(La Política OnLine). El ex presidente alienta a espacios alternativos a participar de una interna abierta con los jefes comunales del peronismo bonaerense, para evitar que alguno apoye por lo bajo al peronismo disidente. Confía en dominar el Congreso del PJ para sumarlo a un Frente con todos sus aliados. El Movimiento de Unidad Popular (MUP), a través de Oscar Parrilli, y Madres de Plaza de Mayo, son dos espacios K que ya intiman a los mandatarios, acobardados también por la sombra de Hugo Moyano.
sta vez no habrá traición que no se pague caro, habrá pensado Néstor Kirchner cuando diagramó la estrategia electoral para llegar a octubre de 2011 con posibilidades de ganar la elección presidencial.
Y en la ruta que diseñó, que tiene como marco legal la reforma política aprobada en el Congreso y aun por reglamentarse, el intendente que no acepte aliados K en sus listas u ose apadrinar una nómina del peronismo disidente tendrá, como mínimo, un rival apadrinado por Kirchner dispuesto a poner en riesgo su continuidad.
Para eso ya trabajan sin prisa y sin pausa movimientos cercanos a la Casa Rosada, algunos de fuerte ligazón con militancia de base como el Movimiento de Unidad Popular (MUP) y el Movimiento Evita. Otros son una marca registrada como Madres de Plaza de Mayo o Hugo Moyano y sus aliados de la Corriente Sindical Peronista, que reavivaron el Movimiento de Trabajadores Argentinos que combatió a la conducción cegetista en los noventa.
Kirchner quiere que todos estos sectores confluyan en un frente con el PJ similar al que compitió en las generales, al que se agreguen partidos chicos que pueden servir para sumar referentes sin espacio definido. Pero pretende que, esta vez, todos antes definan candidaturas en una interna.
Para eso en la Casa Rosada confían en dominar los dos tercios de los 900 congresales del PJ bonaerense para habilitar al partido a integrar un nuevo frente. Enterado, Eduardo Duhalde y Gerónimo “Momo” Venegas, viejos lobos de internas, ya empezaron a puntear a esos dirigentes en busca de aliados.
Sin mucho bullicio, los movimientos K comenzaron a advertirle a los intendentes que si alguno se aleja del kirchnerismo tendrá un rival local apadrinado por Kirchner y, tal vez, con la sigla PJ en su poder.
“Si les dividimos el voto no vamos a ganar nosotros pero muchos intendentes van a perder”, explicó a LPO uno de los militantes K que levanta unidades básicas en el conurbano.
En la lista de posibles derrotados anotan a Hugo Curto, de Tres de Febrero; y a Fernando Gray, de Esteban Echeverría, dos perfiles distintos pero acusados por igual de rehusarse a abrir sus administraciones a militantes enviados desde la Casa Rosada.
Por adentro y por afuera
El contrapeso a los intendentes irá por dos vías: algunos sectores harán un primer intento para sumarse a las estructuras locales del PJ, mientras que otros esperarán la conformación de un Frente para que ver que lugar tienen.
Entres los primeros se destaca el ascendente Movimiento de Unidad Popular (MUP), un polo de agrupaciones piqueteras creado en La Plata a fines de los noventa. Uno de sus fundadores fue Federico Martelli, quien en 2004 se sumó al Gobierno y ahora es Director de Comunicación en Red del ministerio de Desarrollo Social de la Nación, desde donde mantiene diálogo directo con el secretario general de la presidencia, Oscar Parrilli, principal nexo entre las organizaciones sociales y Néstor Kirchner.
Tras las elecciones y mientras muchos intendentes intentaban despegarse de Kirchner, el MUP acrecentó su presencia en el conurbano y en varias provincias, aunque no en todos lados fue bien recibido.
Así, mientras consolidó su presencia en el peronismo de Florencio Varela y de General Rodríguez, al Mup le cerraron la puerta en las unidades básicas de La Matanza, donde el ahora convaleciente vicegobernador Alberto Balestrini no estaba dispuesto a aceptar nuevos amigos.
En ese distrito tampoco pudo hacer pie Madres de Plaza de Mayo, que golpea puertas en los pejotas del conurbano a través de los obreros que trabajan en los ambiciosos planes de viviendas que desarrolla su Fundación, siempre con dinero fresco de la Casa Rosada, a quines instan a afiliarse al PJ.
El principal operador político de Madres es Sergio Schoklender, también apoderado de la Fundación, quien en represalia al destrato del peronismo matancero comenzó a recorrer ese distrito con el empresario frigorífico de La Matanza Ricardo Bruzzese, coordinador de la agrupación bases peronistas de la provincia de Buenos Aires.
Además, la titular de Madres Hebe de Bonafini no tiene intermediario para hablar con Néstor y Cristina Kirchner, quienes el 21 de septiembre recibirán en Olivos a los más de 10 mil constructores de todo el país. Para esa fecha, los intendentes que hayan desistido de recibirlos confirmarán que sumaron enemigos a su interna.
Por su peso, Moyano apuesta a una negociación de cúpulas. Fomenta a sus gremios afines a multiplicar los afiliados al PJ, con intención de mostrar fuerza en una interna bonaerense, donde, dice en los mítines sindicales, está dispuesto a pelear por la Gobernación. Su bronca es también con los intendentes, a quienes acusa de haber vaciado los parlamentos de representantes sindicales.
Para eso recorre los distritos presentando su Corriente Sindical Peronista, también con base en todo el país. A esa línea la apoya el Movimiento Evita, cuyo líder, Emilio Pérsico, con cargo en el PJ nacional, fue el mayor beneficiado en el reparto de los planes Argentina Trabaja, de donde quedaron afuera otras organizaciones sociales como la Federación de Tierra y Vivienda de Luis D'Elía.
En respuesta, organizó el multitudinario acto del 11 de marzo en Ferro, donde confluyeron sindicatos y movimientos sociales para aplaudir a Kirchner y mostrar su poderío paralelo a la estructura orgánica del PJ.
Cada uno por su lado, al menos por ahora, pero todos con la venia de la Casa Rosada, el Mup, Moyano y Bonafini amenazan con restarle votos a los intendentes para que, al menos, piensen dos veces antes de ceder a las plegarias de Francisco De Narváez, quien los sondea una y otra vez con la repetida frase “nuestro límite es Néstor y Cristina".
Los tres sectores creen que, en su afán de llegar al 40% de los votos en primera vuelta, Kirchner no romperá formalmente relaciones con ningún jefe comunal revoltoso y hasta confían en beneficiarse con la recuperación de algunos rebeldes como Pablo Bruera (La Plata) y Sergio Massa (Tigre).
De hecho, Madres acordó construcciones en las dos comunas, el Mup tuvo hasta el año pasado funcionarios afines en la administración platense y Moyano conserva una relación cordial con el ex jefe de Gabinete.
Al mundo K de la provincia se agregan Edgardo Depetri, del Frente Transversal (quien nunca aceptó volver al PJ), el Polo Social del intendente de Quilmes Francisco Gutiérrez (en los papeles, todavía titular del PJ de Quilmes), el Frente Grande de Diana Conti y Eduardo Sigal (un sello testimonial, pero que tiene en todo en regla para ponerse al servicio de la causa) y fuerzas menores como el Partido Intransigente, cuyas siglas también estarán al servicio del Gobierno. Estos nombres sí irían directamente a una interna del Frente, al menos para discutir lugares con los intendentes quienes todavía aplaudan a Kirchner.
Mauricio Cantando
sta vez no habrá traición que no se pague caro, habrá pensado Néstor Kirchner cuando diagramó la estrategia electoral para llegar a octubre de 2011 con posibilidades de ganar la elección presidencial.
Y en la ruta que diseñó, que tiene como marco legal la reforma política aprobada en el Congreso y aun por reglamentarse, el intendente que no acepte aliados K en sus listas u ose apadrinar una nómina del peronismo disidente tendrá, como mínimo, un rival apadrinado por Kirchner dispuesto a poner en riesgo su continuidad.
Para eso ya trabajan sin prisa y sin pausa movimientos cercanos a la Casa Rosada, algunos de fuerte ligazón con militancia de base como el Movimiento de Unidad Popular (MUP) y el Movimiento Evita. Otros son una marca registrada como Madres de Plaza de Mayo o Hugo Moyano y sus aliados de la Corriente Sindical Peronista, que reavivaron el Movimiento de Trabajadores Argentinos que combatió a la conducción cegetista en los noventa.
Kirchner quiere que todos estos sectores confluyan en un frente con el PJ similar al que compitió en las generales, al que se agreguen partidos chicos que pueden servir para sumar referentes sin espacio definido. Pero pretende que, esta vez, todos antes definan candidaturas en una interna.
Para eso en la Casa Rosada confían en dominar los dos tercios de los 900 congresales del PJ bonaerense para habilitar al partido a integrar un nuevo frente. Enterado, Eduardo Duhalde y Gerónimo “Momo” Venegas, viejos lobos de internas, ya empezaron a puntear a esos dirigentes en busca de aliados.
Sin mucho bullicio, los movimientos K comenzaron a advertirle a los intendentes que si alguno se aleja del kirchnerismo tendrá un rival local apadrinado por Kirchner y, tal vez, con la sigla PJ en su poder.
“Si les dividimos el voto no vamos a ganar nosotros pero muchos intendentes van a perder”, explicó a LPO uno de los militantes K que levanta unidades básicas en el conurbano.
En la lista de posibles derrotados anotan a Hugo Curto, de Tres de Febrero; y a Fernando Gray, de Esteban Echeverría, dos perfiles distintos pero acusados por igual de rehusarse a abrir sus administraciones a militantes enviados desde la Casa Rosada.
Por adentro y por afuera
El contrapeso a los intendentes irá por dos vías: algunos sectores harán un primer intento para sumarse a las estructuras locales del PJ, mientras que otros esperarán la conformación de un Frente para que ver que lugar tienen.
Entres los primeros se destaca el ascendente Movimiento de Unidad Popular (MUP), un polo de agrupaciones piqueteras creado en La Plata a fines de los noventa. Uno de sus fundadores fue Federico Martelli, quien en 2004 se sumó al Gobierno y ahora es Director de Comunicación en Red del ministerio de Desarrollo Social de la Nación, desde donde mantiene diálogo directo con el secretario general de la presidencia, Oscar Parrilli, principal nexo entre las organizaciones sociales y Néstor Kirchner.
Tras las elecciones y mientras muchos intendentes intentaban despegarse de Kirchner, el MUP acrecentó su presencia en el conurbano y en varias provincias, aunque no en todos lados fue bien recibido.
Así, mientras consolidó su presencia en el peronismo de Florencio Varela y de General Rodríguez, al Mup le cerraron la puerta en las unidades básicas de La Matanza, donde el ahora convaleciente vicegobernador Alberto Balestrini no estaba dispuesto a aceptar nuevos amigos.
En ese distrito tampoco pudo hacer pie Madres de Plaza de Mayo, que golpea puertas en los pejotas del conurbano a través de los obreros que trabajan en los ambiciosos planes de viviendas que desarrolla su Fundación, siempre con dinero fresco de la Casa Rosada, a quines instan a afiliarse al PJ.
El principal operador político de Madres es Sergio Schoklender, también apoderado de la Fundación, quien en represalia al destrato del peronismo matancero comenzó a recorrer ese distrito con el empresario frigorífico de La Matanza Ricardo Bruzzese, coordinador de la agrupación bases peronistas de la provincia de Buenos Aires.
Además, la titular de Madres Hebe de Bonafini no tiene intermediario para hablar con Néstor y Cristina Kirchner, quienes el 21 de septiembre recibirán en Olivos a los más de 10 mil constructores de todo el país. Para esa fecha, los intendentes que hayan desistido de recibirlos confirmarán que sumaron enemigos a su interna.
Por su peso, Moyano apuesta a una negociación de cúpulas. Fomenta a sus gremios afines a multiplicar los afiliados al PJ, con intención de mostrar fuerza en una interna bonaerense, donde, dice en los mítines sindicales, está dispuesto a pelear por la Gobernación. Su bronca es también con los intendentes, a quienes acusa de haber vaciado los parlamentos de representantes sindicales.
Para eso recorre los distritos presentando su Corriente Sindical Peronista, también con base en todo el país. A esa línea la apoya el Movimiento Evita, cuyo líder, Emilio Pérsico, con cargo en el PJ nacional, fue el mayor beneficiado en el reparto de los planes Argentina Trabaja, de donde quedaron afuera otras organizaciones sociales como la Federación de Tierra y Vivienda de Luis D'Elía.
En respuesta, organizó el multitudinario acto del 11 de marzo en Ferro, donde confluyeron sindicatos y movimientos sociales para aplaudir a Kirchner y mostrar su poderío paralelo a la estructura orgánica del PJ.
Cada uno por su lado, al menos por ahora, pero todos con la venia de la Casa Rosada, el Mup, Moyano y Bonafini amenazan con restarle votos a los intendentes para que, al menos, piensen dos veces antes de ceder a las plegarias de Francisco De Narváez, quien los sondea una y otra vez con la repetida frase “nuestro límite es Néstor y Cristina".
Los tres sectores creen que, en su afán de llegar al 40% de los votos en primera vuelta, Kirchner no romperá formalmente relaciones con ningún jefe comunal revoltoso y hasta confían en beneficiarse con la recuperación de algunos rebeldes como Pablo Bruera (La Plata) y Sergio Massa (Tigre).
De hecho, Madres acordó construcciones en las dos comunas, el Mup tuvo hasta el año pasado funcionarios afines en la administración platense y Moyano conserva una relación cordial con el ex jefe de Gabinete.
Al mundo K de la provincia se agregan Edgardo Depetri, del Frente Transversal (quien nunca aceptó volver al PJ), el Polo Social del intendente de Quilmes Francisco Gutiérrez (en los papeles, todavía titular del PJ de Quilmes), el Frente Grande de Diana Conti y Eduardo Sigal (un sello testimonial, pero que tiene en todo en regla para ponerse al servicio de la causa) y fuerzas menores como el Partido Intransigente, cuyas siglas también estarán al servicio del Gobierno. Estos nombres sí irían directamente a una interna del Frente, al menos para discutir lugares con los intendentes quienes todavía aplaudan a Kirchner.
Mauricio Cantando
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