SAN ISIDRO, Setiembre 26, (PUNTO CERO) Un juzgado sanisidrense condenó a 5 años de prisión al conductor que atropelló a una familia, mató a dos de sus integrantes y dejó a una beba discapacitada, pero seguirá por las calles de Pilar, condenado, pero libre.
“La justicia es lenta”. Esta vez no tanto, para un hecho ocurrido en febrero de 2006, haber llegado a esta instancia comparado con casos similares se puede decir “una buena” para la tan vapuleada señora de la balanza.
“Es lenta pero llega”. Para la familia Bulacio llegó, pero se desvaneció en un instante. Cuesta describir que además de las penas por el hecho mismo, toda una familia que paseaba por una calle en la cual la máxima es de 40 kilómetros, con lomos de burro -una calle de barrio como cualquiera-, cuyos integrantes fueron arrollados por un conductor que no tenía seguro, que uno de ellos fue arrastrado sobre el capot cinco cuadras, que una de la mujeres murió, que una beba de menos de un mes de vida también murió, y que su hermanita gemela quedó discapacitada, tenga que seguir sin entender lo que la justicia dicta.
Porque hoy los integrantes de esa familia a la cual Diego Cubichino les llevó por delante la vida, estuvieron en la sala del Juzgado Correccional 4 de San Isidro. Con respeto, con humildad, con cierto alivio escucharon la enumeración de los artículos por los cuales se condenó al conductor a 5 años de prisión.
También estaba la chiquita que perdió a su hermana gemela y a gran parte de su salud. Todos escucharon que la pena era de “cumplimiento efectivo”, y hasta esperaban el momento para abrazarse con incuestionable alegría, porque así podrían enterrar el hecho y seguir adelante sus vidas. Pero no, no lo pudieron hacer, porque el “transito” que tantas vidas se lleva por día en Argentina no parece ser materia de gravedad para los jueces, que con sólo echar mano a un artículo del Código Procesal de la provincia, pueden hacer que quienes atropellan, matan, y además huyen, paguen con al menos unas horas entre rejas. Es más fácil someter nuevamente a toda una familia al derrotero de los pasillos de la justicia, con un largo camino en Casación.
Quienes sí entienden el mensaje son aquellos que manejan desaprensivamente, aquellos que corren picadas, o cualquier conductor que se ve envuelto en un “accidente”.
Con alcohol en sangre, a altas velocidades, sin parar a ver las consecuencias de su irresponsabilidad al volante, saben que en “tránsito”, como dicen, “no pasa nada”.
Y así es como los responsables máximos en la materia en cada una de las comunas no sabe que a pesar de cierto vacío legal en la provincia (al menos hasta que ésta adhiera a la Ley Nacional una vez que se reglamente), pueden igual reforzar los controles y velar por las velocidades máximas. Porque a veces llueve, otras hace frío, o cualquier excusa que se les ocurra para no cumplir con sus funciones, porque ellos también saben que en “tránsito no pasa nada”.
“La justicia es lenta”. Esta vez no tanto, para un hecho ocurrido en febrero de 2006, haber llegado a esta instancia comparado con casos similares se puede decir “una buena” para la tan vapuleada señora de la balanza.
“Es lenta pero llega”. Para la familia Bulacio llegó, pero se desvaneció en un instante. Cuesta describir que además de las penas por el hecho mismo, toda una familia que paseaba por una calle en la cual la máxima es de 40 kilómetros, con lomos de burro -una calle de barrio como cualquiera-, cuyos integrantes fueron arrollados por un conductor que no tenía seguro, que uno de ellos fue arrastrado sobre el capot cinco cuadras, que una de la mujeres murió, que una beba de menos de un mes de vida también murió, y que su hermanita gemela quedó discapacitada, tenga que seguir sin entender lo que la justicia dicta.
Porque hoy los integrantes de esa familia a la cual Diego Cubichino les llevó por delante la vida, estuvieron en la sala del Juzgado Correccional 4 de San Isidro. Con respeto, con humildad, con cierto alivio escucharon la enumeración de los artículos por los cuales se condenó al conductor a 5 años de prisión.
También estaba la chiquita que perdió a su hermana gemela y a gran parte de su salud. Todos escucharon que la pena era de “cumplimiento efectivo”, y hasta esperaban el momento para abrazarse con incuestionable alegría, porque así podrían enterrar el hecho y seguir adelante sus vidas. Pero no, no lo pudieron hacer, porque el “transito” que tantas vidas se lleva por día en Argentina no parece ser materia de gravedad para los jueces, que con sólo echar mano a un artículo del Código Procesal de la provincia, pueden hacer que quienes atropellan, matan, y además huyen, paguen con al menos unas horas entre rejas. Es más fácil someter nuevamente a toda una familia al derrotero de los pasillos de la justicia, con un largo camino en Casación.
Quienes sí entienden el mensaje son aquellos que manejan desaprensivamente, aquellos que corren picadas, o cualquier conductor que se ve envuelto en un “accidente”.
Con alcohol en sangre, a altas velocidades, sin parar a ver las consecuencias de su irresponsabilidad al volante, saben que en “tránsito”, como dicen, “no pasa nada”.
Y así es como los responsables máximos en la materia en cada una de las comunas no sabe que a pesar de cierto vacío legal en la provincia (al menos hasta que ésta adhiera a la Ley Nacional una vez que se reglamente), pueden igual reforzar los controles y velar por las velocidades máximas. Porque a veces llueve, otras hace frío, o cualquier excusa que se les ocurra para no cumplir con sus funciones, porque ellos también saben que en “tránsito no pasa nada”.
Trate de entenderlo: a Diego Cubichino le aplicaron el máximo de la pena, lo inhabilitaron para conducir por 10 años, pero ahora mismo, si quiere, puede estar conduciendo, porque está libre y así seguirá hasta que quede firme la sentencia. Y si la sentencia queda firme, y es detenido, es muy probable que a las pocas semanas vuelva a las calles. Mire la fotografía que acompaña la nota, y trate de entenderlo. (PUNTO CERO).
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