LA PLATA, Marzo 08, (PUNTO CERO-La Política OnLIne) El gobernador bonaerense, Felipe Solá, se lo confesó a uno de sus voceros y usual confidente cuando la realidad le indica que la situación le es adversa: "Estoy atado, quiero terminar de la mejor forma pero aparecen trabas todo el tiempo, y no tengo como salir".
Textualmente, concluyó luego diciendo: "Pensé que estos meses iban a ser tranquilos, que el gobierno quería una trancisión ordenada, pero se esta yendo todo de las manos".
Quienes lo conocen aseguran -e insisten- en que el mandatario provincial esta "desencajado". La reciente disputa por el aumento docente terminó de crispar sus ánimos, aunque confiesan que "ya no pierde el tiempo, y al presidente no le dice nada".
La renuncia del ministro de Economía provincial, Gerardo Otero, encendió una nueva luz de alerta para el gobernador bonaerense. Otero -aunque ahora trate de marcar distancia- era un hombre de su máxima confianza, uno de sus colaboradores más cercanos y alguien que, según su propia definición, venía "piloteando muy bien el déficit que tenemos".
Cuando supo de la renuncia de Otero, solo atinó a decirle: "Esta muy bien, te entiendo".
Solà esta convencido que el aumento docente lanzado por el ministro de Educación, Daniel Filmus, fue "excesivo" y además arriesga ante sus pares que "si Nación no nos baja dinero, en un mes tenemos paro de nuevo".
Desde la dimisión de su ministro, el gobernador hizo esfuerzos por marcar distancia con Otero y ponerse del lado de la Casa Rosada. Apeló una y otra a vez a decir que el ex ministro tenía "diferencias con la Nación" pero no se atrevió a admitir que él mismo, horas después de la salida de Otero le rezongó telefónicamente al jefe de Gabinete, Alberto Fernández por esta situación.
"Ustedes hagan los anuncios que quieran, pero no vamos a poder cumplir Alberto", le dijo indignado Solá, quien trató en vano durante todo el fin de semana de dialogar con el presidente Kirchner, que se negó una y otra vez a atenderlo en su descanso apacible en El Calafate.
Hoy Solà ve como el poder se le va de sus manos. Y teme que su gestión termine empañada y eso le determine un futuro político opaco. "Si esto sigue asi, no lo van a votar ni para compañero de banco", razonó una de las fuentes de la gobernación a este medio.
Cuando se produjo la liberación del presunto secuestrado, Luís Gerez, Solà reunió a todo su gabinete y los instó a trabajar sin pausa y a rendirles cuentas todas las semanas. "Tenemos que hacer un año de gestión y mucho trabajo", les explicó en uno de sus encuentros semanales.
Ese era el acuerdo entre el primer mandatario y el gobernador. Entregarle al vicepresidente Daniel Scioli una provincia "lo más ordenada posible" y con mucha obra pública en marcha.
Sin embargo, el correr de los meses esta determinando que la trancisión sea cada vez más complicada, y mientras tanto el sueño de la vicepresidencia es cada vez más lejano.
Respecto a los números, la situación es tan delicada como la política. Cuando desembarque en el despacho principal del Palacio de Hacienda, el sucesor de Otero no encontrará un panorama muy alentador: Este año el desequilibrio entre ingresos y egresos del Estado provincial será altísimo. El presupuesto prevé un déficit fiscal de 1.600 millones de pesos, pero el responsable de la cartera económica deberá conseguir otros 2.855 millones para cubrir vencimientos de capital de la deuda provincial, que en diciembre pasado alcanzaba los 33.327 mil millones de pesos.
Textualmente, concluyó luego diciendo: "Pensé que estos meses iban a ser tranquilos, que el gobierno quería una trancisión ordenada, pero se esta yendo todo de las manos".
Quienes lo conocen aseguran -e insisten- en que el mandatario provincial esta "desencajado". La reciente disputa por el aumento docente terminó de crispar sus ánimos, aunque confiesan que "ya no pierde el tiempo, y al presidente no le dice nada".
La renuncia del ministro de Economía provincial, Gerardo Otero, encendió una nueva luz de alerta para el gobernador bonaerense. Otero -aunque ahora trate de marcar distancia- era un hombre de su máxima confianza, uno de sus colaboradores más cercanos y alguien que, según su propia definición, venía "piloteando muy bien el déficit que tenemos".
Cuando supo de la renuncia de Otero, solo atinó a decirle: "Esta muy bien, te entiendo".
Solà esta convencido que el aumento docente lanzado por el ministro de Educación, Daniel Filmus, fue "excesivo" y además arriesga ante sus pares que "si Nación no nos baja dinero, en un mes tenemos paro de nuevo".
Desde la dimisión de su ministro, el gobernador hizo esfuerzos por marcar distancia con Otero y ponerse del lado de la Casa Rosada. Apeló una y otra a vez a decir que el ex ministro tenía "diferencias con la Nación" pero no se atrevió a admitir que él mismo, horas después de la salida de Otero le rezongó telefónicamente al jefe de Gabinete, Alberto Fernández por esta situación.
"Ustedes hagan los anuncios que quieran, pero no vamos a poder cumplir Alberto", le dijo indignado Solá, quien trató en vano durante todo el fin de semana de dialogar con el presidente Kirchner, que se negó una y otra vez a atenderlo en su descanso apacible en El Calafate.
Hoy Solà ve como el poder se le va de sus manos. Y teme que su gestión termine empañada y eso le determine un futuro político opaco. "Si esto sigue asi, no lo van a votar ni para compañero de banco", razonó una de las fuentes de la gobernación a este medio.
Cuando se produjo la liberación del presunto secuestrado, Luís Gerez, Solà reunió a todo su gabinete y los instó a trabajar sin pausa y a rendirles cuentas todas las semanas. "Tenemos que hacer un año de gestión y mucho trabajo", les explicó en uno de sus encuentros semanales.
Ese era el acuerdo entre el primer mandatario y el gobernador. Entregarle al vicepresidente Daniel Scioli una provincia "lo más ordenada posible" y con mucha obra pública en marcha.
Sin embargo, el correr de los meses esta determinando que la trancisión sea cada vez más complicada, y mientras tanto el sueño de la vicepresidencia es cada vez más lejano.
Respecto a los números, la situación es tan delicada como la política. Cuando desembarque en el despacho principal del Palacio de Hacienda, el sucesor de Otero no encontrará un panorama muy alentador: Este año el desequilibrio entre ingresos y egresos del Estado provincial será altísimo. El presupuesto prevé un déficit fiscal de 1.600 millones de pesos, pero el responsable de la cartera económica deberá conseguir otros 2.855 millones para cubrir vencimientos de capital de la deuda provincial, que en diciembre pasado alcanzaba los 33.327 mil millones de pesos.
De los 4.455 millones necesarios para atender todas estas demandas, una pequeña parte será solventada con bonos que serían colocados en el mercado internacional, pero el grueso debería ser cubierto con préstamos del gobierno de Néstor Kirchner, a través del Programa de Asistencia Financiera. (PUNTO CERO-La Política OnLIne).
No hay comentarios.:
Publicar un comentario