pero se cuelgan: son colgados. Te prometen algo, te chamuyan y después no lo cumplen. No son malos tipos, para nada, pero están en otra cosa...”.
Daniel tiene alrededor de 35 años, el pelo teñido de un naranja muy fuerte y las cejas tocadas de amarillo; los brazos tatuados y el apretón de manos muy firme: capucha, lentes plásticos de color, ánimo de protesta en la vereda del 104 Viviendas, con otros dos compañeros de reclamo al lado, el sábado al mediodía.
No pertenece, ni por asomo, a los sectores centrales de la economía, la política y la sociedad olavarriense.
Sin embargo, este 20 de septiembre – a un día del primer aniversario de la muerte de Helios Eseverri - una de las frases termina de cerrar en los oídos de este cronista la variable central con la que José Eseverri aparece a los ojos del ciudadano promedio de Olavarría.
Como en un “focus group” de las consultoras, que hacen hablar a todos los sectores posibles para que surjan todas las variables de estudios centrales para una encuesta, este cronista ya escuchó en diez meses de gestión a todos los segmentos representativos del olavarriense medio: productores agropecuarios enojados, empresarios de rock, encumbrados miembros de Rotary, adversarios políticos, funcionarios propios que siguen, miembros ad-honorem de consejos que colaboran con el Municipio, funcionarios propios que se fueron, sindicalistas adictos que se ven expulsados de su entorno por pura torpeza, funcionarios propios que se quedaron porque los contuvieron justo antes del portazo, ex colaboradores de don Helios condenados al ostracismo, vecinos residenciales de San Vicente Sur que emparchan el pavimento por las suyas, residentes obreros de Sierra Chica que no ven por ningún lado al delegado, dirigentes deportivos que esperaron apoyos durante meses, militantes feministas, chantas de café, referentes apolíticos de Pami angustiados con lo que pasaba en Traumatología, residentes en localidades rurales que le mandaron a decir que no lo quieren en la fiesta de su pueblo, ciudadanos que ya le bajaron el pulgar a uno de sus principales funcionarios y, desde ahora, líderes tatuados de los sectores más marginados y postergados de la Ciudad , rondan el mismo concepto.
La idea, promediada entre todos los dialectos, pinta que José Eseverri es un buen tipo, un muy hábil político, pero que a la hora de los hechos no está o, si está, no les da un corte.
Esa noción, áspera para este análisis de un año sin el caudillo padre, tiene sus limitaciones.
No es lo ni lo halagüeña que quieren los asalariados del Gobierno local ni lo descalificante que animan desde una oposición que aún no está apta para sucederlo.
Ese veredicto – ya difícil de torcer a un año sin Helios y a diez meses con su hijo - tampoco tiene la profundidad que sólo es exigible a los entendedores.
José es todavía más hábil político que lo que se ve desde afuera ( y viaja mucho más que lo que puede observarse desde el llano ), y prepara las herramientas con las que deberá sustentarse el año electoral que se le viene encima.
Y que son dos:
a) una clarísima operación sobre el PJ local, donde manda sin estar afiliado y por rosca con la superestructura provincial y nacional; y
b) un manejo ahorrativo de las cuentas públicas que excede lo financiero y lo económico (e incluso lo meramente político, porque está visto en casos como los del Hospital donde ajusta a costa de meterse en soberanos desmadres), para instalarse en un criterio de lápiz rojo netamente electoral : apretar los números en 2008, generar excedente financiero, saldar un año inflacionario y medio en orden y descerrajar lo que quede en el 2009 antes de las elecciones.
A ello se le puede agregar:
a) la ausencia de lo cotidiano, el frenesí de las fotos y los anuncios cuando anda por acá, sus viajes permanentes, el último desde el miércoles hasta hoy, domingo, regresado para la misa en memoria de su padre;
b) la inclusión dentro de su espacio político de la oposición potencial : quien puede ser su rival más encumbrado a la Intendencia de Olavarría ( justamente porque representa en el imaginario local, mal o bien, los valores de ejecutividad y presencia local que José ventea como en spray ), Julio “Chango” Alem, le es funcional de aquí en más : en su espacio se subordina, y si salta sin aglutinar a todos le hace el favor de fragmentar a la centroderecha.
El año sin Don Helios es también lo que se confirma en rasgos inquietantes de la semana.
El año sin el caudillo, sin su presencia polémica y propietaria, casi feudal, no solamente se cierra en datos como los del sábado al mediodía, con Héctor Vitale disponiendo del manojo de llaves que abre y cierra las puertas del Palacio San Martín. Las mismas llaves para la gestión que el electorado le dio exclusivamente a José Eseverri, para que resolviera los problemas de la Ciudad con hechos concretos.
Uno de los rasgos citados tal vez se imponga sobre los demás, a riesgo de instalar el terreno de la política acontecimientos que sólo se emparentan con el dolor humano más profundo.
Usemos el ejemplo, temerario pero gráfico, para ilustrar las diferencias.
Cuando en Olavarría acontecían dramas como el de este lunes, donde miles de ciudadanos que no se conocen son atravesados por la misma sensación de vulnerabilidad, impotencia y bronca, que los replica idénticos y los apabulla en procesión interior, Helios Eseverri ocupaba el lugar de referente de contención, de paño de lágrimas pero también de padre de familia.
En el asesinato de un comerciante a manos de delincuentes, en el homicidio de un joven en una cancha a manos de policías, en la inundación por obra de Dios, en la miseria ocasionada por Carlos Menem o en la depresión económica y anímica causada por Fernando de la Rúa , Helios Eseverri aparecía en la escena pública simulando o asimilando la tarea de salvador local, del jefe político que contiene a su gente.
Este lunes, con el Hospital a punto de incendiarse por los familiares y allegados a las víctimas del accidente que, shockeados y doloridos, querían respuestas mínimas del Estado próximo ante la pérdida demencial de sus pibes queridos, José no se animó. No estaba a kilómetros de ese cónclave de deudos sino a 20 metros , en los pasillos de terapia intensiva, pero algo en su interior, algún temor, lo llevó a tomar distancia de ese grupo de olavarrienses atormentados.
Esa tarde noche, por lo que fuera, volvió a distanciarse de su padre el caudillo, el que ponía la cara ante su gente dolorida o enfurecida, y designó en su lugar al fiscal Martín Pizzolo, que le rinde a José Eseverri un trato más parecido al miembro influyente del Consejo de la Magistratura provincial que fue ( ¿o es? ) que al Intendente que es ( ¿o no? ).
Ver a Pizzolo en la escalinata del Hospital tranquilizando a familiares, escuchando aprobaciones ante la detención, fue casi bizarro.
Los fiscales no hacen eso casi nunca y tamaño rol en un funcionario que media hora antes le ladraba ( mal y de fea forma ) a los medios y con tono iracundo les decía que no iba a hablar hasta el día siguiente fue demoledor : estaba atajando la presión que tenía otro destinatario.
A un año sin Helios, José Eseverri se despegó de ese rol pero guarda enorme influencia sobre la principal estructura política nacional, el PJ, en su versión local.
Este lunes, mañana, carradas de afiliaciones nuevas entrarán a la sede partidaria que conduce la diputada provincial Alicia Tabarés.
Probablemente los centenares de mayor peso lleguen desde las cajas que descarguen en Coronel Suárez y 25 de Mayo las huestes de Miguel Santellán : ha movilizado decenas de personas, una parte de ellas impulsadas por la estructuras políticas del Ceco y del Cesso, y otra parte empujadas por su empecinamiento personal en propinarle a Alicia Tabarés un golpe que compense el mazazo de su pase al eseverrismo, el año pasado, dejando al gremialista mercantil en banda.
Santellán coronó una etapa brillante de afiliaciones ( donde apeló a casi todo, como en la guerra ) con una cena en Aoma unificada, ante 50 dirigentes donde se mostró al lado de Alberto Hernández, el otro referente peronista con el que sellaron trato para combatir la conducción de Tabarés en las urnas ( alternativa complicada ), o sentarse a negociar desde una posición de fuerza.
En la cena, armada por los dos referentes de cada grupo – Gonzalo Bagú y Guillermo Santellán - estuvieron Armando Domínguez, el resto de los sindicalistas del Cesso y varios referentes institucionales cercanos.
Ese grupo cree que en la vereda de enfrente se cerrarán Alicia Tabarés y Silly Cura, ambas batallando bajo la referencia de José Eseverri, quien hoy por hoy es la variable central de la definición, como lo fue en estas semanas : un lastre para las afiliaciones que salió a buscar el grupo de Tabarés a los barrios, al tiempo que un facilitador para las fichas que levantaban los “miguelistas” proponiéndose como “ un dique de contención para el avance de José Eseverri dentro del PJ ”.
Fuente: por Marcelo Oliván - Infoeme.com (PUNTO CERO-Infoazuldiario).
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