El líder de la CGT controla el gremio de los trabajadores del Ceamse y tiene un jugoso negocio con el transporte de residuos. Por eso se opone a la creación de nuevas plantas de reciclado que reemplacen al colapsado relleno, como la que proyectan en La Plata intendentes de la zona. Mussi ya intentó una obra similar en el pasado, que le frenó la oposición. Con su designación Cristina refuerza la alianza con los intendentes y le marca un nuevo límite al camionero.
Además de liderar un nuevo intento por sanear la cuenca del Riachuelo, el flamante secretario de Medio Ambiente, Juan José Mussi, buscará ponerle límite a los negocios de Hugo Moyano con la recolección y el tratamiento de la basura, principal motivo de discordia con los intendentes y hasta con el gobernador Daniel Scioli.
Moyano tiene varias fichas puestas en los ingresos que produce el control de los residuos del área metropolitana. Es dueño de Covelia, la compañía encargada de transportar los desechos de los distritos del Conurbano a un costo que los intendentes consideran excesivo, sobre todo porque los conductores cobran bajo el convenio de camioneros, siempre con salarios por encima de la media. En algunas comunas, calculan que la basura consume la mitad de sus presupuestos.
Para potenciar ese negocio, el líder cegetista pisó fuerte además en la Coordinadora Ecológica Área Metropolitano (CEAMSE), organismo encargado de procesar la basura de Capital y el Conurbano. Creó la Asociación Gremial de Obreros y Empleados de Ceamse (Agoec), cuyo titular es el ahora diputado provincial Jorge Mancini.
Mancini se hizo sentir cuando lideró varias protestas que paralizaron el ingreso de residuos a la planta de Ensenada en rechazo a la construcción de otra más moderna que procese los residuos de La Plata y las ciudades aledañas. Fue una clara muestra de que Moyano no está dispuesto a aceptar pasivo un cambio de reglas de juego en el negocio de la basura.
Mussi fue pionero en disponer el cierre progresivo de la Cemase, que hoy sólo ocasiona problemas por su colapso y su infraestructura obsoleta: hace un par de años intentó construir una planta en El Pato, una localidad de su distrito, para procesar 380 toneladas de basura por día.
Este proyecto tenía un costo de entre 60 y 70 millones de pesos, iba a ser financiado por el Banco Mundial con un crédito a diez años y tenía el beneplácito de los intendentes de la región, como Julio Pereyra, de Florencio Varela. Los créditos suelen tentar a los intendentes, aún a los más progresistas. Como suele suceder en estos casos, todo quedó en la nada por un masivo rechazo de los vecinos.
Desde la secretaría de Medio Ambiente, Mussi podría tener una revancha personal, pero también un arma para hacerse valer ante los intendentes del Conurbano, tierra por la que el ex intendente de Berazategui se mueve con soltura, aunque no siempre con amigos.
Su relación no es de lo más amable con los intendentes más jóvenes como Darío Díaz Pérez (Lanus) y Darío Giustozzi (Almirante Brown). Y no quedó en buenos términos con Baldomero “Cacho” Álvarez, por mucho tiempo intendente de Avellaneda y ahora ministro de Desarrollo Social de la provincia.
Álvarez y Federico Scarabino, quilmeño y apoderado del PJ bonaerense, fueron los máximos promotores de la multitudinaria reunión de intendentes que, con la excusa de homenajear a Kirchner, se hizo el lunes siguiente a su muerte en la gobernación.
Ese mediodía, los organizadores buscaban afianzar, ya sin Kirchner, el desafío que se plantearon tras la derrota electoral de 2009: cercar la provincia de Buenos Aires y condicionar desde allí cualquier estrategia del peronismo nacional. Como gobernador o como candidato a algo más, Scioli es el garante de esa estrategia.
Pero Mussi sorprendió a todos cuando agarró el micrófono y prepeó a Scioli a quien pidió en la cara que se pronuncie a favor de la reelección de Cristina. En ese momento, ocos entendieron el gesto de un hombre que supo estar muy cerca de Eduardo Duhalde. Desde que se supo que integrará el Gabinete nacional, las dudas empezaron a despejarse. (La Política OnLine).
Además de liderar un nuevo intento por sanear la cuenca del Riachuelo, el flamante secretario de Medio Ambiente, Juan José Mussi, buscará ponerle límite a los negocios de Hugo Moyano con la recolección y el tratamiento de la basura, principal motivo de discordia con los intendentes y hasta con el gobernador Daniel Scioli.
Moyano tiene varias fichas puestas en los ingresos que produce el control de los residuos del área metropolitana. Es dueño de Covelia, la compañía encargada de transportar los desechos de los distritos del Conurbano a un costo que los intendentes consideran excesivo, sobre todo porque los conductores cobran bajo el convenio de camioneros, siempre con salarios por encima de la media. En algunas comunas, calculan que la basura consume la mitad de sus presupuestos.
Para potenciar ese negocio, el líder cegetista pisó fuerte además en la Coordinadora Ecológica Área Metropolitano (CEAMSE), organismo encargado de procesar la basura de Capital y el Conurbano. Creó la Asociación Gremial de Obreros y Empleados de Ceamse (Agoec), cuyo titular es el ahora diputado provincial Jorge Mancini.
Mancini se hizo sentir cuando lideró varias protestas que paralizaron el ingreso de residuos a la planta de Ensenada en rechazo a la construcción de otra más moderna que procese los residuos de La Plata y las ciudades aledañas. Fue una clara muestra de que Moyano no está dispuesto a aceptar pasivo un cambio de reglas de juego en el negocio de la basura.
Mussi fue pionero en disponer el cierre progresivo de la Cemase, que hoy sólo ocasiona problemas por su colapso y su infraestructura obsoleta: hace un par de años intentó construir una planta en El Pato, una localidad de su distrito, para procesar 380 toneladas de basura por día.
Este proyecto tenía un costo de entre 60 y 70 millones de pesos, iba a ser financiado por el Banco Mundial con un crédito a diez años y tenía el beneplácito de los intendentes de la región, como Julio Pereyra, de Florencio Varela. Los créditos suelen tentar a los intendentes, aún a los más progresistas. Como suele suceder en estos casos, todo quedó en la nada por un masivo rechazo de los vecinos.
Desde la secretaría de Medio Ambiente, Mussi podría tener una revancha personal, pero también un arma para hacerse valer ante los intendentes del Conurbano, tierra por la que el ex intendente de Berazategui se mueve con soltura, aunque no siempre con amigos.
Su relación no es de lo más amable con los intendentes más jóvenes como Darío Díaz Pérez (Lanus) y Darío Giustozzi (Almirante Brown). Y no quedó en buenos términos con Baldomero “Cacho” Álvarez, por mucho tiempo intendente de Avellaneda y ahora ministro de Desarrollo Social de la provincia.
Álvarez y Federico Scarabino, quilmeño y apoderado del PJ bonaerense, fueron los máximos promotores de la multitudinaria reunión de intendentes que, con la excusa de homenajear a Kirchner, se hizo el lunes siguiente a su muerte en la gobernación.
Ese mediodía, los organizadores buscaban afianzar, ya sin Kirchner, el desafío que se plantearon tras la derrota electoral de 2009: cercar la provincia de Buenos Aires y condicionar desde allí cualquier estrategia del peronismo nacional. Como gobernador o como candidato a algo más, Scioli es el garante de esa estrategia.
Pero Mussi sorprendió a todos cuando agarró el micrófono y prepeó a Scioli a quien pidió en la cara que se pronuncie a favor de la reelección de Cristina. En ese momento, ocos entendieron el gesto de un hombre que supo estar muy cerca de Eduardo Duhalde. Desde que se supo que integrará el Gabinete nacional, las dudas empezaron a despejarse. (La Política OnLine).
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