Los ingresos del país, dicho con más precisión, la riqueza que produce anualmente el trabajo de los argentinos, se distribuye entre: a) el Estado patológico; b) la corporación sindical investigada judicialmente; c) los ricos asociados a gobernantes; d) los ricos por su esfuerzo, creatividad y dones naturales y e) en el resto de la población que se viene empobreciendo desde hace 67 años y que hoy, un alto porcentaje vive en la indigencia.
El sector privado, los ricos por su esfuerzo y los empobrecidos, reciben lo que queda de la riqueza después de la expoliación por el Estado, sus funcionarios, la corporación sindical y los socios de los gobernantes.
El Estado argentino está destrozado; es enfermo, ineficiente y sin control. Es un barril sin fondo, dilapida la riqueza del pueblo, está penetrado de corrupción, crea empresas estatales deficitarias con malos servicios y contrata obras públicas no prioritarias, con sobreprecios. La corporación sindical es un Estado dentro del Estado nacional, recibiendo ingentes fondos del gobierno y de los trabajadores, que los dilapida. Los socios de gobernantes son una cadena de corrupción masiva que se autoprotege. Ese latrocinio mas el fraude electoral de los subsidios y su corrupción, supera ampliamente los $200.000 millones anuales. La ciudadanía debe denunciar los corruptos, la pasividad judicial, y recuperar lo robado, porque el Gobierno no lo hará.
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