Durante los días 23 y 24 de noviembre se llevó a cabo del VII Foro Metropolitano, donde tuvo lugar el panel temático ‘Habitar la Gran Buenos Aires’, cuya moderación estuvo a cargo de Juan Martín Lutteral quien, además de haber trabajado como moderador en esta ocasión, ha participado activamente en las ediciones anteriores y es cofundador junto a la Fundación Metropolitana y otros de Espacio Agua. En estas líneas reflexiona sobre la última edición del Foro Metropolitano, y sobre el tema del suelo. Si bien estas líneas fueron escritas de manera previa a las usurpaciones en Villa Soldati, a luz de los hechos toman no sólo no perdieron vigencia sino que redimensionan la cuestión territorial en la metrópolis.
Reflexionar sobre los que nos dejó el VII Foro Metropolitano sin tomar en cuenta el décimo aniversario de la Fundación Metropolitana sería una injusticia enorme. Este foro fue el resultado y el reconocimiento de diez años de trabajo por la Gran Buenos Aires de manera planificada y participativa.
Lograr instalar la temática y sostenerla en el tiempo confirma que detrás de esta iniciativa hay un gran equipo y que la idea llegó para quedarse y, por ello, logrará que el sector público y privado la reconozca para sumarse con un mayor compromiso y más recursos.
El Palacio San Miguel se vistió de fiesta. Tuvimos el privilegio de ser parte de la construcción de un conocimiento colectivo invalorable. Desde cuestiones vinculadas a las políticas públicas, la responsabilidad social empresaria, el desarrollo local, la planificación territorial, el medio ambiente y la calidad de vida, hasta la novedad de una tribuna de propuestas metropolitanas a cargo de referentes políticos de la región.
Habitar la Gran Buenos Aires fue la mesa que me toco moderar, si bien el programa anticipaba que sería un panel polémico por el tenor del tema y la provocación de las preguntas disparadoras ¿Cómo desarrollar la metrópolis en forma sustentable? y ¿Cómo resolver el despilfarro de suelo que viene ocurriendo?, lo cierto es que hubieron más coincidencias que desencuentros. Por un lado, esto se dio por la calidad de los panelistas y por otro, por lo auspicioso de las iniciativas legislativas que se encuentran en marcha y que buscan regular a nivel nacional aspectos vinculados al ordenamiento territorial.
Se dijo que el mercado del suelo está en terapia intensiva. Estamos frente a una bomba de tiempo. A la emergencia habitacional para las clases populares y la clase media se le sumó la competencia por el suelo de quienes buscan protegerse de las inestabilidades financieras y de la inflación invirtiendo en activos inmobiliarios provocando una suba de valores que profundiza el modelo de exclusión.
Afortunadamente cada vez son más los actores del sector que toman conciencia que no pueden pensar su propio desarrollo de manera aislada del entorno y que la solución es contar con unas reglas de juego claras y más justas.
La iniciativa de contar con una ley de ordenamiento territorial parece ser el instrumento que logre arbitrar el mercado del suelo para revertir esta tendencia. Sin embargo, hay que tener en cuenta las palabras de advertencia del filósofo colombiano, Bernardo Toro, cuando dice: “Para que una ley o una norma genere gobernabilidad, es decir, para que contribuya a ordenar el comportamiento social y sea acatada en libertad (que sea útil), debe ser debatida públicamente y guiada por el bien común. Cuando la ley se construye en secreto (a espalda de los afectados) o camufla intereses privados con visos de interés público, la aplicación de esa ley fragmenta la sociedad, deslegitima las instituciones y crea condiciones para el maltrato entre los públicos de interés relevantes. Una sociedad sólo puede avanzar cuando logra articular los intereses individuales buscando un interés colectivo. Las leyes y las normas son construidas o transformadas precisamente por las mismas personas que las van a vivir, cumplir y proteger. Son las mismas personas que conforman la sociedad quienes deciden el orden que aceptan para vivir y quienes lo transforman cuando lo consideran conveniente”.
Conscientes de esta realidad, los tres panelistas se mostraron a favor del respeto de las autonomías, de la necesidad que exista una articulación interinstitucional e interjuridiccional y, sobre todo, que existan mecanismos que permitan la participación ciudadana.
Como conclusión pareciera reconocerse que para habitar la Gran Buenos Aires con calidad de vida primero hay que tener calidad de lugar y, para que haya clima de negocios es condición que también haya clima de personas.
O acaso, citando a la gran urbanista Jane Jacbos, que en 1961 decía en su libro “Muerte y vida de las grandes ciudades americanas” ¿Alguien supone que en la vida real, las respuestas a las grandes preguntas que nos preocupan hoy en día van a venir de grupos homogéneos?
No hay comentarios.:
Publicar un comentario