Finalmente, refinancia su deuda en dólares. Le da el mandato a Merrill Lynch para la renegociación de una deuda de US$ 225 millones.
La Serenísima no se vende. La decisión, de común acuerdo con el fondo Dallpoint representado por Carlos Agote y que ostenta el 33% del grupo, se tomó en las coquetas oficinas de Puerto Madero.
La medida consiste, de acuerdo con el acta de la Asamblea de accionistas a la que tuvo acceso el diario Clarín, en darle mandato a Merrill Lynch para la renegociación de una deuda de US$ 225 millones que los estaba ahogando: harán un canje con una nueva emisión de ON.
La Serenísima facturará este año $2.500 millones y con 4,8 millones de litros diarios procesados, es la principal empresa láctea de la Argentina. Su deuda está expresada en Obligaciones Negociables emitidas en EE.UU. La idea es efectuar una quita, estirar vencimientos y pagar una tasa de interés inferior al 7% anual actual.
"Con una deuda manejable la empresa está protegida", dijeron cerca de Mastellone. También avanzaron en la determinación de profesionalizar el manejo de una compañía acostumbrada a un solo jefe, Pascual Mastellone, con el que muchos mantienen un trato casi reverencial. No se comunicó oficialmente, pero el elegido sería el vice, José Moreno, quien desde hace 30 años secunda en el día a día a Mastellone.
Por el peso de la deuda, La Serenísima fue ofrecida a comienzos de año al socio francés Danone. En ese momento se vio en apuros para afrontar vencimientos de US$ 12 millones cada semestre, 9 millones en intereses y 3 millones por el capital. No hubo fumata en torno al precio y Mastellone volvió a subirse al ring para defender la firma que fundaron sus padres y que cumple 80 años en diez días.
La venta de leche fluida, en polvo, manteca, crema, quesos y dulce de leche son la locomotora que arrastra el negocio de la Serenísima. En 2008, con la crisis y una cotización de la tonelada de leche en polvo que se derrumbó desde US$ 5.000 a US$ 1.800, la firma perdió $267 millones. En 2009 saldrían hechos. La leche en polvo comenzó a recuperarse (US$ 2.800) y el consumo interno, donde va el grueso de su producción, se despertó para situarse en el nivel del año pasado.
La Serenísima no se vende. La decisión, de común acuerdo con el fondo Dallpoint representado por Carlos Agote y que ostenta el 33% del grupo, se tomó en las coquetas oficinas de Puerto Madero.
La medida consiste, de acuerdo con el acta de la Asamblea de accionistas a la que tuvo acceso el diario Clarín, en darle mandato a Merrill Lynch para la renegociación de una deuda de US$ 225 millones que los estaba ahogando: harán un canje con una nueva emisión de ON.
La Serenísima facturará este año $2.500 millones y con 4,8 millones de litros diarios procesados, es la principal empresa láctea de la Argentina. Su deuda está expresada en Obligaciones Negociables emitidas en EE.UU. La idea es efectuar una quita, estirar vencimientos y pagar una tasa de interés inferior al 7% anual actual.
"Con una deuda manejable la empresa está protegida", dijeron cerca de Mastellone. También avanzaron en la determinación de profesionalizar el manejo de una compañía acostumbrada a un solo jefe, Pascual Mastellone, con el que muchos mantienen un trato casi reverencial. No se comunicó oficialmente, pero el elegido sería el vice, José Moreno, quien desde hace 30 años secunda en el día a día a Mastellone.
Por el peso de la deuda, La Serenísima fue ofrecida a comienzos de año al socio francés Danone. En ese momento se vio en apuros para afrontar vencimientos de US$ 12 millones cada semestre, 9 millones en intereses y 3 millones por el capital. No hubo fumata en torno al precio y Mastellone volvió a subirse al ring para defender la firma que fundaron sus padres y que cumple 80 años en diez días.
La venta de leche fluida, en polvo, manteca, crema, quesos y dulce de leche son la locomotora que arrastra el negocio de la Serenísima. En 2008, con la crisis y una cotización de la tonelada de leche en polvo que se derrumbó desde US$ 5.000 a US$ 1.800, la firma perdió $267 millones. En 2009 saldrían hechos. La leche en polvo comenzó a recuperarse (US$ 2.800) y el consumo interno, donde va el grueso de su producción, se despertó para situarse en el nivel del año pasado.
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