(La Política OnLine). La diputada nacional y favorita para relevar a Mauricio Macri en la Ciudad, aceptó un pedido del jefe de Gabinete porteño quien cree que necesita más tiempo para instalar su propia candidatura. Qué dice Michetti en la intimidad sobre un futuro gobierno a su cargo y la difícil relación con el peronismo.
La novedad no es la pelea, sino el acuerdo entre Gabriela Michetti y Horacio Rodríguez Larreta. Eterno aspirante a la Jefatura de Gobierno, el jefe de Gabinete de Mauricio Macri, logró que la diputada nacional acepte esperar hasta diciembre para lanzar su candidatura.
Michetti no tiene dudas de que el paso del tiempo no modificará el actual cuadro de situación que la tiene como favorita para gobernar la Ciudad. De cualquier manera, cuando llegue el momento, la cúpula del Pro decidirá la candidatura a jefe de Gobierno como define todas sus postulaciones: por “consenso”. Es decir, en una mesa chica que mira las encuestas y define el candidato.
Tan segura está Michetti que será la candidata que ya piensa en cómo imprimirle una marca propia a su gestión. De hecho, en las próximas semanas lanzará finalmente su propia Fundación, con oficinas cercanas al Congreso. Será la base para ir modelando sus propios equipos de Gobierno.
“Va a ser mi Gobierno, no el gobierno de otros a través mío”, remarca la ex vicejefa de Gobierno en la intimidad. Es que si bien Michetti está aprovechando un ciclo televisivo que tiene en el canal de la Ciudad para entrevistar y conocer personalmente a todos los funcionarios porteños, incluso a nivel de director, tiene claro que en caso de llegar al poder: “cuatro o cinco que están ahora se van a tener que ir”. La frase también revela que no está en su ánimo provocar cambios masivos de funcionarios, aún en el caso de los que están claramente identificados con Larreta.
Como se sabe, Michetti nunca se preocupó por “ocupar” espacios de poder, tarea que si llevó a extremos notables el jefe de Gabinete, que tiene diseminados funcionarios propios hasta en los rincones más recónditos de la administración porteña.
Es que la pelea de Michetti y Larreta, además de una pelea de poder, es casi un choque cultural. Mientras la diputada descansa en su innegable carisma -que le permite compensar con una breve aparición televisiva meses de trabajo de “instalación” mediática del jefe de Gabinete-, su rival apuesta a la clásica construcción de “aparato”. Trabajo obsesivo, detallista, implacable. La frialdad organizada frente al repentismo espontáneo. O apelando a la metáfora futbolística: la inspiración motivadora de Maradona, frente a la disciplina militar del italiano Fabio Capello.
Y si se miran los resultados –hasta ahora- de la Argentina y el combinado inglés que dirige Capello, habría que poner una ficha del lado de la diputada. Pero no todo es tan lineal, ni en política ni en fútbol. Bien sabe Maradona que los ídolos de hoy son los fracasados de mañana. Y al revés.
Como sea, Michetti no oculta que un eventual gobierno a su cargo será centralmente distinto del de Macri. “Mauricio tiene un liderzago de control, gerencial. Lo mío es más motivador, yo tiro visiones, y en todo caso en una segunda línea estarán los que gerencien”, aclara, por si hiciera falta ¿Qué es mejor? Otra vez, como en el fútbol, habrá que esperar los resultados.
Confiabilidad y resultado
O si se quiere, la disputa entre Larreta y Michetti es la manera de enmascarar la eterna discusión política entre los “confiables” y los candidatos. A veces, cuando coinciden, los líderes tienen asegurada una sucesión a la medida de sus ambiciones. Pero no siempre ocurre. Por la propia dinámica del ejercicio del poder, aquellos que más decisiones concentran en la gestión, suelen acumular un desgaste que excede sus cualidades personales.
Es innegable que Larreta no es de los políticos carismáticos, por eso su oferta se centra en garantizarle no a Macri, sino a gran parte del circuito de intereses y funcionarios que lo rodea, una sucesión “confiable”. No es que Michetti sea vista como una extraña, de hecho tiene un excelente vínculo personal con Macri. Pero está claro que Michetti es Michetti, no una extensión gerencial del líder que se va. Más una socia o aliada.
Se pueden criticar muchas cosas de Larreta pero no su capacidad de trabajo y perseverancia. Y no son activos para despreciar. A fuerza de coaching y ajustarse a la agenda que le fija su equipo de prensa, está logrando un nivel de conocimiento respetable y creciente. No es intención de voto, pero es un camino que acaso deja afuera de pista al tecero en discordia, el ministro de Espacio Público Diego Santilli, que cotidianamente sufre la marca cuerpo a cuerpo del jefe de Gabinete.
Unificar o desdoblar
Como era de suponer, por estas horas Larreta es el abanderado de la unificación de los comicios porteños con los nacionales ¿Por qué? Si se unifican, su candidatura, aunque no sea la más competitiva, crece con el argumento que si va pegada a la boleta presidencial de Macri igual se beneficiaría del efecto “arrastre”.
Frente a esto en el entorno de Michetti contraponen sus argumentos. Si las elecciones se mantienen desdobladas –como fija la ley- y se realizan por ejemplo el 5 de junio cuando hay que votar comunas, un eventual triunfo del Pro en la Ciudad potenciaría la figura de Macri para octubre.
“El padrón de la Ciudad es un 12 por ciento del nacional. En el mejor de los casos si unificamos, sacamos con toda la furia 40 puntos que es menos del 6 por ciento del padrón nacional. El efecto se va a diluir y tampoco suma tanto. Anticipar nos regala el escenario y la tapa de los diarios y lo deja mucho mejor posicionado a Mauricio”, sugieren cerca de la diputada.
De cualquier manera no es un dato menor que a la mayoría de las fuerzas porteñas –huérfanas de candidatos a jefe de Gobierno fuertes- les conviene unificar para traccionar desde la boleta presidencial (Cobos o Alfonsín en el caso de la UCR, Kirchner en el PJ, Pino Solanas en Proyecto Sur). Es el cineasta el único candidato opositor que preocupa a Michetti. Por suerte para el Pro, por ahora en Proyecto Sur prevalece el principismo y mantendrán la postulación a jefe de Gobierno de claudio Lozano, tal como se acordó inicialmente. Pero de nuevo, la política es ante todo, cambio y sorpresa. Se verá.
Por otro lado, en el Pro no son pocos los que creen que toda la pelea entre Michetti y Larreta es ociosa, porque finalmente Macri buscará su reelección en la Ciudad. No es lo que piensan cerca de la diputada. “Mauricio duele decir que aunque pierda va a ser candidato a presidente, que no tiene problemas en perder y quedar posicionado para la próxima, como hizo en la Ciudad”, comentan.
La relación con el peronismo
En ese marco, el debate central que hoy cruza al Pro es cómo abordar el acuerdo con el peronismo disidente, alianza que imaginan inevitable para tener alguna chance de alcanzar el poder nacional. Reconocen que el progresivo crecimiento de Eduardo Duhalde les está generando un desafío inesperado –ya que sería el candidato “natural del PJ opositor-, pero estiman que al final del camino no logrará acortar la distancia que todavía le saca Macri.
En el Pro no faltan los que señalan a Macri que debe terminar con sus vacilaciones, sumarse abiertamente al peronismo disidente como hizo Francisco de Narváez y desde ese espacio ser el candidato a presidente.
Frente a esta posición el consultor Jaime Durán Barba y Michetti –que inició un inesperado buen vínculo personal con Duhalde cuando compartió en Harvard un seminario del brasileño Roberto Mangabeira Unger-, insisten en mantener la autonomía del Pro.
“Tenemos que ir a la presidencial con la boleta del Pro, sumando sí todos los peronistas que quieran integrarse, pero no ir nosotros al armado del PJ disidente, porque terminaríamos diluidos como le pasó a todas las fuerzas que se sumaron al peronismo”, advierte Michetti en sus habituales charlas políticas.
Como se ve, dos discusiones con fecha de vencimiento en el primer semestre del año próximo cruzan al Pro. Dos discusiones centrales, que como las matrioskas rusas se contienen una a la otra.
La novedad no es la pelea, sino el acuerdo entre Gabriela Michetti y Horacio Rodríguez Larreta. Eterno aspirante a la Jefatura de Gobierno, el jefe de Gabinete de Mauricio Macri, logró que la diputada nacional acepte esperar hasta diciembre para lanzar su candidatura.
Michetti no tiene dudas de que el paso del tiempo no modificará el actual cuadro de situación que la tiene como favorita para gobernar la Ciudad. De cualquier manera, cuando llegue el momento, la cúpula del Pro decidirá la candidatura a jefe de Gobierno como define todas sus postulaciones: por “consenso”. Es decir, en una mesa chica que mira las encuestas y define el candidato.
Tan segura está Michetti que será la candidata que ya piensa en cómo imprimirle una marca propia a su gestión. De hecho, en las próximas semanas lanzará finalmente su propia Fundación, con oficinas cercanas al Congreso. Será la base para ir modelando sus propios equipos de Gobierno.
“Va a ser mi Gobierno, no el gobierno de otros a través mío”, remarca la ex vicejefa de Gobierno en la intimidad. Es que si bien Michetti está aprovechando un ciclo televisivo que tiene en el canal de la Ciudad para entrevistar y conocer personalmente a todos los funcionarios porteños, incluso a nivel de director, tiene claro que en caso de llegar al poder: “cuatro o cinco que están ahora se van a tener que ir”. La frase también revela que no está en su ánimo provocar cambios masivos de funcionarios, aún en el caso de los que están claramente identificados con Larreta.
Como se sabe, Michetti nunca se preocupó por “ocupar” espacios de poder, tarea que si llevó a extremos notables el jefe de Gabinete, que tiene diseminados funcionarios propios hasta en los rincones más recónditos de la administración porteña.
Es que la pelea de Michetti y Larreta, además de una pelea de poder, es casi un choque cultural. Mientras la diputada descansa en su innegable carisma -que le permite compensar con una breve aparición televisiva meses de trabajo de “instalación” mediática del jefe de Gabinete-, su rival apuesta a la clásica construcción de “aparato”. Trabajo obsesivo, detallista, implacable. La frialdad organizada frente al repentismo espontáneo. O apelando a la metáfora futbolística: la inspiración motivadora de Maradona, frente a la disciplina militar del italiano Fabio Capello.
Y si se miran los resultados –hasta ahora- de la Argentina y el combinado inglés que dirige Capello, habría que poner una ficha del lado de la diputada. Pero no todo es tan lineal, ni en política ni en fútbol. Bien sabe Maradona que los ídolos de hoy son los fracasados de mañana. Y al revés.
Como sea, Michetti no oculta que un eventual gobierno a su cargo será centralmente distinto del de Macri. “Mauricio tiene un liderzago de control, gerencial. Lo mío es más motivador, yo tiro visiones, y en todo caso en una segunda línea estarán los que gerencien”, aclara, por si hiciera falta ¿Qué es mejor? Otra vez, como en el fútbol, habrá que esperar los resultados.
Confiabilidad y resultado
O si se quiere, la disputa entre Larreta y Michetti es la manera de enmascarar la eterna discusión política entre los “confiables” y los candidatos. A veces, cuando coinciden, los líderes tienen asegurada una sucesión a la medida de sus ambiciones. Pero no siempre ocurre. Por la propia dinámica del ejercicio del poder, aquellos que más decisiones concentran en la gestión, suelen acumular un desgaste que excede sus cualidades personales.
Es innegable que Larreta no es de los políticos carismáticos, por eso su oferta se centra en garantizarle no a Macri, sino a gran parte del circuito de intereses y funcionarios que lo rodea, una sucesión “confiable”. No es que Michetti sea vista como una extraña, de hecho tiene un excelente vínculo personal con Macri. Pero está claro que Michetti es Michetti, no una extensión gerencial del líder que se va. Más una socia o aliada.
Se pueden criticar muchas cosas de Larreta pero no su capacidad de trabajo y perseverancia. Y no son activos para despreciar. A fuerza de coaching y ajustarse a la agenda que le fija su equipo de prensa, está logrando un nivel de conocimiento respetable y creciente. No es intención de voto, pero es un camino que acaso deja afuera de pista al tecero en discordia, el ministro de Espacio Público Diego Santilli, que cotidianamente sufre la marca cuerpo a cuerpo del jefe de Gabinete.
Unificar o desdoblar
Como era de suponer, por estas horas Larreta es el abanderado de la unificación de los comicios porteños con los nacionales ¿Por qué? Si se unifican, su candidatura, aunque no sea la más competitiva, crece con el argumento que si va pegada a la boleta presidencial de Macri igual se beneficiaría del efecto “arrastre”.
Frente a esto en el entorno de Michetti contraponen sus argumentos. Si las elecciones se mantienen desdobladas –como fija la ley- y se realizan por ejemplo el 5 de junio cuando hay que votar comunas, un eventual triunfo del Pro en la Ciudad potenciaría la figura de Macri para octubre.
“El padrón de la Ciudad es un 12 por ciento del nacional. En el mejor de los casos si unificamos, sacamos con toda la furia 40 puntos que es menos del 6 por ciento del padrón nacional. El efecto se va a diluir y tampoco suma tanto. Anticipar nos regala el escenario y la tapa de los diarios y lo deja mucho mejor posicionado a Mauricio”, sugieren cerca de la diputada.
De cualquier manera no es un dato menor que a la mayoría de las fuerzas porteñas –huérfanas de candidatos a jefe de Gobierno fuertes- les conviene unificar para traccionar desde la boleta presidencial (Cobos o Alfonsín en el caso de la UCR, Kirchner en el PJ, Pino Solanas en Proyecto Sur). Es el cineasta el único candidato opositor que preocupa a Michetti. Por suerte para el Pro, por ahora en Proyecto Sur prevalece el principismo y mantendrán la postulación a jefe de Gobierno de claudio Lozano, tal como se acordó inicialmente. Pero de nuevo, la política es ante todo, cambio y sorpresa. Se verá.
Por otro lado, en el Pro no son pocos los que creen que toda la pelea entre Michetti y Larreta es ociosa, porque finalmente Macri buscará su reelección en la Ciudad. No es lo que piensan cerca de la diputada. “Mauricio duele decir que aunque pierda va a ser candidato a presidente, que no tiene problemas en perder y quedar posicionado para la próxima, como hizo en la Ciudad”, comentan.
La relación con el peronismo
En ese marco, el debate central que hoy cruza al Pro es cómo abordar el acuerdo con el peronismo disidente, alianza que imaginan inevitable para tener alguna chance de alcanzar el poder nacional. Reconocen que el progresivo crecimiento de Eduardo Duhalde les está generando un desafío inesperado –ya que sería el candidato “natural del PJ opositor-, pero estiman que al final del camino no logrará acortar la distancia que todavía le saca Macri.
En el Pro no faltan los que señalan a Macri que debe terminar con sus vacilaciones, sumarse abiertamente al peronismo disidente como hizo Francisco de Narváez y desde ese espacio ser el candidato a presidente.
Frente a esta posición el consultor Jaime Durán Barba y Michetti –que inició un inesperado buen vínculo personal con Duhalde cuando compartió en Harvard un seminario del brasileño Roberto Mangabeira Unger-, insisten en mantener la autonomía del Pro.
“Tenemos que ir a la presidencial con la boleta del Pro, sumando sí todos los peronistas que quieran integrarse, pero no ir nosotros al armado del PJ disidente, porque terminaríamos diluidos como le pasó a todas las fuerzas que se sumaron al peronismo”, advierte Michetti en sus habituales charlas políticas.
Como se ve, dos discusiones con fecha de vencimiento en el primer semestre del año próximo cruzan al Pro. Dos discusiones centrales, que como las matrioskas rusas se contienen una a la otra.
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