El titular de la UCR, Ernesto Sanz, consideró que el candidato presidencial del partido "es muy cerrado". Y, por si hiciera falta, aclaró: "No tengo una buena relación con Alfonsín, las diferencias son muy profundas". La estrategia para despegarse de una posible derrota y su relación con Franciso De Narváez.
A poco de asumir nuevamente la conducción de la Unión Cívica Radical -tras su aventura como precandidato presidencial impulsada por el Grupo Techint-, Ernesto Sanz comenzó su estrategia para posicionarse para el pos-alfonsinismo y acaso para iniciar una apresurada carrera hacia los comicios del 2015.
El primer paso del senador radical es mostrar una distancia con el actual postulante del partido, a quien ubicará como el principal responsable de una posible derrota electoral en octubre. Es que Sanz no piensa que el radicalismo esté en condiciones de forzar una segunda vuelta. "Hay razones para creer que la candidatura de la Presidenta está sólida", dijo sobre Cristina Kirchner.
Pero también disparó directamente contra la táctica que aplica Alfonsin en la campaña. Sanz acusa al kirchnerismo de ejercer el poder a través de "un sistema de decisión que se maneja con tres herramientas poderosas y perversas: mucha plata, mucha discrecionalidad y la ausencia total de control". Por eso, dijo no comprender por qué no se utiliza un discurso más duro para enfrentarlo.
En ese sentido, el senador incluso se burló de las "expresiones celestiales, de buenos deseos", que utiliza Alfonsin. "Ese poder no se enfrenta con nada de Rousseau o las emocionantes proclamas de la Revolución Francesa. Con eso no se derrota al kirchnerismo. Si nos creemos eso, mejor dedicarnos al billar o al ta-te-ti. Se lo enfrenta y se le gana con ideas concretas", disparó.
Con algunos -pocos- destellos de diplomacia, avisó que desde la conducción del partido aportará para ganar las elecciones. Pero rápidamente volvió a golpear: "El alfonsinismo es muy cerrado para mi gusto. Aunque ya encontraremos los espacios para ampliar las posibilidades de trabajar juntos".
Por si hiciera falta, aclaró que no conversa regularmente con Alfonsín. "No tengo una buena relación. Tengo dificultades desde siempre. Se mantienen y se mantendrán. Las dificultades son muchas y muy profundas. Pero anteponemos nuestra lealtad al partido. No hace falta que seamos amigos para estar en el mismo barco", manifestó.
Uno de los cuestionamientos más fuertes que plantea el dirigente mendocino es la poca ambición de poder que tiene gran parte de la dirigencia de su fuerza política. "En el partido hay muchos correligionarios sin esa vocación, o con una vocación de poder puramente testimonial", dijo.
En ese sentido, Sanz recordó que, cuando lanzó su precandidatura, fue el primero en defender la necesidad de una "pata peronista" para la Provincia de Buenos Aires, una decisión prágmatica que fue muy discutida internamente. "En ese momento, fueron pocos los que me escucharon", recordó.
El titular del partido intuye que luego de una posible derrota en octubre, su armado necesitará del acompañamiento del dirigente peronista que en 2009 logró derrotar a Néstor Kirchner. Por eso, a pesar de su encono con Alfonsin, rescata el valor de De Narváez.
"Es la crónica de un acuerdo obligado, necesario desde el momento en que Ricardo Alfonsín fue por la candidatura a presidente y dejó a Buenos Aires con una gran vacancia que no se cubre con discursos. Se cubre con votos. Yo pregoné en el desierto en relación a la necesidad de acordar con él", concluyó. (La Política OnLine).
A poco de asumir nuevamente la conducción de la Unión Cívica Radical -tras su aventura como precandidato presidencial impulsada por el Grupo Techint-, Ernesto Sanz comenzó su estrategia para posicionarse para el pos-alfonsinismo y acaso para iniciar una apresurada carrera hacia los comicios del 2015.
El primer paso del senador radical es mostrar una distancia con el actual postulante del partido, a quien ubicará como el principal responsable de una posible derrota electoral en octubre. Es que Sanz no piensa que el radicalismo esté en condiciones de forzar una segunda vuelta. "Hay razones para creer que la candidatura de la Presidenta está sólida", dijo sobre Cristina Kirchner.
Pero también disparó directamente contra la táctica que aplica Alfonsin en la campaña. Sanz acusa al kirchnerismo de ejercer el poder a través de "un sistema de decisión que se maneja con tres herramientas poderosas y perversas: mucha plata, mucha discrecionalidad y la ausencia total de control". Por eso, dijo no comprender por qué no se utiliza un discurso más duro para enfrentarlo.
En ese sentido, el senador incluso se burló de las "expresiones celestiales, de buenos deseos", que utiliza Alfonsin. "Ese poder no se enfrenta con nada de Rousseau o las emocionantes proclamas de la Revolución Francesa. Con eso no se derrota al kirchnerismo. Si nos creemos eso, mejor dedicarnos al billar o al ta-te-ti. Se lo enfrenta y se le gana con ideas concretas", disparó.
Con algunos -pocos- destellos de diplomacia, avisó que desde la conducción del partido aportará para ganar las elecciones. Pero rápidamente volvió a golpear: "El alfonsinismo es muy cerrado para mi gusto. Aunque ya encontraremos los espacios para ampliar las posibilidades de trabajar juntos".
Por si hiciera falta, aclaró que no conversa regularmente con Alfonsín. "No tengo una buena relación. Tengo dificultades desde siempre. Se mantienen y se mantendrán. Las dificultades son muchas y muy profundas. Pero anteponemos nuestra lealtad al partido. No hace falta que seamos amigos para estar en el mismo barco", manifestó.
Uno de los cuestionamientos más fuertes que plantea el dirigente mendocino es la poca ambición de poder que tiene gran parte de la dirigencia de su fuerza política. "En el partido hay muchos correligionarios sin esa vocación, o con una vocación de poder puramente testimonial", dijo.
En ese sentido, Sanz recordó que, cuando lanzó su precandidatura, fue el primero en defender la necesidad de una "pata peronista" para la Provincia de Buenos Aires, una decisión prágmatica que fue muy discutida internamente. "En ese momento, fueron pocos los que me escucharon", recordó.
El titular del partido intuye que luego de una posible derrota en octubre, su armado necesitará del acompañamiento del dirigente peronista que en 2009 logró derrotar a Néstor Kirchner. Por eso, a pesar de su encono con Alfonsin, rescata el valor de De Narváez.
"Es la crónica de un acuerdo obligado, necesario desde el momento en que Ricardo Alfonsín fue por la candidatura a presidente y dejó a Buenos Aires con una gran vacancia que no se cubre con discursos. Se cubre con votos. Yo pregoné en el desierto en relación a la necesidad de acordar con él", concluyó. (La Política OnLine).
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