La histórica casona de Rivera Indarte 48, Acassuso, en cuyos jardines Juan Martín de Pueyrredón y el general José de San Martín esbozaron la campaña independentista de esta parte de América, incorpora a su patrimonio tres piezas que una vecina de San Isidro cede en préstamo por los siguientes 8 años.
Después de colaborar en la restauración del Museo, el especialista Sergio Medrano ha sido designado nuevamente para intervenir estas piezas que el Museo incorpora a su colección. Los criterios de intervención serán los mismos utilizados anteriormente y el tiempo de ejecución será acorde a los tiempos que los tratamientos empleados requieran; se calcula que los trabajos se realizarán en un plazo no mayor de dos meses.
Luego de ese tiempo las piezas serán exhibidas dentro de la puesta permanente del Museo respetando los criterios de seguridad y conservación que el Museo ha adoptado para toda su colección.
A continuación se detallan las nuevas piezas que podrán visitarse:
San Antonio
Fue un santo de gran devoción, que formó parte de las misiones jesuíticas en Villarrica, Paraguay. La figura presenta los atributos de la orden franciscana (tonsura de fraile, hábito, túnica y cordón).
Tallada en madera, la pieza resulta de gran valor patrimonial por su óptimo estado de conservación y por poseer elementos de gran particularidad.
Se destacan sus proporciones y la policromía original de la túnica, de un color azul verdoso, tonalidad característica del siglo XVIII.
La figura se encuentra de pie, levemente inclinada hacia delante. Este movimiento contrasta con el hieratismo de las imágenes más tempranas y lo acerca, por lo menos en su intención, a la imaginería culta del periodo barroco.
Virgen de los Dolores
Se trata de una típica imagen de devoción privada presuntamente importada de Europa. Realizada en madera policromada, esta imagen con corona y corazón de plata tiene una altura de 45 cm y data del año 1850.
Siete puñales en el corazón y expresión de dolor en el rostro, son algunos de los elementos característicos de esta Virgen, que remiten al cumplimiento de las dolorosas profecías que le hiciera Simón, en la Pasión de su Hijo.
Hornacina
Fue confeccionada en 1860, en Argentina, de madera tallada y pintada en parte; vidrio. Pieza dedicada a la devoción de los Sagrados Corazones de Jesús y María que se condice con la imagen de la Virgen Dolorosa. El despliegue y exuberancia en la ornamentación del tallado responde al estilo de mobiliario neorrococó, propio de la segunda mitad del siglo XIX.
*Aportes de María Elisa Gil Elizalde y Marco Di Paolo
Vecina de San Isidro, María Elisa Gil Elizalde es quien donó estas piezas. Creció viendo estas imágenes, entre muchas otras, en el oratorio familiar de sus abuelos en el barrio de Belgrano. Por el lado materno, su familia se encuentra relacionada con la familia Alegre Alarcón de Villarrica, Paraguay. Según sus antepasados, la imagen del San Antonio perteneció a la Catedral de Villarrica. Cuando sucede la expulsión de los jesuitas de América, a fines del siglo XVIII, los monjes se encargaron de repartir las imágenes entre los feligreses a modo de resguardo. A los Alegre Alarcón les tocó en suerte este San Antonio que nunca abandonó la familia hasta llegar a manos de Elisa, quien hoy realiza el préstamo por 8 años al Museo Pueyrredón.
Por otra parte, el arquitecto Marco Di Paolo, también vecino de San Isidro; vivió toda su infancia en la calle Rivera Indarte y todavía recuerda las tardes que pasó con amigos jugando en los jardines del Museo Pueyrredón. Interesado en las artes, es el patrocinador del Salón de Otoño de la Dirección General de Cultura de la Municipalidad de San Isidro, llamado Roberto Di Paolo en honor a su padre. Marco acompañó también a la Municipalidad de San Isidro en la restauración de las imágenes religiosas patrimonio del Museo, y es quien aporta los fondos para intervenir las imágenes que Elisa dona para que éstas luzcan en todo su esplendor.
A ambos vecinos la comunidad toda les agradece su compromiso y su generosidad.
Trabajos anteriores / Criterio de intervención
Dentro del marco de las tareas de puesta en valor del Museo Pueyrredón que comenzaron en el año 2007, se trabajó especialmente en la restauración de la colección de imágenes religiosas. Estas piezas representan uno de los pilares fundamentales del patrimonio artístico del Museo no solo por su considerable cantidad sino por la variedad y estado de conservación de las mismas.
Las mismas fueron donadas en un alto porcentaje durante la gestión del Presbítero Francisco C. Actis, primer director del Museo, y son en su mayoría tallas en madera e imágenes de vestir de devoción privada. Se pueden ubicar cronológicamente en el periodo que va de principios del siglo XVIII hasta fines del siglo XIX, siendo algunas de ellas presuntamente producidas en el Alto Perú y en las misiones jesuíticas y franciscanas del litoral de nuestro país. A partir de las mismas es posible estudiar no sólo los aspectos que hacen a su producción y circulación sino también los cambios que se producen en los hábitos religiosos de una sociedad que pasa de ser colonia a república independiente.
El criterio empleado para la restauración de las imágenes fue el de “mínima intervención”, buscando en una primera etapa la estabilidad y mejor lectura de la obra, y en una segunda etapa una intervención más profunda siempre y cuando los resultados de los estudios efectuados a estas constaten que es viable su realización.
En este sentido los criterios de intervención que el Museo ha adoptado –no solo en relación a las imágenes religiosas- apuntan a satisfacer la lectura de un público general y a colaborar con una comunidad profesional para los cuales estas piezas representan su objeto de estudio.
Los trabajos de restauración realizados durante el año 2009, que incluyeron la intervención de catorce piezas, fueron realizados por el experto en restauración de imágenes religiosas Sergio Medrano, actualmente integrante del equipo de Restauración del taller TAREA (Centro de Investigación y Restauración de la Universidad de San Martín).
Estos trabajos no podrían haberse llevado a cabo sin el valioso aporte económico del arquitecto Marco Di Paolo y de la Municipalidad de San Isidro.
Después de colaborar en la restauración del Museo, el especialista Sergio Medrano ha sido designado nuevamente para intervenir estas piezas que el Museo incorpora a su colección. Los criterios de intervención serán los mismos utilizados anteriormente y el tiempo de ejecución será acorde a los tiempos que los tratamientos empleados requieran; se calcula que los trabajos se realizarán en un plazo no mayor de dos meses.
Luego de ese tiempo las piezas serán exhibidas dentro de la puesta permanente del Museo respetando los criterios de seguridad y conservación que el Museo ha adoptado para toda su colección.
A continuación se detallan las nuevas piezas que podrán visitarse:
San Antonio
Fue un santo de gran devoción, que formó parte de las misiones jesuíticas en Villarrica, Paraguay. La figura presenta los atributos de la orden franciscana (tonsura de fraile, hábito, túnica y cordón).
Tallada en madera, la pieza resulta de gran valor patrimonial por su óptimo estado de conservación y por poseer elementos de gran particularidad.
Se destacan sus proporciones y la policromía original de la túnica, de un color azul verdoso, tonalidad característica del siglo XVIII.
La figura se encuentra de pie, levemente inclinada hacia delante. Este movimiento contrasta con el hieratismo de las imágenes más tempranas y lo acerca, por lo menos en su intención, a la imaginería culta del periodo barroco.
Virgen de los Dolores
Se trata de una típica imagen de devoción privada presuntamente importada de Europa. Realizada en madera policromada, esta imagen con corona y corazón de plata tiene una altura de 45 cm y data del año 1850.
Siete puñales en el corazón y expresión de dolor en el rostro, son algunos de los elementos característicos de esta Virgen, que remiten al cumplimiento de las dolorosas profecías que le hiciera Simón, en la Pasión de su Hijo.
Hornacina
Fue confeccionada en 1860, en Argentina, de madera tallada y pintada en parte; vidrio. Pieza dedicada a la devoción de los Sagrados Corazones de Jesús y María que se condice con la imagen de la Virgen Dolorosa. El despliegue y exuberancia en la ornamentación del tallado responde al estilo de mobiliario neorrococó, propio de la segunda mitad del siglo XIX.
*Aportes de María Elisa Gil Elizalde y Marco Di Paolo
Vecina de San Isidro, María Elisa Gil Elizalde es quien donó estas piezas. Creció viendo estas imágenes, entre muchas otras, en el oratorio familiar de sus abuelos en el barrio de Belgrano. Por el lado materno, su familia se encuentra relacionada con la familia Alegre Alarcón de Villarrica, Paraguay. Según sus antepasados, la imagen del San Antonio perteneció a la Catedral de Villarrica. Cuando sucede la expulsión de los jesuitas de América, a fines del siglo XVIII, los monjes se encargaron de repartir las imágenes entre los feligreses a modo de resguardo. A los Alegre Alarcón les tocó en suerte este San Antonio que nunca abandonó la familia hasta llegar a manos de Elisa, quien hoy realiza el préstamo por 8 años al Museo Pueyrredón.
Por otra parte, el arquitecto Marco Di Paolo, también vecino de San Isidro; vivió toda su infancia en la calle Rivera Indarte y todavía recuerda las tardes que pasó con amigos jugando en los jardines del Museo Pueyrredón. Interesado en las artes, es el patrocinador del Salón de Otoño de la Dirección General de Cultura de la Municipalidad de San Isidro, llamado Roberto Di Paolo en honor a su padre. Marco acompañó también a la Municipalidad de San Isidro en la restauración de las imágenes religiosas patrimonio del Museo, y es quien aporta los fondos para intervenir las imágenes que Elisa dona para que éstas luzcan en todo su esplendor.
A ambos vecinos la comunidad toda les agradece su compromiso y su generosidad.
Trabajos anteriores / Criterio de intervención
Dentro del marco de las tareas de puesta en valor del Museo Pueyrredón que comenzaron en el año 2007, se trabajó especialmente en la restauración de la colección de imágenes religiosas. Estas piezas representan uno de los pilares fundamentales del patrimonio artístico del Museo no solo por su considerable cantidad sino por la variedad y estado de conservación de las mismas.
Las mismas fueron donadas en un alto porcentaje durante la gestión del Presbítero Francisco C. Actis, primer director del Museo, y son en su mayoría tallas en madera e imágenes de vestir de devoción privada. Se pueden ubicar cronológicamente en el periodo que va de principios del siglo XVIII hasta fines del siglo XIX, siendo algunas de ellas presuntamente producidas en el Alto Perú y en las misiones jesuíticas y franciscanas del litoral de nuestro país. A partir de las mismas es posible estudiar no sólo los aspectos que hacen a su producción y circulación sino también los cambios que se producen en los hábitos religiosos de una sociedad que pasa de ser colonia a república independiente.
El criterio empleado para la restauración de las imágenes fue el de “mínima intervención”, buscando en una primera etapa la estabilidad y mejor lectura de la obra, y en una segunda etapa una intervención más profunda siempre y cuando los resultados de los estudios efectuados a estas constaten que es viable su realización.
En este sentido los criterios de intervención que el Museo ha adoptado –no solo en relación a las imágenes religiosas- apuntan a satisfacer la lectura de un público general y a colaborar con una comunidad profesional para los cuales estas piezas representan su objeto de estudio.
Los trabajos de restauración realizados durante el año 2009, que incluyeron la intervención de catorce piezas, fueron realizados por el experto en restauración de imágenes religiosas Sergio Medrano, actualmente integrante del equipo de Restauración del taller TAREA (Centro de Investigación y Restauración de la Universidad de San Martín).
Estos trabajos no podrían haberse llevado a cabo sin el valioso aporte económico del arquitecto Marco Di Paolo y de la Municipalidad de San Isidro.
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